34. BARCELONA, capital. Palau Reial Major desde la plaça Ramon Berenguer III.
35. BARCELONA, capital. Restos de la muralla romana, y torre vigía del Palau Reial Major.
36. BARCELONA, capital. Patio del Museu d'Història de la Ciutat.
37. BARCELONA, capital. Capilla Reial de Sta. Àgueda, sobre los restos de la muralla.
38. BARCELONA, capital. Fachada del Palau Reial Major.
39. BARCELONA, capital. Palau del Lloctinent.
40. BARCELONA, capital. Casa de la Ciutat.
41. BARCELONA, capital. Portada gótica de la Casa de la Ciutat.
42. BARCELONA, capital. Fachada principal del palau de la Generalitat de Catalunya.
43. BARCELONA, capital. Escultura de Sant Jordi en el balcón principal del palau de la Generalitat de Catalunya.
45. BARCELONA, capital. Carrer del Bisbe.
46. BARCELONA, capital. Puente neogótico del Palau de la Generalitat de Catalunya.
35. BARCELONA, capital. Restos de la muralla romana, y torre vigía del Palau Reial Major.
36. BARCELONA, capital. Patio del Museu d'Història de la Ciutat.
37. BARCELONA, capital. Capilla Reial de Sta. Àgueda, sobre los restos de la muralla.
38. BARCELONA, capital. Fachada del Palau Reial Major.
39. BARCELONA, capital. Palau del Lloctinent.
40. BARCELONA, capital. Casa de la Ciutat.
41. BARCELONA, capital. Portada gótica de la Casa de la Ciutat.
42. BARCELONA, capital. Fachada principal del palau de la Generalitat de Catalunya.
43. BARCELONA, capital. Escultura de Sant Jordi en el balcón principal del palau de la Generalitat de Catalunya.
44. BARCELONA, capital. Medallón de Sant Jordi en el Palau de la Generalitat de Catalunya.
46. BARCELONA, capital. Puente neogótico del Palau de la Generalitat de Catalunya.
BARCELONA** (III), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de agosto de 2011.
La ciudad romana
A través de la calle Princesa se alcanza la Via Laietana, una vez ahí se gira a la derecha, en dirección montaña, a uno escasos 25 m se encuentra, a la izquierda según se asciende, la plaça Ramon Berenguer III, como atestigua la estatua ecuestre de este gran rey, obra en bronce de Josep Llimona (1864-1934). Esta pequeña plaza es el lugar idóneo para admirar la imponente muralla** que cercó el municipio romano en la época bajoimperial.
Al parecer, la colonia primitiva, fundada en torno a un pequeño monte entre los ríos Besòs y Llobregat, el Mons Taber, tuvo una fortificación vulnerable y de hecho los datos arqueológicos indican que hacia el siglo III la ciudad fue devastada en su práctica totalidad tras las primeras invasiones germánicas. Entonces se decidió construir esta impresionante muralla de la que felizmente se ha conservado una buena parte, integrada con frecuencia en edificaciones posteriores, como el tramo que se puede contemplar en esta plaza. Si atendemos a la longitud de la muralla, que fortifica un rectángulo de 1270 m, el municipio romano era de una extensión relativamente pequeña, pero, eso sí, bien defendida por la rotundidad de sus muros. Tal como se puede observar, se alternan torres y lienzos de muralla, de casi 10 m de altura por 6 m y 4 m de anchura respectivamente, construidos ambos con enormes sillares de piedra procedentes de edificios nobles, tal vez destruidos durante el cerco de la colonia primitiva.
En la Edad Media se levantaron entre torre y torre arcos que permitieron la utilización de la muralla en construcciones posteriores. Éste es exactamente el caso que se puede apreciar en la plaça Ramon Berenguer III, pues encima de un tramo de la muralla romana se alza la Capilla Reial de Santa Àgueda. Este templo gótico del siglo XIV forma parte de uno de los conjuntos monumentales de mayor relieve de la ciudad: el Palau Reial Major**. Para encaminarse hacia allí se abandona la plaza por la calle Tapinería en dirección mar, y una vez alcanzada la plaça del Àngel se gira a la derecha enfocando la Bajada de Llibreteria. En la plaza del Àngel existió hasta mediados del siglo XIX una de las cuatro puertas de entrada a la ciudadela romana.
La primera bocacalle a la derecha conduce a la plaça del Rei; pero antes, en la misma calle Veguer, se encuentra el Museu d'Història de la Ciutat, instalado en una hermosa casa típica del gótico catalán (siglos XV-XVI).
Al parecer, la colonia primitiva, fundada en torno a un pequeño monte entre los ríos Besòs y Llobregat, el Mons Taber, tuvo una fortificación vulnerable y de hecho los datos arqueológicos indican que hacia el siglo III la ciudad fue devastada en su práctica totalidad tras las primeras invasiones germánicas. Entonces se decidió construir esta impresionante muralla de la que felizmente se ha conservado una buena parte, integrada con frecuencia en edificaciones posteriores, como el tramo que se puede contemplar en esta plaza. Si atendemos a la longitud de la muralla, que fortifica un rectángulo de 1270 m, el municipio romano era de una extensión relativamente pequeña, pero, eso sí, bien defendida por la rotundidad de sus muros. Tal como se puede observar, se alternan torres y lienzos de muralla, de casi 10 m de altura por 6 m y 4 m de anchura respectivamente, construidos ambos con enormes sillares de piedra procedentes de edificios nobles, tal vez destruidos durante el cerco de la colonia primitiva.
En la Edad Media se levantaron entre torre y torre arcos que permitieron la utilización de la muralla en construcciones posteriores. Éste es exactamente el caso que se puede apreciar en la plaça Ramon Berenguer III, pues encima de un tramo de la muralla romana se alza la Capilla Reial de Santa Àgueda. Este templo gótico del siglo XIV forma parte de uno de los conjuntos monumentales de mayor relieve de la ciudad: el Palau Reial Major**. Para encaminarse hacia allí se abandona la plaza por la calle Tapinería en dirección mar, y una vez alcanzada la plaça del Àngel se gira a la derecha enfocando la Bajada de Llibreteria. En la plaza del Àngel existió hasta mediados del siglo XIX una de las cuatro puertas de entrada a la ciudadela romana.
La primera bocacalle a la derecha conduce a la plaça del Rei; pero antes, en la misma calle Veguer, se encuentra el Museu d'Història de la Ciutat, instalado en una hermosa casa típica del gótico catalán (siglos XV-XVI).
El conjunto monumental de la plaça del Rei está formado, a la derecha conforme se entra, por la fachada lateral de la Capilla Reial de Santa Àgueda, cuyos muros opuestos, que descansan sobre la fortificación romana, se han podido contemplar desde la plaça de Ramon Berenguer III.
El Palau Reial Major, enfrente, fue la residencia de los condes de Barcelona desde el siglo IX, y es muy posible que lo fuera anteriormente de reyes visigodos como Ataúlfo, quien en el siglo V instaló su corte en la ciudad, y aun de los pretores romanos. Cabe resaltar en su fachada tres grandes arcos monumentales, que unen los contrafuertes del edificio y están adosados a los muros del primitivo palacio románico (siglo XII), mandado edificar por Ramon Berenguer IV. Las ventanas románicas fueron tapiadas, aunque su abertura se puede apreciar en el interior, y en su lugar se abrieron los ventanales en forma de tríptico, primero, y luego los rosetones góticos.
Una escalinata en semicírculo da acceso al interior de la Capilla Real y del palacio condal. De éste se ha conservado un magnífico salón de embajadores, el saló del Tinell*, construido por Pere el Cerimoniós en el siglo XIV. Se trata de una gran sala rectangular cuya techumbre descansa sobre seis arcos de medio punto de piedra con pilares adosados.
A la izquierda de la plaza se halla el palau del Lloctinent*, palacio renacentista del siglo XVI. De la misma época es la torre vigía adosada, popularmente llamado el mirador del Rei Martí, que ocupa un ángulo de la plaza. Hace unos años se incorporó a esta plaza, una escultura de Eduardo Chillida; su emplazamiento fue escogido por el propio autor, logrando una perfecta relación armónica, verdaderamente sorprendente, entre lo medieval y lo contemporáneo. En fin, la plaza es en conjunto uno de los rincones más encantadores de Barcelona y vale la pena disfrutarla cuando, en verano, constituye un marco inimitable para actuaciones musicales o teatrales. Se puede abandonar ahora la plaza por la Bajada de Santa Clara, siguiendo el perímetro del palau del Lloctinent, que tiene la puerta de acceso al inicio de la calle dels Comtes. En esa esquina se gira a la izquierda por la calle Llibreteria que desemboca directamente en la plaça de Sant Jaume.
El centro de la ciudad antigua
Durante muchos siglos la plaça de Sant Jaume* fue el centro de la ciudad fortificada, en el cruce de las vías romanas que atravesaban vertical y longitudinalmente. Por esta encrucijada ha pasado una buena parte de la historia de Barcelona, fruto de la cual son los edificios que, uno frente a otro, representan todavía la máxima autoridad de la ciudad y de todo el territorio catalán. El gobierno municipal se alberga desde el siglo XIV en el flanco inferior, y el autonómico en el palacio que ocupa el flanco opuesto, ambos unidos tras la urbanización definitiva de la plaza en 1823. Desde que en 1733 el consejo que gobernaba la ciudad, el Consell de Cent, inauguró un salón para celebrar sus reuniones, el saló de Cent, todavía hoy conservado, el conjunto arquitectónico de Casa de la Ciutat**, actual Ayuntamiento de Barcelona, ha merecido diversas ampliaciones y reformas de gran envergadura. La última de éstas, realizada en torno a los años treinta y cuarenta del siglo XIX, dotó a la primitiva construccíón gótica de una fachada monumental.
Mucho más interés histórico reviste la fachada gótica que da a la calle Ciutat, levantada a finales del siglo XIV bajo la dirección de Arnau Bagués. Preside el conjunto, en el que predominan las líneas horizontales, una interesante imagen del arcángel San Rafael, de autor desconocido, al que se le colocaron posteriormente dos alas de bronce. El resto de decoración escultórica es también un trabajo notable. En el interior de la Casa de la Ciutat se puede visitar, junto al citado saló de Cent, el patio y la galería góticos y también el saló de Cròniques (1929), decorado por unas impresionantes pinturas murales de Josep Maria Sert. El vestíbulo del edificio es también un auténtico museo, pues exhibe numerosas esculturas de artistas tan significados como Josep Clarà, Frederic Marès, Josep Llimona, Josep Maria Subirachs, Joan Miró, Pau Gargallo o Manolo Hugué.
Al otro lado de la plaza se halla el palau de la Generalitat de Catalunya**, sede del gobierno autonómico. Cabe datar el origen de esta institución en el siglo XIV, durante el reinado de Pere el Cerimoniós, y desde entonces ha gobernado el destino de los catalanes hasta que Felipe V, en el siglo XVIII, la abolió en favor de los poderes centrales. Se restituyó primero en el breve periodo republicano (1931-1939) y defnitivamente desde 1977.
El edificio que ocupa es, no obstante, del siglo XV, y la primitiva fachada principal se abría a la calle de Sant Honorat; en ella trabajó Marc Safont, autor asimismo del patio y de la escalera gótica y de la hermosa capilla de Sant Jordi, que se conservan en su interior. La fachada renacentista que mira a la plaça de Sant Jaume fue construida a finales del siglo XVI por Pere Blay con un gusto muy italiano. Sobre el balcón principal destaca la figura de Sant Jordi esculpida por Andreu Aleu en 1867. En la fachada que avanza por la calle del Bisbe existe, a la izquierda, una puerta gótica del siglo XV presidida por un espléndido medallón de Sant Jordi esculpido por Pere Joan, y a continación, rebasado el puente neogótico (1928) que la cruza, se halla a la altura de la calle Pietat, la puerta de una ampliación realizada en el siglo XVII. En una plazuela del tramo final se exhibe un grupo escultórico de Josep Llimona.
Al lado mismo de la calle del Bisbe nace una calleja que bajo el nombre de Paradís conduce hasta los vestigios más antiguos de la primitiva colonia romana, las columnas corintias de un templo dedicado a Augusto en la cima del Mons Taber, restos que se pueden visitar en los sótanos de una casa gótica que alberga el Centre Excursionisa de Catalunya. La calle del Bisbe conduce al visitante desde la plaça de Sant Jaume, residencia de los poderes civiles, hasta el recinto de la catedral, corazón espiritual de la ciudad.
Enlace a la Entrada anterior de Barcelona**:
El Palau Reial Major, enfrente, fue la residencia de los condes de Barcelona desde el siglo IX, y es muy posible que lo fuera anteriormente de reyes visigodos como Ataúlfo, quien en el siglo V instaló su corte en la ciudad, y aun de los pretores romanos. Cabe resaltar en su fachada tres grandes arcos monumentales, que unen los contrafuertes del edificio y están adosados a los muros del primitivo palacio románico (siglo XII), mandado edificar por Ramon Berenguer IV. Las ventanas románicas fueron tapiadas, aunque su abertura se puede apreciar en el interior, y en su lugar se abrieron los ventanales en forma de tríptico, primero, y luego los rosetones góticos.
Una escalinata en semicírculo da acceso al interior de la Capilla Real y del palacio condal. De éste se ha conservado un magnífico salón de embajadores, el saló del Tinell*, construido por Pere el Cerimoniós en el siglo XIV. Se trata de una gran sala rectangular cuya techumbre descansa sobre seis arcos de medio punto de piedra con pilares adosados.
A la izquierda de la plaza se halla el palau del Lloctinent*, palacio renacentista del siglo XVI. De la misma época es la torre vigía adosada, popularmente llamado el mirador del Rei Martí, que ocupa un ángulo de la plaza. Hace unos años se incorporó a esta plaza, una escultura de Eduardo Chillida; su emplazamiento fue escogido por el propio autor, logrando una perfecta relación armónica, verdaderamente sorprendente, entre lo medieval y lo contemporáneo. En fin, la plaza es en conjunto uno de los rincones más encantadores de Barcelona y vale la pena disfrutarla cuando, en verano, constituye un marco inimitable para actuaciones musicales o teatrales. Se puede abandonar ahora la plaza por la Bajada de Santa Clara, siguiendo el perímetro del palau del Lloctinent, que tiene la puerta de acceso al inicio de la calle dels Comtes. En esa esquina se gira a la izquierda por la calle Llibreteria que desemboca directamente en la plaça de Sant Jaume.
El centro de la ciudad antigua
Durante muchos siglos la plaça de Sant Jaume* fue el centro de la ciudad fortificada, en el cruce de las vías romanas que atravesaban vertical y longitudinalmente. Por esta encrucijada ha pasado una buena parte de la historia de Barcelona, fruto de la cual son los edificios que, uno frente a otro, representan todavía la máxima autoridad de la ciudad y de todo el territorio catalán. El gobierno municipal se alberga desde el siglo XIV en el flanco inferior, y el autonómico en el palacio que ocupa el flanco opuesto, ambos unidos tras la urbanización definitiva de la plaza en 1823. Desde que en 1733 el consejo que gobernaba la ciudad, el Consell de Cent, inauguró un salón para celebrar sus reuniones, el saló de Cent, todavía hoy conservado, el conjunto arquitectónico de Casa de la Ciutat**, actual Ayuntamiento de Barcelona, ha merecido diversas ampliaciones y reformas de gran envergadura. La última de éstas, realizada en torno a los años treinta y cuarenta del siglo XIX, dotó a la primitiva construccíón gótica de una fachada monumental.
Mucho más interés histórico reviste la fachada gótica que da a la calle Ciutat, levantada a finales del siglo XIV bajo la dirección de Arnau Bagués. Preside el conjunto, en el que predominan las líneas horizontales, una interesante imagen del arcángel San Rafael, de autor desconocido, al que se le colocaron posteriormente dos alas de bronce. El resto de decoración escultórica es también un trabajo notable. En el interior de la Casa de la Ciutat se puede visitar, junto al citado saló de Cent, el patio y la galería góticos y también el saló de Cròniques (1929), decorado por unas impresionantes pinturas murales de Josep Maria Sert. El vestíbulo del edificio es también un auténtico museo, pues exhibe numerosas esculturas de artistas tan significados como Josep Clarà, Frederic Marès, Josep Llimona, Josep Maria Subirachs, Joan Miró, Pau Gargallo o Manolo Hugué.
Al otro lado de la plaza se halla el palau de la Generalitat de Catalunya**, sede del gobierno autonómico. Cabe datar el origen de esta institución en el siglo XIV, durante el reinado de Pere el Cerimoniós, y desde entonces ha gobernado el destino de los catalanes hasta que Felipe V, en el siglo XVIII, la abolió en favor de los poderes centrales. Se restituyó primero en el breve periodo republicano (1931-1939) y defnitivamente desde 1977.
El edificio que ocupa es, no obstante, del siglo XV, y la primitiva fachada principal se abría a la calle de Sant Honorat; en ella trabajó Marc Safont, autor asimismo del patio y de la escalera gótica y de la hermosa capilla de Sant Jordi, que se conservan en su interior. La fachada renacentista que mira a la plaça de Sant Jaume fue construida a finales del siglo XVI por Pere Blay con un gusto muy italiano. Sobre el balcón principal destaca la figura de Sant Jordi esculpida por Andreu Aleu en 1867. En la fachada que avanza por la calle del Bisbe existe, a la izquierda, una puerta gótica del siglo XV presidida por un espléndido medallón de Sant Jordi esculpido por Pere Joan, y a continación, rebasado el puente neogótico (1928) que la cruza, se halla a la altura de la calle Pietat, la puerta de una ampliación realizada en el siglo XVII. En una plazuela del tramo final se exhibe un grupo escultórico de Josep Llimona.
Al lado mismo de la calle del Bisbe nace una calleja que bajo el nombre de Paradís conduce hasta los vestigios más antiguos de la primitiva colonia romana, las columnas corintias de un templo dedicado a Augusto en la cima del Mons Taber, restos que se pueden visitar en los sótanos de una casa gótica que alberga el Centre Excursionisa de Catalunya. La calle del Bisbe conduce al visitante desde la plaça de Sant Jaume, residencia de los poderes civiles, hasta el recinto de la catedral, corazón espiritual de la ciudad.
Enlace a la Entrada anterior de Barcelona**:
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