30. SEGOVIA, capital. El acueducto desde la plaza de la Artillería.
31. SEGOVIA, capital. El acueducto desde la plaza del Azoguejo.
32. SEGOVIA, capital. La catedral segoviana.
33. SEGOVIA, capital. El Alcázar.
34. SEGOVIA, capital. El monasterio del Parral.
35. SEGOVIA, capital. Igl. de la Vera Cruz.
SEGOVIA** (III), capital de la provincia: 26 de febrero de 2011.
El Acueducto**, una de las más impresionantes obras de ingeniería romana, probablemente fue construido a finales del siglo I d.C., en la época de Domiciano o Trajano, para llevar el agua desde la sierra a un posible campamento situado donde hoy se alza el Alcázar. El tramo más relevante de los 15 km. de extensión que posee su trazado es el puente de 728 m. de longitud y 163 arcos formados por piezas de granito berroqueño superpuestas, sin ningún tipo de ligazón, sostenidas sólo mediante un sabio equilibrio de fuerzas. Tras un profundo giro y ya con el airoso vuelo de su doble arquería, la "madeja de piedra" salva la profunda vaguada de la plaza del Azoguejo, a 29 m. de altura máxima.
El llamado "puente del diablo", imagen ya casi intemporal de la ciudad, ha sufrido sin embargo tal deterioro en los últimos años que incluso se ha llegado a temer seriamente por su supervivencia. Diversas medidas llevadas a cabo en los últimos años tratan de salvar para la posteridad este emblema segoviano ferozmente atacado por la contaminación del tráfico rodado y otras causas de erosión, sin excluir los atentados directos, tales como choques contra sus muros, raspaduras y pintadas. Las tareas de restauración, durante las cuales se han dejado al descubierto tramos de la cacera o canalización subterránea, son lentas y sumamente complicadas y, mientras se realizaban, el símbolo máximo de Segovia ha añadido a su archivo iconográfico un aspecto inédito, rodeado de andamios y envuelto en plásticos. Ojalá sea sólo una anécdota más entre las muchas que jalonan su larga historia.
A la plaza mayor asoma el ábside de la Catedral**, uno de los últimos grandes templos góticos construidos en la Península, entre 1525 y 1577, después de que un incendio redujera a cenizas la anterior obra románica, situada frente al Alcázar, durante el conflicto comunero. Se la conoce como la "dama de las catedrales" y fue trazada originalmente por Juan Gil de Hontañón, aunque no se consagró hasta mediados del siglo XVIII. Sobre la austera fachada sobresale a gran altura (90 m.) la poderosa torre*, mientras que la zona de la cabecera, dispuesta en planos decrecientes, se corona con airosos pináculos.
La herreriana puerta de San Frutos, en el lado norte, da acceso al interior, armónico y de grandes proporciones. Consta de tres naves, crucero, ábside con girola y cubierta de bóvedas de crucería que apoyan sobre esbeltos pilares de diversos estilos. En la parte alta se abren ventanales con vidrieras bajo los que corre una larga galería. Una veintena de capillas, cerradas por buenas rejas y provistas de valiosos retablos, se disponen en las naves laterales y alrededor de la girola.
Precedido de jardines y sobre el espolón que circundan los ríos Eresma y Clamores, se eleva como quilla de barco el Alcázar**, "un castillo de verdad, el más parecido del mundo a un castillo de mentira soñado por un niño", según expresión de Dionisio Ridruejo que algunas fantasías de Walt Disney han demostrado atinada. Su origen, aparte de los precedentes de época romana e incluso anteriores, se remonta a los tiempos inmediatos a la repoblación de la ciudad (siglo XII).
Al otro lado del Eresma se alza el monasterio del Parral*, fundado a mediados del siglo XV y formado por un conjunto de edificios góticos y renacentistas que acogen una comunidad de monjes jerónimos. No queda lejos, junto a la carretera de Zamarramala, la singular iglesia de la Vera Cruz**. Se trata de un templo de origen templario (siglo XIII), de exterior poligonal, de 12 lados, saliente torre cuadrada y sencillas portadas.
Enlace a la Entrada anterior de Segovia**:
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