ROMA** (VIII), capital de la provincia, de la región, y de Italia: 7 de septiembre de 2023.
Basílica de San Pedro**. Piazza San Pietro, (visita, de octubre a marzo, de 7 h a 18.30 h; de abril a septiembre, de 7 h a 19 h. Las visitas se suspenden durante las celebraciones litúrgicas; www.vaticanstate.va, www.museivaticani.va). Incluso los visitantes más experimentados encuentran dificultades para hacerse una idea de sus proporciones. Quizá sirvan de ayuda las cifras, empezando por los 22.067 m2 de superficie que la convierten en la mayor iglesia del mundo. Impresionan en particular la altura del edificio (136 m hasta la cruz de la cúpula de Miguel Ángel) y el diámetro (42 m) de la propia cúpula. Igual que las vicisitudes históricas que han dado lugar al templo actual y que se remontan a los orígenes del cristianismo.
La primera basílica constantiniana se construyó hacia el año 320 y la consagró el papa Silvestre I en el año 326, aunque no se terminó hasta el año 349. Presentaba cinco naves divididas por columnas y un gran atrio con cuádruple pórtico y la pila para las abluciones, en la que el agua brotaba de la piña, actualmente en el patio del mismo nombre de los Palacios Vaticanos. A mediados del siglo XV, la reconstrucción total del edificio era ya una tarea inaplazable. Nicolás V se la encargó a Bernardo Rossellino (1453), pero las obras comenzaron realmente en tiempos de Julio II a cargo de Bramante, a quienes siguieron otros arquiectos partidarios de una planta en cruz griega (Bramante, Peruzzi y Miguel Ángel) o latina (Rafael y Sangallo el Joven). Pablo V resolvió la cuestión adoptando la cruz latina y encomendó la prolongación de la basílica a Carlo Maderno, quien la terminó en 1614. Urbano VIII la abrió al culto el 18 de noviembre de 1626, en el 1300 aniversario de su primera consagración. A Maderno le su cedió Gian Lorenzo Bernini, pero problemas de diversa índole le impidieron terminar la fachada con dos grandes campanarios.
Interior. Es una serie ininterrumpida de obras maestras y lugares relacionados con acontecimientos históricos que los peregrinos han transformado en etapas irrenunciables de su recorrido devocional.
La noche de Navidad del año 800, Carlomagno se arrodilló para recibir de León III la unción y la corona imperial sobre el gran disco de pórfido del pavimento de la nave mediana. La estatua de bronce de San Pedro*, antes considerada del siglo V, aunque debe de ser del siglo XIII (probablemente de Arnolfo di Cambio), da paso a la cúpula*, sorprendente por sus dimensiones: sobre cuatro pilares de sección pentagonal apoyan otras tantas arcadas. Sobre el tambor, columnas geminadas flanquean 16 ventanas y sostienen la cornisa, base del casquete dividido en otros tantos costolones. La decoración de mosaico articulada en seis nivele es de Cavalier d'Arpino (1605). Las estatuas que mandó poner Urbano VIII en la base de los pilares representan a San Longino (G. L. Bernini, 1639), Santa Elena (1646), Santa Verónica (Francesco Mochi, 1632) y San Andrés (François Duquesnoy, 1640). Encima de ellas, cuatro balconadas de Bernini exponen las reliquias más preciadas de la Iglesia.
Según la opinión popular, Bernini tuvo que fundir los bronces del pronaos del Panteón para realizar (1624-1633) el imponente (29 m de altura) baldaquino sobre el altar papal. Contó con la ayuda de Duquesnoy, Giuliano Finelli y, en la parte arquitectónica, Francesco Borromini. Entre los pámpanos de las columnas salomónicas se ven las abejas de los Barberini (la familia de Urbano VIII) y arriba cuatro ángeles sosteniendo festones y volutas rematadas por un globo dorado con la cruz.
En la "confessione" que hay al pie, abierta por Carlo Maderno, 99 lámparas iluminan la tumba de Pedro.
El cristal de seguridad de la primera capilla de la nave derecha, decorada, igual que las demás y el transepto, con mosaicos del siglo XVIII, copia de las pinturas de Santa Maria degli Angeli, anuncia la presencia de la Pietà**, grupo escultórico en mármol (1498-1499) considerado justamente como una de las máximas expresiones del genio de Miguel Ángel, la transición a su madurez expresiva. En el primer pasillo, bajo la estatua de León XII (Giuseppe Fabris, 1836), se abre la capilla de las Reliquias de Bernini, también llamada de la Crucifixión, por la que puede verse, atribuida a Cavallini; a la izquierda está el monumento funerario de Cristina de Suecia, de Carlo Fontana.
A continuación se halla la capilla de San Sebastián, presidida por un gran mosaico del martirio del santo, obra de Pier Paolo Cristofari; el techo está decorado con mosaicos de Pietro da Cortona. Bajo el altar están los restos de San Juan Pablo II, el querido papa Wojtyla, tras una gran losa de mármol blanca. El 27 de abril de 2014, cuando fue canonizado, se puso la siguiente inscripción: "Sanctus Ioannes Paulus II". Hasta 2011, los restos descansaban en las grutas vaticanas.
En el mismo lugar se halla el monumento de Pío XII, de Francesco Messina y en el segundo pasillo, el sepulcro de Inocencio XII, diseñado por Ferdinando Fuga, y el monumento de la condesa Matilde de Canossa, diseñado por Bernini, autor asimismo del sagrario de bronce dorado (1674) de la gran capilla del Santísimo Sacramento, decorada con estucos dorados y con una cancela diseñada por Borromini. A la derecha del tercer pasillo se halla el monumento de Gregorio XIII (Camilo Rusconi, 1720-1723) y a la izquierda la tumba de Gregorio XIV (las estatuas de la Religión y la Justicia son de Prospero Antichi).
Cuatro capillas cubiertas con cúpulas delimitan los ángulos del deambulatorio de Miguel Ángel por las pilastras de la cúpula. En el altar de la capilla Gregoriana, obra de Giacomo Della Porta (1583) hay una Virgen del Socorro del siglo XI, procedente de la primera basílica. El monumento funerario de Clemente XIII* (1784-1792) es una de las obras más logradas de Antonio Canova; Mattia De Rossi diseñó en 1684 la tumba del papa Clemente X.
El efecto simbólico y escenográfico del baldaquín lo reforzó Bernini con la cátedra de San Pedro* situada en el ábside o tribuna. Se trata de una majestuosa obra barroca de bronce dorado sostenida por las estatuas de los Padres de la Iglesia, con gloria en estuco dorado donde destaca el símbolo del Espíritu Santo; custodia la antigua cátedra de madera, tal vez el trono de Carlos II el Calvo (siglo IX). Bernini realizó además el monumento funerario de Urbano VIII* (1627-1647) y Guglielmo Della Porta el de Pablo III* (1551-1575). El altar con las reliquias del pontífice presenta una obra en mármol de Alessandro Algardi (León Magno contra Atila, 1646-1650); la Virgen del siguiente altar, probablemente sea del siglo XV. De la sacristía (Carlo Marchionni, 1776-1784) se pasa a la sacristía de los Canónigos (en la puerta se ve una Gloria de santos* de F. Zuccari, contigua a una capilla con una Virgen con el Niño y el Bautista de G. Romano.
¿Una obra de un artista protestante en San Pedro? Parece una paradoja, pero en el interior de la capilla Clementina terminada por Giacomo Della Porta puede verse la tumba de Pío VII (1823) de Thorvaldsen. Sobre el pilar de la cúpula que forma ángulo con la nave izquierda se ve una copia de la Transfiguración de Rafael y enfrente el monumento de León XI (1634-1652) de Algardi. Carlo Maderno diseñó la rica capilla del Coro, con estucos dorados en la bóveda atribuidos a Carlo Maratta. La tumba de Inocencio VIII** en bronce dorado, obra de Pollaiolo (1498) se trasladó aquí desde la basílica antigua en 1621. La capilla de la Presentación acoge los monumentos funerarios de Juan XXIII (derecha, E. Greco) y Benedicto XV (izquierda, P. Canonica). En el pasillo, en la primera capilla se ven el monumento a María Clementina Sobieski, esposa de Jacobo Eduardo Estuardo, el Pretendiente, según diseño de Filippo Barigioni, y el monumento de los últimos Estuardos de Canova, en forma de estrella (1817-1819). La pila bautismal es la tapa de un sarcófago, probablemente del sepulcro de Adriano, después tumba de Otón II.
Museo Histórico-Artístico-Tesoro de San Pedro. (Visita, de abril a septiembre, de 9 h a 18.15 h; de octubre a marzo, de 9 h a 17.15 h; www.vaticanstate.va. Se accede desde el interior de la Basílica). El tesoro ha sufrido varios saqueos (846, musulmanes; 1527, Carlos I; 1797, Napoleón) y queda poco de él.
La Columna Santa donde, según la tradición, se habría apoyado Cristo en el templo de Salomón es del siglo IV; la llamada dalmática de Carlomagno, en realidad es bizantina; la famosa Crux Vaticana es un regalo del emperador de Oriente Justino II a Roma (siglo VI).
El monumento de Sixto IV es obra de Pollaiolo (1493). El sarcófago de Giunio Basso**, prefecto de Roma en 359, con escenas bíblicas.
Grutas Santas Vaticanas. (Visita, de abril a septiembre, de 7 h a 18 h; de octubre a marzo, de 7 h a 17 h; www.vaticanstate.va. La entrada se abre en el pórtico de la Basílica). Según la creencia, la primitiva iglesia se levantó sobre la arena del circo de Nerón, donde el apóstol Pedro sufrió martirio. Sin embargo, las excavaciones promovidas por Pío XII desde 1940 a 1957 no han descubierto nada de eso, sino un cementerio de los siglos I-IV.
No obstante, la capilla de San Pedro, edificada sobre el sepulcro del apóstol, es el centro de las llamadas Grutas Nuevas, creadas al realzarse el pavimento para construir la nueva basílica y desarrolladas en semicírculo en torno a la tumba, también conocida como Clementina, porque fue ricamente decorada con un revestimiento de mármol en tiempos de Clemente VII; después se hicieron las ramificaciones radiales que conducen a los oratorios de las basas de las columnas de la cúpula y a las cinco capillas. En la capilla de los Patronos de Europa, a la derecha de la bajada, hay una Virgen con ángeles, de fines del siglo XIII, procedente de la antigua basílica. Ante la capilla de Santa Elena hay una cabeza de San Andrés de Isaia da Pisa (1463), mientras que el altar de malaquita de la capilla de San Pedro oculta otro del siglo VI; en la tumba de Pío XII puede verse un fresco del siglo XV (Virgen con el Niño) y otro de P. Cavallini en la capilla de Santa Verónica.
Las Grutas Viejas datan de 1606, cuando Pablo V ordenó derribar la parte anterior de la basílica primitiva, y consisten en tres naves con bóvedas sobre gruesos pilares, con una extensión de 50 m debajo de la nave central. A lo largo de la nave derecha hay una pequeña capilla circular con la tumba de Juan XXIII y al lado las de Cristina de Suecia y la reina de Chipre. Al final están las tumbas de Bonifacio VIII, de Arnolfo di Cambio (en parte) y Nicolás III en un sarcófago paleocristiano. En la nave central está el monumento a Pío VI orante, de Antonio Canova y terminado por Adamo Tadolini (1821-1822).
El resto de las Grutas Santas Vaticanas (seis salas con lápidas, monumentos funerarios y relieves de Giovanni Dalmata, Paolo Taccone y Paolo da Siena, entre otros) está dentro de la Necrópolis Preconstantiniana (visita, previa solicitud: visitedidattiche.musei@scv.va), un pasadizo con mausoleos familiares, decorados con pinturas y con nichos para las urnas. La sepultura originaria de San Pedro está indicada por un sencillo monumento formado por dos nichos superpuestos.
Jardines Vaticanos*. (Visita guinda con reserva previa; el recorrido dura unas 2 horas. Compra de entradas en biglietteriamusei.vatican.va. Más información en www.museivaticani.va). Pulmón verde de la Ciudad del Vaticano, mantiene en muchos puntos el aspecto del siglo XVI. Aquí se halla el monumento más importante del Estado, el pabellón de Pío IV, obra de Pirro Ligorio (1558-61), con dos cuerpos y sendos pabellones laterales: el edificio menor, presidido de una fuente, con mosaicos en el basamento y una galería en la parte superior; el otro está decorado en estuco y en el interior tiene frescos de Federico Barocci, Santi di Tito y F. Zuccari.
La sala de audiencias. Uno de los edificios importantes de la Ciudad del Vaticano es la sala de las audiencias pontificias. Su atrevida estructura en forma de concha, obra de Pier Luigi Nervi, tiene capacidad para 12.000 personas, pero con frecuencia resulta insuficiente para acoger a todos los que desean presenciar la audiencia de los miércoles y otras ceremonias que se celebran en la plaza de San Pedro (VV.AA. Guía total: Roma y el Vaticano. Anaya. Madrid, 2020).
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