1. LUCENA, Córdoba. Portada princpial de la igl. de San Mateo. |
LUCENA (I), provincia de Córdoba: 27 de febrero de 2005.
Industriosa ciudad de la campiña cordobesa cuyo trazado se localiza en un estratégico cruce de caminos, en el valle que forman los cerros Hacho, Mataosos y San Cristóbal.
El trazado urbano de la ciudad se va desarrollando alrededor de la Plaza Nueva, centro geográfico, administrativo, comercial y vital de la población. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, en un edificio moderno escasamente afortunado. Y aquí se encuentra también la joya más preciosa con que Lucena cuenta: la iglesia parroquial de San Mateo*, que se comenzó en 1498 a expensas de don Diego Fernández de Córdoba, I marqués de Comares. La portada de los pies la proyectó Hernán Ruiz II hacia 1540 y fue realizada por seguidores. Las laterales, de estilo gótico humanista de hacia 1525, recuerdan las obras de Hernán Ruiz el Viejo. La disposición interior es mudéjar, con tres naves y triple cabecera plana con bóvedas de nervaduras. La joya de esta iglesia es el retablo mayor* contratado en 1570 por Jerónimo Hernández y terminado en 1579 por su maestro Bautista Vázquez el Viejo. Esta soberbia pieza manierista muestra en el banco a los Evangelistas, acompañados de Zacarías y Aser, relieves de Jerónimo Hernández. En las cajas centrales, San Mateo, la Asunción, la Resurrección y el Calvario; en los pedestales, los Apóstoles Santiago, Pedro, Pablo y Andrés. Los relieves laterales representan escenas de la vida de Cristo, todos de Bautista Vázquez y taller. En el ático figuran la Piedad y el Santo Entierro, flanqueados por virtudes y profetas de Jerónimo Hernández, rematados por el Padre Eterno. La policromía es de Antonio Mohedano en 1607.
En el testero de la nave de la izquierda hay un retablo del primer tercio del siglo XVII retocado, con la imagen de la Purísima y lienzos de acarreo, atribuidos al pintor local Bernabé Jiménez de Illescas. En el banco hay dos urnas con las reliquias de San Eliano y Santa Prima. Sobre el retablo, en el muro, cuelga el blasón de los Fernández de Córdoba realizado por Jerónimo Hernández en 1579. Sigue un retablo académico terminado en 1792 por Diego de Burgos, con Nuestra Señora de los Dolores, imagen de vestir de 1772, atribuida a Blas Molner; a los lados están San Felipe Benicio y Santa Juliana de Falconeris, de Remigio del Mármol, y en el ático una pintura de la Virgen con los Servitas, de Martín de Blancas.
A continuación hay una pequeña portada de estilo manierista que sirve de capilla al Cristo de la Salud y Misericordia, o del Silencio, de segunda mitad del siglo XVII. Le sigue otra portada del último tercio del XVI, que aloja un retablo de comienzos del XIX con la imagen sedente de San Pedro, obra de Pablo de Rojas de 1590, policromada por Antonio Mohedano. El retablo del Salvador fue traído en 1891 de la desaparecida ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; está atribuida a Juan Abundio de Burgos, de hacia 1760. La talla del Salvador es de estética granadina del siglo XVIII. Sigue el lienzo de la Divna Pastora, de Leonardo Antonio de Castro, hacia 1720. A los pies, en la capilla del Bautismo, está el Cristo de la Humillación, obra de Pedro Ortega Muñoz de Toro, del XIX.
El retablo del testero de la nave derecha es similar al de la izquierda, con talla de San Miguel Arcángel, de hacia 1700. Sobre el muro cuelga el blasón correspondiente de los Fernández de Córdoba, obra de Hernández. A la derecha hay un lienzo con la Entrega de las llaves a San Pedro, obra de Jerónimo López, del XVIII. Pasada la puerta de la sacristía está la capilla del Ecce Homo y luego el potente retablo neoclásico de San José, obra de Ignacio de Tomás de hacia 1790; la imagen del titular es de Joaquín Arali Solanas y el tondo de la Muerte de San José se cree de Diego Monroy Aguilera.
Sigue la monumental capilla del Sagrario*, cuya portada fue proyectada por Pedro de Mena Gutiérrez y labrada entre 1755 y 1763 por Juan del Pino Ascanio. Las puertas de madera fueron hechas por Agustín Díaz Cantarero en 1771. El interior, trazado por Leonardo Antonio de Castro, se realizó entre 1740 y 1772. La decoración y el templete con la Inmaculada son obra de Pedro de Mena Gutiérrez. Se adorna con relieves de la vida de Cristo y figuras diversas, destacando los Evangelistas de los ángulos, tallados por José de Medina. El programa iconográfico de la capilla se configura con los Padres de la Iglesia, santos defensores de la Eucaristía y símbolos eucarísticos. Los lienzos, debidos a Juan de Dios Hernández en 1772, representan la Destrucción de los Sacrificios Paganos, el Triunfo de la Iglesia, y la Ley de Gracia.
De nuevo en la nave, tras el Corazón de Jesús, hay un resto del alfarje mudéjar con relieve de la Virgen con el Niño, de hacia 1500, inspirada en modelos cuatrocentistas, y escudo de Diego Fernández de Córdoba.
A continuación se halla la antigua capilla del Sagrario, decorada con pinturas, que tiene un retablo de hacia 1620, con un Crucificado de inspiración manierista y tres lienzos con San José, Cristo de Burgos y San Ignacio de Loyola. Sobre el altar se encuentran las imágenes de Jesús del Amor, nazareno compuesto en el siglo XIX por Pedro Ortega Muñoz de Toro, y Nuestra Señora de la Paz, realizada en el año 1982 por Juan Martínez Cerrillo.
En el paso que va de la iglesia a la sacristía está una imagen del Evangelista San Mateo de segunda mitad del siglo XVIII. Es muy rica la colección de platería de esta iglesia, destacando el templete del Corpus, del segundo tercio del XVII, y el elegantísimo ostensorio de viril radiado con los escudos de Comares y Medinaceli, un poco anterior. También interesantes son el portaviático de Ruiz, 1773, y varias obras punzonadas por Francisco Alonso del Castillo, Aranda, Damián de Castro, Antonio de Santacruz y Castejón Aguilar. En el despacho parroquial hay un bello lienzo del Ecce Homo, de escuela sevillana de hacia 1670.
El trazado urbano de la ciudad se va desarrollando alrededor de la Plaza Nueva, centro geográfico, administrativo, comercial y vital de la población. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, en un edificio moderno escasamente afortunado. Y aquí se encuentra también la joya más preciosa con que Lucena cuenta: la iglesia parroquial de San Mateo*, que se comenzó en 1498 a expensas de don Diego Fernández de Córdoba, I marqués de Comares. La portada de los pies la proyectó Hernán Ruiz II hacia 1540 y fue realizada por seguidores. Las laterales, de estilo gótico humanista de hacia 1525, recuerdan las obras de Hernán Ruiz el Viejo. La disposición interior es mudéjar, con tres naves y triple cabecera plana con bóvedas de nervaduras. La joya de esta iglesia es el retablo mayor* contratado en 1570 por Jerónimo Hernández y terminado en 1579 por su maestro Bautista Vázquez el Viejo. Esta soberbia pieza manierista muestra en el banco a los Evangelistas, acompañados de Zacarías y Aser, relieves de Jerónimo Hernández. En las cajas centrales, San Mateo, la Asunción, la Resurrección y el Calvario; en los pedestales, los Apóstoles Santiago, Pedro, Pablo y Andrés. Los relieves laterales representan escenas de la vida de Cristo, todos de Bautista Vázquez y taller. En el ático figuran la Piedad y el Santo Entierro, flanqueados por virtudes y profetas de Jerónimo Hernández, rematados por el Padre Eterno. La policromía es de Antonio Mohedano en 1607.
En el testero de la nave de la izquierda hay un retablo del primer tercio del siglo XVII retocado, con la imagen de la Purísima y lienzos de acarreo, atribuidos al pintor local Bernabé Jiménez de Illescas. En el banco hay dos urnas con las reliquias de San Eliano y Santa Prima. Sobre el retablo, en el muro, cuelga el blasón de los Fernández de Córdoba realizado por Jerónimo Hernández en 1579. Sigue un retablo académico terminado en 1792 por Diego de Burgos, con Nuestra Señora de los Dolores, imagen de vestir de 1772, atribuida a Blas Molner; a los lados están San Felipe Benicio y Santa Juliana de Falconeris, de Remigio del Mármol, y en el ático una pintura de la Virgen con los Servitas, de Martín de Blancas.
A continuación hay una pequeña portada de estilo manierista que sirve de capilla al Cristo de la Salud y Misericordia, o del Silencio, de segunda mitad del siglo XVII. Le sigue otra portada del último tercio del XVI, que aloja un retablo de comienzos del XIX con la imagen sedente de San Pedro, obra de Pablo de Rojas de 1590, policromada por Antonio Mohedano. El retablo del Salvador fue traído en 1891 de la desaparecida ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; está atribuida a Juan Abundio de Burgos, de hacia 1760. La talla del Salvador es de estética granadina del siglo XVIII. Sigue el lienzo de la Divna Pastora, de Leonardo Antonio de Castro, hacia 1720. A los pies, en la capilla del Bautismo, está el Cristo de la Humillación, obra de Pedro Ortega Muñoz de Toro, del XIX.
El retablo del testero de la nave derecha es similar al de la izquierda, con talla de San Miguel Arcángel, de hacia 1700. Sobre el muro cuelga el blasón correspondiente de los Fernández de Córdoba, obra de Hernández. A la derecha hay un lienzo con la Entrega de las llaves a San Pedro, obra de Jerónimo López, del XVIII. Pasada la puerta de la sacristía está la capilla del Ecce Homo y luego el potente retablo neoclásico de San José, obra de Ignacio de Tomás de hacia 1790; la imagen del titular es de Joaquín Arali Solanas y el tondo de la Muerte de San José se cree de Diego Monroy Aguilera.
Sigue la monumental capilla del Sagrario*, cuya portada fue proyectada por Pedro de Mena Gutiérrez y labrada entre 1755 y 1763 por Juan del Pino Ascanio. Las puertas de madera fueron hechas por Agustín Díaz Cantarero en 1771. El interior, trazado por Leonardo Antonio de Castro, se realizó entre 1740 y 1772. La decoración y el templete con la Inmaculada son obra de Pedro de Mena Gutiérrez. Se adorna con relieves de la vida de Cristo y figuras diversas, destacando los Evangelistas de los ángulos, tallados por José de Medina. El programa iconográfico de la capilla se configura con los Padres de la Iglesia, santos defensores de la Eucaristía y símbolos eucarísticos. Los lienzos, debidos a Juan de Dios Hernández en 1772, representan la Destrucción de los Sacrificios Paganos, el Triunfo de la Iglesia, y la Ley de Gracia.
De nuevo en la nave, tras el Corazón de Jesús, hay un resto del alfarje mudéjar con relieve de la Virgen con el Niño, de hacia 1500, inspirada en modelos cuatrocentistas, y escudo de Diego Fernández de Córdoba.
A continuación se halla la antigua capilla del Sagrario, decorada con pinturas, que tiene un retablo de hacia 1620, con un Crucificado de inspiración manierista y tres lienzos con San José, Cristo de Burgos y San Ignacio de Loyola. Sobre el altar se encuentran las imágenes de Jesús del Amor, nazareno compuesto en el siglo XIX por Pedro Ortega Muñoz de Toro, y Nuestra Señora de la Paz, realizada en el año 1982 por Juan Martínez Cerrillo.
En el paso que va de la iglesia a la sacristía está una imagen del Evangelista San Mateo de segunda mitad del siglo XVIII. Es muy rica la colección de platería de esta iglesia, destacando el templete del Corpus, del segundo tercio del XVII, y el elegantísimo ostensorio de viril radiado con los escudos de Comares y Medinaceli, un poco anterior. También interesantes son el portaviático de Ruiz, 1773, y varias obras punzonadas por Francisco Alonso del Castillo, Aranda, Damián de Castro, Antonio de Santacruz y Castejón Aguilar. En el despacho parroquial hay un bello lienzo del Ecce Homo, de escuela sevillana de hacia 1670.
Textos de:
ARJONA, Rafael. Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
VILLAR MOVELLÁN, Alberto; DABRIO GONZÁLEZ, María Teresa y RAYA RAYA, María Ángeles. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara y Ayuntamiento de Córdoba. Sevilla, 2005.
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