1. CUENCA, capital. Fachada de la Catedral.
2. CUENCA, capital. Fachada del Ayuntamiento en la Plaza Mayor.
3. CUENCA, capital. El puente de San Pablo, sobre el río Huécar.
4. CUENCA, capital. Las Casas Colgadas.
5. CUENCA, capital. Otra vista más de las Casas Colgadas.
6. CUENCA, capital. Los famosos "rascacielos" de la calle Alfonso VIII.
7. CUENCA, capital. Trasera de los "rascacielos" conquenses.
8. CUENCA, capital. Otra visión de las traseras de los "rascacielos" conquenses.
CUENCA** (I), capital de provincia: 10 de septiembre de 2008.
Los ríos Júcar y Huécar han tallado esta plataforma rocosa sobre la que se asienta y se desborda colgante en los precipicios, esta ciudad. En plena serranía, rodeada de una naturaleza sembrada de coníferas, con impresionantes parajes fantásticos originados por la erosión, Cuenca alberga tesoros antiguos de gran valor y el único museo de arte abstracto del país.
Antes de adentrarse en el casco antiguo, y para hacerse una idea cabal del singular emplazamiento de la ciudad, es recomendable rodearla por la carretera de circunvalación que sigue el trazado de las hoces y proporciona una primera e insistituible panorámica del conjunto urbano. La plasticidad de los edificios, colgados sobre el abismo con un juego de volúmenes que parece diseñado por una mente capaz de todas las fantasías, crea una imagen difícil de olvidar.
La Catedral*
Se aconseja subir con el automóvil hasta la Plaza Mayor y, si hay suerte, aparcar en ella y comenzar la visita por la catedral de Nuestra Señora de Gracia, que es el monumento más importante y el de mayor antigüedad, ya que se empezó su construcción inmediatamente después de la conquista de Cuenca por Alfonso VIII, casi con seguridad sobre la mezquita árabe. Acostumbrados a las catedrales góticas mas conocidas del país, de inconfundible influencia francesa, nos puede extrañar el insólito aire nórdico de sus partes primitivas y la ausencia de torres. Lo primero se debe a Leonor Plantagenet, esposa del rey Alfonso, que quiso este estilo por razones de su origen británico y para lo cual contó con sus consejeros anglonormandos, que con ella vivieron en Cuenca durante diez años. Lo segundo, es decir, esa impresión de templo sin terminar pero no obstante armónico y equilibrado en sus proporciones, se debe a que la catedral conquense es una iglesia mutilada por sucesivas desgracias a lo largo del tiempo. Iniciada su construcción a finales del XII, se prolongó con mucha lentitud, tanta que su mayor impulso lo consiguió en el siglo XV, cuando se hicieron importantes modificaciones en el ábside. Las capillas, en su mayoría, de los siglos XV-XVI, y desde entonces no han dejado de sucederse las obras hasta fechas no muy lejanas, en las que se han realizado restauraciones -las vidrieras, por ejemplo- importantes.
Entre 1190 y 1250 se construyeron una fachada provisional, tres naves, el ábside y el crucero en estilo gótico. Fernando III hizo levantar parte de la fachada principal y dos torres gemelas en estilo gótico-normando, ya desaparecidas. Hubo luego otra modificación en el siglo XIV y otra distinta en el XVI, que se tuvo que derruir por los daños causados con el desplome de la torre de Giraldo en 1902. La actual es una reconstrucción neogótica de principios del siglo XX, quedando hoy sólo la parte inferior de la torre del Ángel. En la sacristía mayor y sala capitular se guarda una serie de obras de arte que forman el Tesoro catedralicio, aunque muchas de las piezas de este se exponen ahora en el Museo Diocesano.
Casas Colgadas
El Ayuntamiento está en la misma Plaza Mayor, cerrándola con arcada triple, sobre la que presenta un escudo con la leyenda del mono coronado; es del siglo XVIII aunque restaurado en el XX. Desde la plaza podemos recorrer el casco antiguo en varias direcciones, con la seguridad de que nos saldrán al paso palacios o iglesias de verdadero interés. Si bajamos hacia el río Huécar atravesando el arco de la vieja puerta de la muralla, encontraremos el puente de San Pablo sobre el río, desde cuya mitad tenemos una hermosa vista de las famosas Casas Colgadas que forman la estampa más conocida de Cuenca.
Tienen su origen en el Medievo aunque han sido muy reformadas en nuestro siglo. La casa de la Sirena alberga el Mesón de las Casas Colgadas, y en la casa del Rey, de los siglos XIV al XVI y estilo gótico popular, se encuentra el Museo de Arte Abstracto. Tiene una portada renacentista procedente del palacio de Villarejo de la Peñuela.
Los "rascacielos" son también construcciones que dan a Cuenca ese carácter mágico de ciudad de leyenda: los hay en la calle Alfonso VIII, saliendo de la Plaza Mayor hacia la puerta de San Juan, y son un conjunto de 30 edificios cuyas fachadas traseras se precipitan hacia la hoz del Huécar constituyendo un gran muro de ocho o diez plantas, mientras que en las entradas por la calle Alfonso VIII sólo presentan cuatro o cinco plantas.
Hay otro conjunto de "rascacielos", los del Júcar, a lo largo de la bajada de San Miguel, que dan en parte a la calle Pilares y la Plaza Mayor y que presentan gran variedad de elementos arquitectónicos irregulares de gran pintoresquismo: aleros, vigas de madera, galerías corridas, balaustradas, ventanas irregularmente repartidas ... Este tipo de viviendas tiene origen medieval, cuando la ciudad se constreñía en el poco espacio construible sobre la roca.
Entre 1190 y 1250 se construyeron una fachada provisional, tres naves, el ábside y el crucero en estilo gótico. Fernando III hizo levantar parte de la fachada principal y dos torres gemelas en estilo gótico-normando, ya desaparecidas. Hubo luego otra modificación en el siglo XIV y otra distinta en el XVI, que se tuvo que derruir por los daños causados con el desplome de la torre de Giraldo en 1902. La actual es una reconstrucción neogótica de principios del siglo XX, quedando hoy sólo la parte inferior de la torre del Ángel. En la sacristía mayor y sala capitular se guarda una serie de obras de arte que forman el Tesoro catedralicio, aunque muchas de las piezas de este se exponen ahora en el Museo Diocesano.
Casas Colgadas
El Ayuntamiento está en la misma Plaza Mayor, cerrándola con arcada triple, sobre la que presenta un escudo con la leyenda del mono coronado; es del siglo XVIII aunque restaurado en el XX. Desde la plaza podemos recorrer el casco antiguo en varias direcciones, con la seguridad de que nos saldrán al paso palacios o iglesias de verdadero interés. Si bajamos hacia el río Huécar atravesando el arco de la vieja puerta de la muralla, encontraremos el puente de San Pablo sobre el río, desde cuya mitad tenemos una hermosa vista de las famosas Casas Colgadas que forman la estampa más conocida de Cuenca.
Tienen su origen en el Medievo aunque han sido muy reformadas en nuestro siglo. La casa de la Sirena alberga el Mesón de las Casas Colgadas, y en la casa del Rey, de los siglos XIV al XVI y estilo gótico popular, se encuentra el Museo de Arte Abstracto. Tiene una portada renacentista procedente del palacio de Villarejo de la Peñuela.
Los "rascacielos" son también construcciones que dan a Cuenca ese carácter mágico de ciudad de leyenda: los hay en la calle Alfonso VIII, saliendo de la Plaza Mayor hacia la puerta de San Juan, y son un conjunto de 30 edificios cuyas fachadas traseras se precipitan hacia la hoz del Huécar constituyendo un gran muro de ocho o diez plantas, mientras que en las entradas por la calle Alfonso VIII sólo presentan cuatro o cinco plantas.
Hay otro conjunto de "rascacielos", los del Júcar, a lo largo de la bajada de San Miguel, que dan en parte a la calle Pilares y la Plaza Mayor y que presentan gran variedad de elementos arquitectónicos irregulares de gran pintoresquismo: aleros, vigas de madera, galerías corridas, balaustradas, ventanas irregularmente repartidas ... Este tipo de viviendas tiene origen medieval, cuando la ciudad se constreñía en el poco espacio construible sobre la roca.
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