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sábado, 30 de marzo de 2024

3995. ROMA** (XXVIII), capital: 10 de septiembre de 2023











ROMA** (XXVIII), capital de la provincia, de la región, y de Italia: 10 de septiembre de 2023.
Castillo de Sant'Angelo**. Lun­gotevere Castello, 50. Adriano ordenó le­vantar el mausoleo (Hadrianeum) para él y sus sucesores. Se comenzó a construir al mismo tiempo que el puente sobre el Tíber, en torno al año 123, sobre un proyecto tal vez ideado por el propio emperador, pero concluido por Antonio Pio un año después de su muerte. Consistía en una base cuadrada de 86,3 m de lado sobre la que se apoyaba un edifi­cio circular de 64 m de diámetro, revestido de travertino, que servía a su vez de base para un segundo edificio, también circular, de menor diámetro.
     En su interior había tres grandes salas superpuestas, que aún se conservan, para las tumbas imperiales y una doble rampa helicoidal, que aún se puede recorrer en su primer tramo. Dada su naturaleza acorazada, Aureliano transformó el mausoleo en avanzadilla fortificada, rodeándolo de murallas y torreones; la puerta abierta en el recinto -más tarde llamada de San Pedro- se conecta con la basílica mediante la 'Portica', que en la Edad Media se convirtió en el último tramo del recorrido de los peregrinos que visitaban la tumba del apóstol. Durante siglos, el Hadrianeum desempeñó funciones de baluarte defensivo, así como de cárcel, para la corte de los papas (el Passetto di Borgo lo conectaba con los Palacios Vatica­nos). Los papas trasladaron aquí su archivo secreto y el tesoro de la Iglesia, y desde lo alto de sus glacis, Benvenuto Cellini disparó el certero proyectil que hirió de muerte al comandante de los lansquenetes de Carlos V, en el Saqueo de Roma. Desde 1859 el monumento es propiedad del Estado italiano. Desde que se peatonalizó el trecho de lungotevere entre el puente y el castillo -conectados por el agradable paseo que rodea los jardines- es más fácil observar el exterior del conjunto, cuyo aspecto se debe a las obras de restauración de finales del siglo XIX y en 1933-1934.
     En su recinto destacan los cuatro torreones de las esquinas añadidos por Nicolás V y Alejandro VI: mirando desde la cabecera del puente de Sant'Angelo se tiene a la derecha el de San Juan y a la izquierda el de San Mateo a los que corresponden, en los vértices opuestos, los de San Lucas y San Marcos, respectivamente. A lo largo del paño entre los bastiones de San Juan y San Marcos se reconstruyó la puerta de entrada al castillo. El cuerpo cilíndrico romano está coronado con la torre cuadrada a la que están adosados los aposentos papales renacentistas; encima están las estancias del siglo XVIII del vicecastellano y en el vértice, sobre la azotea, la estatua del arcángel San Miguel de Pieter Antoon Verschaffelt.
Museo Nazionale di Castel Sant'Angelo*. (Visita de 9 h a 19.30 h, www.castelsantangelo.com). Aparte de las interesantes condiciones de cerámicas, muebles y pintura renacentistas, lo más fascinante es el hecho de moverse por el interior de unas salas que atesoran dos mil años de historia; el visitante puede salir de una pieza de época imperial para entrar en una estancia decorada con frescos manieristas en el siglo XVI. Después de traspasar la entrada, aparecen dos salas radiales romanas, para luego recorrer el deambulatorio que Bonifacio IX añadió entre el edificio cilíndrico y el perímetro cuadrangular del castillo. Para retroceder diez siglos atrás en el tiempo, basta tomar, a la altura del portal que prolonga la línea el puente de Sant'Angelo, la moderna escalera que desciende al dromos, corredor dispuesto al nivel del Hadrianeum y cerrado por un vestíbulo antiguamente revestido con mármol (como demuestran los agujeros de la pared), donde dos maquetas ilustran una hipotética reconstrucción del edificio, en base a la información recabada en las excavaciones arqueológicas desarrolladas a principios del siglo XX, en las que se representan las partes romanas y se han eliminado los añadidos posteriores.
     También es antigua la rampa helicoidal, cuyas paredes atestiguan la habilidad constructiva de los romanos; bajo el suelo, originalmente cubierto con un mosaico de pequeñas teselas blancas, se dispone un complejo sistema de drenaje de las aguas pluviales. Con una longitud de 125,5 m e iluminada y ventilada con cuatro respiraderos abiertos en el techo, la rampa sube con una ligera pendiente y recorre entero el perímetro del cuerpo cilíndrico mayor, superando un desnivel de 12 m. Otra sala del mausoleo romano es, tras la rampa diametral, la sala de las Urnas cinerarias y que, según la tradición, contuvo los restos mortales de Adriano. Prosiguiendo hasta la actual sala de la Justicia se hallan una serie de cámaras de los siglos XV y XVI.
     En el patio de Honor -también llamado del Ángel porque su centro está dominado por la estatua del arcángel San Miguel, esculpida por Raffaaello da Montelupo (1544), y hasta 1747 emplazada en lo alto del edificio- se accede a la derecha a la antigua Armería, y por la izquierda a las salas llamadas de Clemente VIII (por sus escudos) y a la sala de Apolo, con decoración grutesca de Perin del Vaga y sus discípu­los. Desde aquí se accede a la sala de la Justicia, que corresponde a la segunda de las tres celdas superpuestas del Hadrianeum, donde entre otros se celebraron los procesos contra Beatrice Cenci y Giordano Bruno. Contiguas a la de Apolo, en las salas de Clemente VII se recuerda al papa Médicis, que durante el Saqueo de Roma se refugió en el castillo; aquí hay una pequeña pinacoteca con obras de Carla Crivelli, Luca Signorelli y Marcello Fogolino.
     Desde el patio del Pozo (del siglo XV) una puerta da paso a las Prisiones histó­ricas y por una escalera se desciende al depósito de víveres del castillo, donde había 84 tinajas de aceite y cinco silos para el grano que constituían las provisiones de la guarnición. Otra pequeña escalera sube a la stufetta (cuarto de baño) de Clemente VII; en las paredes hay exquisitos ejemplos de decoración al fresco y estucos de temas marinos, quizás de Giovanni da Udine según di­seño de Giulio Romano. Hay que subir un poco más para llegar a la elegante galería de Pablo III, con decoración grutesca (1543) y atribuida a Antonio da Sangallo el Joven. El paseo cubierto de Pío IV (vistas*) lleva a la galería de Julio II, atribuida a Giuliano da Sangallo, que sirve de entrada a las magníficas salas de los aposentos de Pablo III*, decorados al fresco en 1542-1549 según proyecto de Del Vaga. Después de la Biblioteca, que era la sala de representación, la habitación del Adrianeo se decoró en el friso con una imagen del mausoleo en 1545, al igual que vecina habitación de los Festones que introduce a la Cagliostra, antigua galería de los aposentos de Pablo II, donde estuvo recluido el nigromante palermitano. En la cámara del Tesoro, a la que se accede desde la biblioteca y que se corresponde con la tercera sala del mausoleo, los armarios de nogal estaban destinados a los archivo secretos del papa. La última parte del monumento antiguo corresponde a la sala Redonda superior, donde hay una escalera que asciende hasta la azotea (vistas*) a los pies del arcángel San Miguel, bronce de Pieter Antoon Verschaffelt colocado en 1752 para sustituir el de Raffaello de Montelupo; la campana de la Misericordia anunciaba la ejecución de una pena capital. Una rampa baja a los aposentos del Vicecastellano, de mediados del siglo XVIII.
     León IV nunca hubiera imaginado que las Murallas Leoninas, que él mismo levantó en torno a San Pedro en 874-852 tras la terrible incursión sarracena, servirían algún día a los papas para escapar con rapidez del Vaticano y refugiarse en la fortaleza del castillo. A Nicolás III se le ocurrió hacia 1227 añadir sobre la muralla un pasadizo cubierto, Passetto di Borgo, al que se entra desde el bastión de San Marcos (VV.AA. Guía total: Roma y el Vaticano. Anaya. Madrid, 2020).

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3994. ROMA** (XXVII), capital: 9 de septiembre de 2023.

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