1. ARCHIDONA, Málaga. Fachada del cvto. de las Mínimas.
2. ARCHIDONA, Málaga. Vista parcial de la Plaza Ochavada.
3. ARCHIDONA, Málaga. Detalle de la Plaza Ochavada.
ARCHIDONA* (I), provincia de Málaga: 23 de mayo de 2008.
Esta encantadora ciudad se eleva mansamente en la vertiente meridional de la sierra de Gracia desde la que se domina un territorio de lomas broncíneas tachonadas por las copas de los olivos. La leyenda de los enamorados marca su historia, en tanto, en la actualidad, la declaración de Conjunto Histórico Artístico en 1980 reconoce la valía de su patrimonio.
Archidona es un pueblo muy pulcro y muy bello que, sin renunciar a la modernidad, ha sabido conservar ese aire de población antigua de sólida estructura, notables edificaciones y un urbanismo popular sumamente evocador. Bajando por la calle Nueva, muy pronto se alcanza el convento de las Mínimas. El templo, muy sencillo en su interior, muestra una espléndida fachada barroca a base de ladrillo visto, en la que dos pilastrones escalonados de orden gigante suben hasta el alero, del que parte un hastial mixtilíneo con un gran óculo cuatrilobulado. Al lado izquierdo, la torre, de hermosa factura, tiene un primer cuerpo de planta cuadrada a base de sillares de piedra, tres más de ladrillo con los ángulos redondeados y un cuarto octogonal coronado por un agudo chapitel revestido de azulejos blancos y verdes. La construcción data de la mitad del siglo XVI.
Prácticamente enfrente de esta iglesia está la calle Empedrada, por la que se llega a la magnífica Plaza Ochavada*, obra cumbre de la arquitectura civil archidonesa. Realizada en el siglo XVIII por los arquitectos locales González Sevillano y Astorga Frías, sigue un modelo francés muy de moda en aquella época, pero entroncado con el urbanismo popular de la ciudad, de raíz musulmana, de tal manera que, aunque el espacio no deja de ser una plaza, produce la sensación de ser uno de aquellos patios íntimos de los palacios agarenos de los que hablaban las crónicas. Del mismo modo, aunque la construcción es por su traza manierista, es al mismo tiempo mudéjar por la sabia combinación de ladrillo visto y lienzo enfoscado y enjalbegado. La conjunción de todas estas característica produce un estilo netamente archidonés, que tendría su continuación en la ermita de la Virgen de Gracia y en otros edificios tanto públicos como privados. La edificación de la plaza es unitaria en sus ocho lados y está compuesta por un edificio de tres plantas con cubierta de teja árabe. En la planta baja se suceden grandes vanos de medio punto que constituyen las entradas a las viviendas. La segunda planta muestra una sucesión de balcones con arcos rebajados y baranda continua. En la tercera, en cambio, los huecos son ventanas de medio punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario