1. BESALÚ, Gerona. Fachada del mon. de Sant Pere.
2. BESALÚ, Gerona. Detalle de la fachada del mon. de Sant Pere.
3. BESALÚ, Gerona. Interior de la igl. del mon. de Sant Pere.
4. BESALÚ, Gerona. Girola de la igl. del mon. de Sant Pere.
5. BESALÚ, Gerona. Detalle del deambulatorio de la igl. del mon. de Sant Pere.
6. BESALÚ, Gerona. Nave lateral de la igl. del monasterio de Sant Pere.
7. BESALÚ, Gerona. Ábside y torre de la igl. del monasterio de Sant Pere.
8. BESALÚ, Gerona. Pórtico del hospital de Sant Julià.
9. BESALÚ, Gerona. Calle típica de la población.
10. BESALÚ, Gerona. Igl. de Sant Vicenç.
11. BESALÚ, Gerona. Portada sur de la igl. de Sant Vicenç.
12. BESALÚ, Gerona. Zona absidal de la igl. de Sant Vicenç.
13. BESALÚ, Gerona. El Betis en el mundo ...
14. BESALÚ, Gerona. El famoso puente de Besalú.
15. BESALÚ, Gerona. Otra perspectiva del puente.
16. BESALÚ, Gerona. La torre defensiva sobre el puente.
9. BESALÚ, Gerona. Calle típica de la población.
10. BESALÚ, Gerona. Igl. de Sant Vicenç.
11. BESALÚ, Gerona. Portada sur de la igl. de Sant Vicenç.
12. BESALÚ, Gerona. Zona absidal de la igl. de Sant Vicenç.
13. BESALÚ, Gerona. El Betis en el mundo ...
14. BESALÚ, Gerona. El famoso puente de Besalú.
15. BESALÚ, Gerona. Otra perspectiva del puente.
16. BESALÚ, Gerona. La torre defensiva sobre el puente.
BESALÚ* (I), provincia de Gerona: 16 de agosto de 2011.
La población de Besalú configura uno de los núcleos medievales más espectaculares de Cataluña, con su puente fortificado sobre el río Fluvià como elemento más representativo.
Se puede iniciar el recorrido por el conjunto monumental de Besalú en el Prat de Sant Pere, una plaza de forma irregular y enormes dimensiones en la parte baja de la villa. Allí se alza la fachada principal de la iglesia del antiguo monasterio de Sant Pere* (siglo XII), cenobio benedictino fundado el año 977 por el conde Miró, y uno de los templos más significativos del románico catalán. Nada ha quedado de las demás dependencias monásticas. El pórtico, elegante y sencillo, está presidido por un ventanal que custodian dos leones esculpidos en altorrelieve, uno agarra una serpiente y el otro cobija a un simio. Corona la fachada un frontón triangular. Austera y elegante es también la cara exterior del ábside, adornada únicamente por un friso de arquitos ciegos.
En su interior, Sant Pere presenta una planta de tres naves, cubierta la central con bóveda de cañón y las laterales en cuarto de círculo. En la cabecera se abren cinco absidiolos, aunque lo verdaderamente particular de este templo es su girola o deambulatorio, inscrita en el interior del ábside y delimitada por cinco arcos sobre cuatro pares de columnas con capiteles bien labrados. La torre del campanario, de base cuadrangular en el cuerpo inferior, y achatada en el superior, según el gusto geométrico que caracteriza la arquitectura catalana, es obra de mediados del siglo XVII. Junto al ábside, en el exterior, queda el hospital de Sant Julià (siglo XII), con un interesante pórtico románico de seis arquivoltas y capiteles tallados.
En la plaza se encuentra otro edificio notable, la casa Cornellà o casa Llaudes, que, tal como es habitual en este tipo de construcciones del románico civil, organiza sus dependencias en torno a un pequeño patio cuadrado. Tres alas de las galerías del piso superior de este espléndido patio están cubiertas por arcos románicos.
Si se abandona el Prat por el carrer del Canó, enseguida se alcanza la plaza mayor, denominada plaça de la Llibertat, de dimensión mucho más reducida, porticada e irregular. En esta entrañable plaza nacen las calles más pintorescas del Besalú antiguo, pero antes de seguir por ellas conviene fijarse en dos edificios relevantes: el palacio de la Cúria Reial (siglo XIV), sede de las instituciones principales de la vida medieval, convertido actualmente en hotel, y la Casa de la Vila, ambas muy modificadas.
Por la izquierda parte el Carrer Major, que adopta en su trazado diversos nombres. Caminando por él, en primer término se halla el palau de Sant Romà, dedicado a servicios sanitarios, luego la iglesia de Sant Vicenç, y al final de la calle está la casa Safont, habitada por un anticuario. Todo ello siempre a mano izquierda.
Lo que más atrae la atención es la iglesia de Sant Vicenç, cuyos ábsides se recortan sobre la calzada del Carrer Major. Se trata de un templo de transición entre románico y gótico, en el paso del siglo XII al XIII. En el muro sur se abre una bonita puerta románica, tardía, con dos arquivoltas profusamente talladas. Hay otra puerta, de gusto gótico, en la fachada principal, presidida por un gran ventanal de ojiva con rosetón inscrito. En el interior destaca el sepulcro gótico de Pere de Rovira. La torre del campanario, con un cuerpo cuadrangular y otro octogonal, es obra posterior.
Al final de la calle, a la derecha, se encuentra la puerta de acceso al recinto del antiguo castillo condal, de cuyo conjunto sólo queda en pie la cabecera de su iglesia, Santa María de Besalú, templo románico del que apenas se conservan sus tres ábsides y el ala norte del transepto. La zona de ruinas (privada) ha sido ajardinada.
De nuevo en la plaça Llibertat merece la pena recorrer la calle del Conde Tallaferro, atravesada en su mitad por el portal de la Força, la calle de Rocafort, con sus casas tradicionales y los vestigios de la antigua fortificación de la villa, y la calle del Pont, en la que se encuentran los dos monumentos más representativos de Besalú: los baños judíos y el puente medieval.
Al mikwa* judío se desciende a través de una escalera que arranca de una placita frente al río, que sirve también como mirador del puente. Los restos forman parte de una casa de baños rituales medieval (siglo XI-XII), emplazada entre la muralla y el río.
El carrer del Pont desemboca directamente en el magnífico puente de Besalú*. Tanto fuertes riadas como vicisitudes históricas (como el derribo de las torres en 1880 para aumentar la anchura o la voladura de dos arcos en 1939) han obligado a diversas reconstrucciones a lo largo de los siglos, la última de la cuales, en el año 1965, le proporcionó el aspecto actual, que debió ser también el primitivo.
La parte más antigua, tal como muestran las hileras irregulares de piedras, es la entrada a la población, donde se halla la puerta de acceso fortificada. Consta de ocho arcos desiguales, aunque uno de ellos permanece unido al muro, sobre pilares que arrancan en algunos casos de las propias rocas del río, razón también de su forma angular.
En el ángulo se alza la torre defensiva, hexagonal, y en los tramos inmediatamente anteriores a ésta la calzada se ensancha formando dos cruces, una grande, por el lado de la villa, y otra más pequeña.
Al final de la calle, a la derecha, se encuentra la puerta de acceso al recinto del antiguo castillo condal, de cuyo conjunto sólo queda en pie la cabecera de su iglesia, Santa María de Besalú, templo románico del que apenas se conservan sus tres ábsides y el ala norte del transepto. La zona de ruinas (privada) ha sido ajardinada.
De nuevo en la plaça Llibertat merece la pena recorrer la calle del Conde Tallaferro, atravesada en su mitad por el portal de la Força, la calle de Rocafort, con sus casas tradicionales y los vestigios de la antigua fortificación de la villa, y la calle del Pont, en la que se encuentran los dos monumentos más representativos de Besalú: los baños judíos y el puente medieval.
Al mikwa* judío se desciende a través de una escalera que arranca de una placita frente al río, que sirve también como mirador del puente. Los restos forman parte de una casa de baños rituales medieval (siglo XI-XII), emplazada entre la muralla y el río.
El carrer del Pont desemboca directamente en el magnífico puente de Besalú*. Tanto fuertes riadas como vicisitudes históricas (como el derribo de las torres en 1880 para aumentar la anchura o la voladura de dos arcos en 1939) han obligado a diversas reconstrucciones a lo largo de los siglos, la última de la cuales, en el año 1965, le proporcionó el aspecto actual, que debió ser también el primitivo.
La parte más antigua, tal como muestran las hileras irregulares de piedras, es la entrada a la población, donde se halla la puerta de acceso fortificada. Consta de ocho arcos desiguales, aunque uno de ellos permanece unido al muro, sobre pilares que arrancan en algunos casos de las propias rocas del río, razón también de su forma angular.
En el ángulo se alza la torre defensiva, hexagonal, y en los tramos inmediatamente anteriores a ésta la calzada se ensancha formando dos cruces, una grande, por el lado de la villa, y otra más pequeña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario