14. ZAMORA, capital. La Catedral.
15. ZAMORA, capital. Cimborrio de la catedral.
16. ZAMORA, capital. Portada del Obispo de la catedral.
17. ZAMORA, capital. Fachada del palacio Episcopal.
18. ZAMORA, capital. Patio del palacio Episcopal.
19. ZAMORA, capital. Cabecera poligonal de la Catedral.
20. ZAMORA, capital. Torre-campanario de la catedral.
21. ZAMORA, capital. Una de las naves laterales de la catedral.
22. ZAMORA, capital. Cúpula del cimborrio y reja de la cap. mayor de la Catedral.
23. ZAMORA, capital. Sillería del coro de la Catedral.
24. ZAMORA, capital. Capilla del Cardenal de la Catedral.
25. ZAMORA, capital. Una de las pandas del claustro de la Catedral.
26. ZAMORA, capital. Tapices flamencos del Museo Catedralicio.
27. ZAMORA, capital. Puerta de acceso al parque del Castillo.
28. ZAMORA, capital. El Alcázar.
29. ZAMORA, capital. La Catedral, desde el Alcázar.
ZAMORA* (II), capital de la provincia: 3 de agosto de 2010.
La Catedral y el Castillo
En la parte más alta de la ciudad, en el extremo occidental, encontraremos la Catedral y el Castillo.
La Catedral* ha sufrido numerosas transformaciones, en general poco afortunadas, desde su construcción inicial entre 1151 y 1174. Su originalidad radica en la combinación de la armonía y la severidad del románico con la influencia bizantina del magnífico cimborrio**, compuesto por un tambor con 16 estrechos ventanales sobre el que se disponen, a modo de gajos, otros tantos gallones cóncavos, con torrecillas similares en los ángulos y cubiertos por escamas semicirculares de piedra. Forma serie con la torre del Gallo de la Catedral Vieja de Salamanca y con la cúpula de la Colegiata de Toro.
La portada del Obispo*, en el flanco meridional, frente al dieciochesco Palacio Episcopal, es la única que permanece visible de las tres originales, y también posee una marcada influencia oriental, tanto por las arquivoltas a base de lóbulos cilíndricos que enmarcan la puerta como por la obra escultórica que adorna los ventanales ciegos situados a ambos lados.
La cabecera del templo es obra ya del gótico tardío (siglo XV) y vino a sustituir a los tres ábsides primitivos. Junto a la trastocada fachada principal se alza una gran torre-campanario inconclusa, de planta cuadrada.
Al penetrar en el luminoso interior, de tres naves de cuatro tramos y crucero apenas marcado, ademas de la majestuosa cúpula bizantina, se impone la presencia del coro, un recinto de piedra situado en el centro del templo. Por su exterior pueden verse varias tumbas antiguas y un Cristo en Majestad, del siglo XVI. Es extraordinaria la sillería*, decorada con relieves que, además de efigiar santos y personajes bíblicos, narran episodios de la vida cotidiana en los albores del Renacimiento. Su autor fue Juan de Bruselas.
Una hermosa reja cierra la Capilla Mayor, presidida por un retablo de apariencia neoclásica (siglo XVIII) que representa la Transfiguración. Al lado, en otro retablo del siglo XVI, destaca la imagen de la Virgen de la Calva, preciosa talla gótica. Son numerosas las capillas con que cuenta el templo, la mayoría de ellas incorporada en los siglos XV-XVII y provista de valiosas obras y labrados sepulcros. Especial interés tiene la capilla del Cardenal, donde puede verse un retablo con tablas de Fernando Gallego (siglo XV).
A través de una puerta renacentista se accede al claustro, construido en el siglo XVII sobre poderosas columnas. En uno de sus lados están las salas del Museo Catedralicio*. Lo más destacado es la colección de grandes tapices flamencos* de los siglos XV-XVII, entre los que sobresalen los dedicados a la guerra de Troya. Merece también una detenida contemplación, al fondo de la planta baja, una custodia procesional (siglo XVI) cuyo principal motivo escultórico es una minuciosa representación de la Última Cena en mesa redonda.
Una puerta plateresca (siglo XVI), a la derecha de la Catedral, da acceso al parque de Castillo, dispuesto en torno a los restos del antiguo alcázar, muy reformado, de perímetro trapezoidal y rodeado por un profundo foso. Son extraordinarias las vistas sobre la vega del Duero y el "Campo de la Verdad".
Enlace a la Entrada anterior de Zamora*:
La portada del Obispo*, en el flanco meridional, frente al dieciochesco Palacio Episcopal, es la única que permanece visible de las tres originales, y también posee una marcada influencia oriental, tanto por las arquivoltas a base de lóbulos cilíndricos que enmarcan la puerta como por la obra escultórica que adorna los ventanales ciegos situados a ambos lados.
La cabecera del templo es obra ya del gótico tardío (siglo XV) y vino a sustituir a los tres ábsides primitivos. Junto a la trastocada fachada principal se alza una gran torre-campanario inconclusa, de planta cuadrada.
Al penetrar en el luminoso interior, de tres naves de cuatro tramos y crucero apenas marcado, ademas de la majestuosa cúpula bizantina, se impone la presencia del coro, un recinto de piedra situado en el centro del templo. Por su exterior pueden verse varias tumbas antiguas y un Cristo en Majestad, del siglo XVI. Es extraordinaria la sillería*, decorada con relieves que, además de efigiar santos y personajes bíblicos, narran episodios de la vida cotidiana en los albores del Renacimiento. Su autor fue Juan de Bruselas.
Una hermosa reja cierra la Capilla Mayor, presidida por un retablo de apariencia neoclásica (siglo XVIII) que representa la Transfiguración. Al lado, en otro retablo del siglo XVI, destaca la imagen de la Virgen de la Calva, preciosa talla gótica. Son numerosas las capillas con que cuenta el templo, la mayoría de ellas incorporada en los siglos XV-XVII y provista de valiosas obras y labrados sepulcros. Especial interés tiene la capilla del Cardenal, donde puede verse un retablo con tablas de Fernando Gallego (siglo XV).
A través de una puerta renacentista se accede al claustro, construido en el siglo XVII sobre poderosas columnas. En uno de sus lados están las salas del Museo Catedralicio*. Lo más destacado es la colección de grandes tapices flamencos* de los siglos XV-XVII, entre los que sobresalen los dedicados a la guerra de Troya. Merece también una detenida contemplación, al fondo de la planta baja, una custodia procesional (siglo XVI) cuyo principal motivo escultórico es una minuciosa representación de la Última Cena en mesa redonda.
Una puerta plateresca (siglo XVI), a la derecha de la Catedral, da acceso al parque de Castillo, dispuesto en torno a los restos del antiguo alcázar, muy reformado, de perímetro trapezoidal y rodeado por un profundo foso. Son extraordinarias las vistas sobre la vega del Duero y el "Campo de la Verdad".
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