11. TARRAGONA, capital. Restos del Teatro romano.
12. TARRAGONA, capital. Fachada principal de la catedral.
13. TARRAGONA, capital. Palacio de la Cambreria.
14. TARRAGONA, capital. Casa de la pía almoina.
15. TARRAGONA, capital. Zona absidal de la catedral.
16. TARRAGONA, capital. Una de las portadas laterales románicas de la catedral.
17. TARRAGONA, capital. Otra de las portadas laterales románicas de la catedral.
18. TARRAGONA, capital. Detalle de dicha portada.
19. TARRAGONA, capital. Detalle de la portada principal gótica de la catedral.
20. TARRAGONA, capital. Sarcófago paleocristiano incrustado en los muros de la catedral.
21. TARRAGONA, capital. Plaça de la Font, con la Casa de la Ciutat al fondo.
22. TARRAGONA, capital. Portal del Roser.
23. TARRAGONA, capital. Murallas.
12. TARRAGONA, capital. Fachada principal de la catedral.
13. TARRAGONA, capital. Palacio de la Cambreria.
14. TARRAGONA, capital. Casa de la pía almoina.
15. TARRAGONA, capital. Zona absidal de la catedral.
16. TARRAGONA, capital. Una de las portadas laterales románicas de la catedral.
17. TARRAGONA, capital. Otra de las portadas laterales románicas de la catedral.
18. TARRAGONA, capital. Detalle de dicha portada.
19. TARRAGONA, capital. Detalle de la portada principal gótica de la catedral.
20. TARRAGONA, capital. Sarcófago paleocristiano incrustado en los muros de la catedral.
21. TARRAGONA, capital. Plaça de la Font, con la Casa de la Ciutat al fondo.
22. TARRAGONA, capital. Portal del Roser.
23. TARRAGONA, capital. Murallas.
TARRAGONA** (II), capital de la provincia: 19 de agosto de 2011.
Otros restos romanos
Antes de continuar el itinerario en dirección a la catedral, cabe anotar los recintos romanos, dispersos por la ciudad moderna, cuyas excavaciones también se pueden visitar. El otro foro de Tarraco, el foro local, se encuentra en el ensanche, por debajo de la Rambla Nova (se accede por el carrer Lleida). Este foro fue el centro comercial, religioso y político de la urbe.
Resta el costado norte del gran edificio de tres naves sostenidas por columnas y porticado que debía de ocupar el lugar principal. Un conjunto de pequeños locales dedicados al comercio flanqueaban esta construcción. Atravesando la calle de Soler por un pequeño puente se puede seguir la visita.
A continuación del edificio del foro parte una vía empedrada en dirección a levante (el decumanus) junto a la base de varias edificaciones. Dos calles más abajo se encuentran los escasos restos que han quedado del teatro romano.
En el lugar se ha descubierto un notable conjunto escultórico, pero los maltratados restos del teatro todavía están pendientes de su recuperación definitiva.
La ciudad medieval
Se continúa la ruta por el carrer de la Mercería. Esta calle y su continuación forman una vía transversal que responde todavía a la nivelación del terreno realizada por los romanos al dividir la pronunciada ladera en tres recintos (el de culto, la plaza de representación y el circo). La peculiaridad de esta calle reside, también, en los porches góticos que conserva en su tramo final, los únicos que ha permanecido en toda la ciudad.
Al salir de la acera porticada el visitante encara una escalinata sobre la que se alza majestuosa la fachada de la catedral**. La imagen recuerda la figura de la catedral de Gerona, aunque en esta caso el conjunto tenga un carácter menos monumental. Sobre la escalinata se abre el pla de la Seu, pequeña plaza de gran carácter histórico y monumental, pues junto a la fachada gótica se encuentran el palacio de la Cambreria, unido a aquella por la cara de poniente, y la casa Rectoral. Iniciada en el último cuarto del siglo XII, la catedral presenta una planta románica; a este periodo corresponde la construcción del ábside y las puertas laterales.
El resto del edificio, levantado lentamente durante los siglos XIII e inicios del XIV, fue concluido en estilo gótico. El espacio interior está dividido por tres naves con crucero, ábside y capillas laterales. Entre las obras de arte que se alojan en el templo destacan las situadas en el presbiterio: el frontal del altar mayor, con bajorrelieves románicos que ilustran sobre el mármol escenas de la vida de Santa Tecla (siglo XIII); el sarcófago del arzobispo Joan d'Aragó, con una estatua yacente; y el retablo mayor, obra del siglo XV en la que trabajó el maestro Pere Joan (1394-1458). Merece la pena también citar las capillas góticas de Santa María dels Sastres y la de Sant Miquel. En el ángulo formado por el brazo septentrional del crucero y el ábside se encuentra el claustro, de gran planta prácticamente cuadrada. Cada galería está formada por una serie de amplias arcadas apuntadas que contienen, cada una, tres arcos de medio punto sobre columnas dobles y, encima, dos óculos. Los capiteles están labrados con motivos vegetales y fantásticos. Al igual que la catedral, su claustro tiene una estructura románica, pero una conclusión gótica. De este conjunto claustral sobresale el pórtico románico por el que se accede al templo y algunas capillas, como la del Corpus Christi, que en su origen fue la sala capitular, obra románica de transición.
El Museu Diocesà de la catedral conserva un fondo artístico notable, tanto por su número como por su casualidad. De hecho la visita a la catedral y su museo se inicia por el claustro, al que se accede dando la vuelta al edificio por una calle lateral que está bien indicada. Ante la fachada principal de la seo nace el Carrer Major, columna vertebral de la ciudad medieval, pues de hecho la divide en dos bloques similares. Actualmente es ésta una atractiva vía de paseo y también comercial, en la que estuvo el Ayuntamiento desde el siglo XV hasta el XIX.
Más abajo, a la derecha, en la esquina con la calle de l'Abat, se encuentra la conocida como casa de l'Abat de Poblet; y en la esquina siguiente, también a la derecha, hay un tercer edificio remarcable, la casa del General de Catalunya, antigua sede de la Generalitat. el trazado del Carrer Major es otra herencia romana, pues desembocaba ante una escalinata monumental que, situada en medio de las gradas del circo, fue reutilizada después para salvar el desnivel existente. A través de la Baixada de la Misericòrdia se llega a la plaça de la Font*, levantada sobre la arena del circo romano. En un extremo se alza el nuevo edificio de la Casa de la Ciutat.
Antes, sin embargo, de la Baixada de la Misericòrdia conviene, para seguir el itinerario, girar a la derecha por el carrer de Cavallers. En el número 14 se halla el acceso a la casa Castellarnau, antiguo palacio gótico con reformas del siglo XVIII, convertido hoy en museo. Al final de esta calle se abre la acogedora plaça del Pallol, donde los diversos estilos históricos se funden y confunden: sobre los restos romanos aparecen signos inequívocamente góticos. Se abandona la plaza por una de las puertas de la muralla, el portal del Roser.
Extramuros de la ciudad antigua se creó en 1932 un interesante Passeig Arqueològic, entre la muralla romana y la contra-muralla levantada en el siglo XVIII.
Hasta el siglo pasado Tarragona fue siempre una plaza fuerte, pero la estructura de las sucesivas murallas siguió siempre el perímetro trazado por los primitivos muros romanos. Al margen de la belleza de este paseo y de las vistas que proporciona sobre la ciudad, la observación de la muralla** tiene algunos puntos de especial interés, como las torres de l'Arquebisbe, del Cabiscol y de Minerva, todas ellas pertenecientes a la primera construcción romana (siglo II a.C.). Sus lienzos están formados por una base de bloques ciclópeos, en la que se abren algunas pequeñas puertas, remontados por un alto muro de sillares. Una reforma posterior prescindió de torres, elevó la altura de la muralla y utilizó como relleno de los muros capas superpuestas de adobes. El conjunto exterior de la cerca romana se puede recorrer al completo, una vez concluido el Passeig Arqueològic, a lo largo de los paseos de Torroja y de Sant Antoni.
El puerto
Separada de los muros de la ciudad surgió a finales del siglo XVIII una zona portuaria organizado en torno a la plaça dels Carros, en la que se construyeron en el siglo XIX interesantes edificios y almacenes.
Al otro lado de las vías del tren, sobre unos terrenos ganados al puerto junto a la desembocadura del río Francolí, se formó poco después un pequeño barrio pescador que ha recibido el popular nombre de Serrallo. Dedicado aún a las tareas de la pesca, el Serrallo conserva una fuerte personalidad y un claro ambiente marinero.
También fuera del casco urbano y en la ribera del Francolí, aunque hacia el interior, se puede concluir la visita a la ciudad en la necrópolis paleocristiana de Tarragona, el conjunto arqueológico de carácter funerario tardo-romano más relevante del Mediterráneo occidental. Tanto en el recinto de las excavaciones como en el Museu Monogràfic se pueden contemplar las diferentes formas de enterramientos realizadas desde el siglo III hasta época visigótica, así como varios sarcófagos monumentales.
Enlace a la Entrada anterior de Tarragona**:
No hay comentarios:
Publicar un comentario