29. SORIA, capital. Fachada de la igl. de Sto. Domingo. |
30. SORIA, capital. Capitel de la fachada de la igl. de Sto. Domingo. |
31. SORIA, capital. Tímpano de la portada principal de la igl. de Sto. Domingo. |
32. SORIA, capital. Portada principal de la igl. de Sto. Domingo. |
33. SORIA, capital. Rosetón de la fachada principal de la igl. de Sto. Domingo. |
34. SORIA, capital. Escudo nobiliario en la fachada del pal. de los Condes de Gómara. |
35. SORIA, capital. Pasadizo bajo el pal. de los Condes de Gómara. |
36. SORIA, capital. La igl. de San Juan de Rabanera. |
37. SORIA, capital. Relieves en los muros de la igl. de San Juan de Rabanera. |
38. SORIA, capital. Portada principal de la igl. de San Juan de Rabanera. |
39. SORIA, capital. Decoración del ábside de la igl. de San Juan de Rabanera. |
SORIA* (III), capital de la provincia: 20 de julio de 2005.
Hacia el Norte del Centro histórico, y tras pasar cerca del Instituto de Bachillerato, antiguo colegio de los Jesuitas, donde impartiera clases de francés Antonio Machado, la Iglesia de Santo Domingo* situada en la calle de Santo Tomé. De la primitiva iglesia de Santo Tomé, construida en las primeras décadas del siglo XII, sólo queda parte de la nave y la torre. En la segunda mitad se quiso agrandarla, derribando para ello gran parte de lo construido. A esta segunda etapa pertenece la gran fachada románica occidental. Durante el siglo XX ha experimentado sucesivas restauraciones.
La fachada nada tiene que ver con el románico soriano, sino más bien es una gran portada, de la Francia central trasladada a la meseta del Duero.
Se divide horizontalmente en dos registros. En el inferior se abre la portada en un cuerpo sobresaliente con frontón desnudo hasta la línea de canecillos. A ambos lados de la portada se disponen cuatro arcadas ciegas, dos a cada lado, a dos alturas y de cuatro arcos de medio punto cada una, agrupadas por parejas. Los fustes de las arquerías inferiores son más esbeltos, teniendo la altura de los de la portada. Sus capiteles son historiados con escenas veterotestamentarias algunos y mostrando, otros, animales y los arcos llevan en su tímpano arquillos sobre pilastras. Sobre una imposta corrida se dispone el segundo registro, consistente en un frontón desnudo a dos aguas perforado por un gran rosetón central. Una gran cruz remata el piñón.
La portada** propiamente dicha consta de cuatro arquivoltas de medio punto que apean sobre cinco pares de columnas (ya que la exterior se apoya sobre dos pares) con magníficos capiteles cuyos anchos cimacios corren hasta las jambas sobre las que descansa un tímpano figurado. El primer capitel doble de la izquierda representa la Creación del Universo: líneas onduladas de gran ritmo muestran la separación por Dios de las aguas y de las tierras; el Creador aparece en el centro y con los planetas en sus manos. Los otros tres capiteles representan el Paraíso (Dios crea a Adán del barro), la Caída y el Castigo. La talla de la jamba se encuentra muy estropeada. La jamba derecha muestra una talla al interior, siguiendo la línea de los capiteles, con la historia de los primeros padres: Adán trabajando la tierra, Caín y Abel, y en el capitel doble la muerte de éste por su hermano. Las cuatro arquivoltas soportan en su intradós pequeñas figuras en distintas series, dispuestas radialmente, y representando un conjunto sin igual. En el arco interior se muestra a los veinticuatro ancianos (simpáticos y distendidos) del Apocalipsis con instrumentos musicales y presididos por un ángel con alas desplegadas. La segunda arquivolta está dedicada a la matanza de los Inocentes con Abraham recibiendo en su seno las almas de los infantes (los ángeles le transportan sus cabezas y un diablo confraternizando con Herodes). En la tercera se representan escenas de la Vida de Jesús con algún salto en el orden cronológico y presidida por la mano de Dios sobre un crismón (los Reyes Magos comparten cama y manta, la Huida a Egipto, dado su volumen, es representada transversalmente). Por último, la arquivolta exterior narra la Pasión de Cristo (en Getsemaní uno de los apóstoles duerme, el Sepulcro vacío representa la Resurrección, las tres Marías aparecen en dos ocasiones). En el tímpano se muestra al Padre Eterno envuelto en gran mandorla que sienta en sus rodillas al Niño Jesús (el primero de impresionante serenidad y fuerza, mientas el Niño abre los brazos; ambos bendiciendo). Les rodea un tetramorfos y la Virgen (coronada) y San José, ocupan los extremos.
Toda la obra escultórica de la portada parece deberse a una misma mano o fraternidad de constructores. Su autor muestra una talla sencilla, limpia, de volúmenes nítidos y desprendidos, evolucionado en los pliegues y con un canon en las figuras pequeñas, como es normal en el románico anterior en el que la cabeza tiene una presencia importante. No sucede lo mismo en algunas grandes figuras del tímpano. La imperiosa presencia del Padre, la "sensación de Dios" que de Él emana, puede deberse también a una cabeza más proporcionada al resto del cuerpo, imponiendo así un realismo ausente en el resto de la portada.
En el extremo de las enjutas aparecen el rey Alfonso VIII y su esposa doña Leonor. Sobre ellos, en el segundo registro, se abre un gran rosetón* de ocho radios (columnillas con sus propios capiteles) que llegan hasta otros tantos arquillos dentados y tres roscas talladas que representan escenas de caza y a animales, rematando un semicírculo exterior con funciones de guardapolvos.
En el interior de esta obra maestra del románico, convertida en iglesia de un convento de clarisas, es de tres naves y muestra ya rasgos plenamente góticos e incluso renacentistas, puesto que las obras, iniciadas en el siglo XII, se prolongaron hasta el siglo XVI, conservándose algunos capiteles románicos interesantes.
Santo Domingo representa un punto y aparte en el románico del alto Duero. Un románico que rompe con lo hasta entonces visto y con lo que quedaba por ver. Románico de inspiración francesa interpretado desde la sobriedad castellana. Fachada que inspira serenidad y equilibrio desde su totalidad o desde cualquiera de sus elementos. Padre Eterno, capiteles, tallas de las arquivoltas. Hay otro componente castellano inapreciable a la hora de valorar el conjunto y es el sol que al atardecer incide sobre la piedra dorada soriana haciendo refulgir la fachada. Portada para la observación minuciosa, para embeberse en un mundo particular y completo que muestra las escenas capitales en la historia de la humanidad, presidido por un Padre que sienta maternalmente a su Hijo en las rodillas.
La fachada nada tiene que ver con el románico soriano, sino más bien es una gran portada, de la Francia central trasladada a la meseta del Duero.
Se divide horizontalmente en dos registros. En el inferior se abre la portada en un cuerpo sobresaliente con frontón desnudo hasta la línea de canecillos. A ambos lados de la portada se disponen cuatro arcadas ciegas, dos a cada lado, a dos alturas y de cuatro arcos de medio punto cada una, agrupadas por parejas. Los fustes de las arquerías inferiores son más esbeltos, teniendo la altura de los de la portada. Sus capiteles son historiados con escenas veterotestamentarias algunos y mostrando, otros, animales y los arcos llevan en su tímpano arquillos sobre pilastras. Sobre una imposta corrida se dispone el segundo registro, consistente en un frontón desnudo a dos aguas perforado por un gran rosetón central. Una gran cruz remata el piñón.
La portada** propiamente dicha consta de cuatro arquivoltas de medio punto que apean sobre cinco pares de columnas (ya que la exterior se apoya sobre dos pares) con magníficos capiteles cuyos anchos cimacios corren hasta las jambas sobre las que descansa un tímpano figurado. El primer capitel doble de la izquierda representa la Creación del Universo: líneas onduladas de gran ritmo muestran la separación por Dios de las aguas y de las tierras; el Creador aparece en el centro y con los planetas en sus manos. Los otros tres capiteles representan el Paraíso (Dios crea a Adán del barro), la Caída y el Castigo. La talla de la jamba se encuentra muy estropeada. La jamba derecha muestra una talla al interior, siguiendo la línea de los capiteles, con la historia de los primeros padres: Adán trabajando la tierra, Caín y Abel, y en el capitel doble la muerte de éste por su hermano. Las cuatro arquivoltas soportan en su intradós pequeñas figuras en distintas series, dispuestas radialmente, y representando un conjunto sin igual. En el arco interior se muestra a los veinticuatro ancianos (simpáticos y distendidos) del Apocalipsis con instrumentos musicales y presididos por un ángel con alas desplegadas. La segunda arquivolta está dedicada a la matanza de los Inocentes con Abraham recibiendo en su seno las almas de los infantes (los ángeles le transportan sus cabezas y un diablo confraternizando con Herodes). En la tercera se representan escenas de la Vida de Jesús con algún salto en el orden cronológico y presidida por la mano de Dios sobre un crismón (los Reyes Magos comparten cama y manta, la Huida a Egipto, dado su volumen, es representada transversalmente). Por último, la arquivolta exterior narra la Pasión de Cristo (en Getsemaní uno de los apóstoles duerme, el Sepulcro vacío representa la Resurrección, las tres Marías aparecen en dos ocasiones). En el tímpano se muestra al Padre Eterno envuelto en gran mandorla que sienta en sus rodillas al Niño Jesús (el primero de impresionante serenidad y fuerza, mientas el Niño abre los brazos; ambos bendiciendo). Les rodea un tetramorfos y la Virgen (coronada) y San José, ocupan los extremos.
Toda la obra escultórica de la portada parece deberse a una misma mano o fraternidad de constructores. Su autor muestra una talla sencilla, limpia, de volúmenes nítidos y desprendidos, evolucionado en los pliegues y con un canon en las figuras pequeñas, como es normal en el románico anterior en el que la cabeza tiene una presencia importante. No sucede lo mismo en algunas grandes figuras del tímpano. La imperiosa presencia del Padre, la "sensación de Dios" que de Él emana, puede deberse también a una cabeza más proporcionada al resto del cuerpo, imponiendo así un realismo ausente en el resto de la portada.
En el extremo de las enjutas aparecen el rey Alfonso VIII y su esposa doña Leonor. Sobre ellos, en el segundo registro, se abre un gran rosetón* de ocho radios (columnillas con sus propios capiteles) que llegan hasta otros tantos arquillos dentados y tres roscas talladas que representan escenas de caza y a animales, rematando un semicírculo exterior con funciones de guardapolvos.
En el interior de esta obra maestra del románico, convertida en iglesia de un convento de clarisas, es de tres naves y muestra ya rasgos plenamente góticos e incluso renacentistas, puesto que las obras, iniciadas en el siglo XII, se prolongaron hasta el siglo XVI, conservándose algunos capiteles románicos interesantes.
Santo Domingo representa un punto y aparte en el románico del alto Duero. Un románico que rompe con lo hasta entonces visto y con lo que quedaba por ver. Románico de inspiración francesa interpretado desde la sobriedad castellana. Fachada que inspira serenidad y equilibrio desde su totalidad o desde cualquiera de sus elementos. Padre Eterno, capiteles, tallas de las arquivoltas. Hay otro componente castellano inapreciable a la hora de valorar el conjunto y es el sol que al atardecer incide sobre la piedra dorada soriana haciendo refulgir la fachada. Portada para la observación minuciosa, para embeberse en un mundo particular y completo que muestra las escenas capitales en la historia de la humanidad, presidido por un Padre que sienta maternalmente a su Hijo en las rodillas.
Más hacia el centro encontramos el Palacio de los Condes de Gómara*, obra renacentista de finales del siglo XVI, utilizado como palacio de Justicia y cuyo interior ha sido remozado. Puede considerarse, sobre todo por su imponente fachada y la alta torre prismática, como una de las mejores muestras de arquitectura civil de la ciudad.
En la calle de los Caballeros, de nombre evidente por las nobles residencias blasonadas que aún pueden admirarse en ella, se alza la Iglesia de San Juan de Rabanera*, frente a la galería de estatuas de célebres personajes sorianos que adornan la fachada de la Diputación Provincial. Construida a finales del siglo XII, en 1908 se le añadió a los pies la portada de San Nicolás, cuyas ruinas se conservan más abajo. Sucesivas restauraciones han terminado por dejarla exenta, luciendo así su fábrica románica.
De planta de cruz latina con nave única y cabecera de profundo pesbiterio y ábside semicircular. Sobre la cúpula del crucero se levanta una torre cuadrada.
La cabecera al exterior llama la atención por su altura, su profundida, el gran tamaño de las ventanas y la ornamentación poco usual de los arcos ciegos. Está dividida en secciones por cuatro pilares acanalados a partir de la imposta que anilla el ábside. Las arquivoltas de las ventanas están ligerísimamente apuntadas y los arcos ciegos de medio punto presentan grandes rosetones. Una corona de canecillos tallados recorre la cabecera.
Los hastiales de los brazos del transepto presentan vental de medio punto, estando rematados por un león y su presa. En el muro meridional se abría una portada de cuatro arquivoltas que presenta temas florales, tanto en el tímpano como en los capiteles.
La portada occidental es la de San Nicolá, trasladada a comienzos del siglo XX. Es muy conjuntada y está formada por cuatro arquivoltas planas de escasa ornamentación que apean sobre los tres pares de columnas sobre alto zócalo y en las jambas. Son cuatro los pares de capiteles ya que los de las jambas sostienen el tímpano. Los de la izquierda muestran temas neotestamentarios: aparición de Jesús a la Magdalena, Resurrección, cena en casa de Simón y aparición a Tomás. Los de la derecha, así como el tímpano, están dedicados a la vida de San Nicolás.
Los arcos en el interior son muy apuntados y soportan distintos tipos de cubrición: bóveda gallonada en el ábside, de medio cañón apuntado con falsos nervios en el presbiterio y brazos, siendo del siglo XVIII la de la nave. La cúpula del crucero es semiesférica y descansa sobre trompas abocinadas muy adornadas con rosetones. En el espesor de los muros orientales de los brazos del transepto se abren dos absidiolos con arco de embocadura muy apuntado. Se iluminan por un pequeño ventanal. Dos tallas del ábside, de un evangelio y de San Pedro, proceden de otros puntos de la iglesia.
San Juan de Rabanera es una construcción ecléctica levantada en un momento en el que el románico toca a su fin y apunta (literalmente) al gótico en un substrato fuertemente orientalizado. De ahí que a cada volumen, a cada espacio se le haya dado una solución propia, sin que por ello el conjunto parezca heteróclito. Con ello se demuestra, una vez más, el extraordinario poder de adaptabilidad del románico, aún en sus últimas manifestaciones.
Para conjuntar todo ello se eligió una ornamentación básicamente fitomórfica en la que las rosáceas simbolizan por su forma la música de las esferas, la perfección inmaculada y especialmente las formas eucarísticas. Fueron usadas frecuentemente como soporte de una simbología numérica.
De planta de cruz latina con nave única y cabecera de profundo pesbiterio y ábside semicircular. Sobre la cúpula del crucero se levanta una torre cuadrada.
La cabecera al exterior llama la atención por su altura, su profundida, el gran tamaño de las ventanas y la ornamentación poco usual de los arcos ciegos. Está dividida en secciones por cuatro pilares acanalados a partir de la imposta que anilla el ábside. Las arquivoltas de las ventanas están ligerísimamente apuntadas y los arcos ciegos de medio punto presentan grandes rosetones. Una corona de canecillos tallados recorre la cabecera.
Los hastiales de los brazos del transepto presentan vental de medio punto, estando rematados por un león y su presa. En el muro meridional se abría una portada de cuatro arquivoltas que presenta temas florales, tanto en el tímpano como en los capiteles.
La portada occidental es la de San Nicolá, trasladada a comienzos del siglo XX. Es muy conjuntada y está formada por cuatro arquivoltas planas de escasa ornamentación que apean sobre los tres pares de columnas sobre alto zócalo y en las jambas. Son cuatro los pares de capiteles ya que los de las jambas sostienen el tímpano. Los de la izquierda muestran temas neotestamentarios: aparición de Jesús a la Magdalena, Resurrección, cena en casa de Simón y aparición a Tomás. Los de la derecha, así como el tímpano, están dedicados a la vida de San Nicolás.
Los arcos en el interior son muy apuntados y soportan distintos tipos de cubrición: bóveda gallonada en el ábside, de medio cañón apuntado con falsos nervios en el presbiterio y brazos, siendo del siglo XVIII la de la nave. La cúpula del crucero es semiesférica y descansa sobre trompas abocinadas muy adornadas con rosetones. En el espesor de los muros orientales de los brazos del transepto se abren dos absidiolos con arco de embocadura muy apuntado. Se iluminan por un pequeño ventanal. Dos tallas del ábside, de un evangelio y de San Pedro, proceden de otros puntos de la iglesia.
San Juan de Rabanera es una construcción ecléctica levantada en un momento en el que el románico toca a su fin y apunta (literalmente) al gótico en un substrato fuertemente orientalizado. De ahí que a cada volumen, a cada espacio se le haya dado una solución propia, sin que por ello el conjunto parezca heteróclito. Con ello se demuestra, una vez más, el extraordinario poder de adaptabilidad del románico, aún en sus últimas manifestaciones.
Para conjuntar todo ello se eligió una ornamentación básicamente fitomórfica en la que las rosáceas simbolizan por su forma la música de las esferas, la perfección inmaculada y especialmente las formas eucarísticas. Fueron usadas frecuentemente como soporte de una simbología numérica.
Textos de:
RAMOS, Alfredo J. Guía Total: Castilla y León. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
COBREROS, Jaime. Guía Total: Las Rutas del Románico I. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
COBREROS, Jaime. Guía del Románico en España: de la A a la Z. Ed. Anaya. Madrid, 2010.
COBREROS, Jaime. Guía Total: Las Rutas del Románico I. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
COBREROS, Jaime. Guía del Románico en España: de la A a la Z. Ed. Anaya. Madrid, 2010.
Enlace a la Entrada anterior de Soria*:
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