84. BARCELONA, capital. Catedral de la Sgda. Familia.
85. BARCELONA, capital. Ábside de la Sgda. Familia.
86. BARCELONA, capital. Cripta de la Sgda. Familia.
87. BARCELONA, capital. Fachada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
88. BARCELONA, capital. Portada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
89. BARCELONA, capital. Escena del Nacimiento de Jesús, en la portada homónima de la Sgda. Familia.
90. BARCELONA, capital. Otro detalle de la portada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
91. BARCELONA, capital. Fachada de la Pasión de la Sgda. Familia.
92. BARCELONA, capital. Portada de la Pasión en la fachada homónima de la Sgda. Familia.
93. BARCELONA, capital. Escena de la Crucifixión en la portada de la Pasión de la Sgda. Familia.
94. BARCELONA, capital. Escena del Camino del Calvario en la portada de la Pasión de la Sgda. Familia.
95. BARCELONA, capital. Detalle del ábside de la Sgda. Familia.
96. BARCELONA, capital. Interior de la Sgda. Familia.
97. BARCELONA, capital. Capilla Mayor de la Sgda. Familia.
98. BARCELONA, capital. Coro de la Sgda. Familia.
99. BARCELONA, capital. Cubierta de la nave central de la Sgda. Familia.
100. BARCELONA, capital. Otra perspectiva de las columnas y cubiertas de la Sgda. Familia.
85. BARCELONA, capital. Ábside de la Sgda. Familia.
86. BARCELONA, capital. Cripta de la Sgda. Familia.
87. BARCELONA, capital. Fachada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
88. BARCELONA, capital. Portada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
89. BARCELONA, capital. Escena del Nacimiento de Jesús, en la portada homónima de la Sgda. Familia.
90. BARCELONA, capital. Otro detalle de la portada del Nacimiento de la Sgda. Familia.
91. BARCELONA, capital. Fachada de la Pasión de la Sgda. Familia.
92. BARCELONA, capital. Portada de la Pasión en la fachada homónima de la Sgda. Familia.
93. BARCELONA, capital. Escena de la Crucifixión en la portada de la Pasión de la Sgda. Familia.
94. BARCELONA, capital. Escena del Camino del Calvario en la portada de la Pasión de la Sgda. Familia.
95. BARCELONA, capital. Detalle del ábside de la Sgda. Familia.
96. BARCELONA, capital. Interior de la Sgda. Familia.
97. BARCELONA, capital. Capilla Mayor de la Sgda. Familia.
98. BARCELONA, capital. Coro de la Sgda. Familia.
99. BARCELONA, capital. Cubierta de la nave central de la Sgda. Familia.
100. BARCELONA, capital. Otra perspectiva de las columnas y cubiertas de la Sgda. Familia.
BARCELONA** (VII), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de agosto de 2011.
Sagrada Familia
Desde aquí se puede continuar la visita gaudianiana tomando el metro para acercarse al temple expiatori de la Sagrada Familia**, la obra más ambiciosa de Gaudí y emblema de la ciudad mundialmente reconocido.
Cuando en 1883 recibe el encargo de continuar el proyecto de una nueva catedral, Gaudí tenía treinta años. En 1926, al dejarle un tranvía mortalmente herido en el cruce de las calles Gran Vía y Bailén, tras más de cuarenta años de trabajo, el arquitecto sólo había visto culminar una de las torres laterales de la fachada de levante, la única parte del templo, junto al muro del ábside, que entonces se estaba levantando. La Sagrada Familia fue la obra de toda una vida, y aún de varias, pues si lo construido bajo su dirección resulta ya espectacular, los bocetos y notas que dejó a su desaparición permiten vislumbrar un proyecto mucho más ambicioso.
La planta presenta una típica de forma de cruz, tal como la había trazado el primer arquitecto de obras, quien pretendía una iglesia neogótica imitando con fidelidad los rasgos característicos de la época ojival. La genialidad de Gaudí reside precisamente en haber hecho lo contrario, pues, aunque asumía de partida el código estético goticista, supo alterarlo, combinarlo y reformularlo para alcanzar un estilo nuevo, íntimamente ligado a los gustos de su tiempo y altamente creativo.
En cada uno de los brazos de la cruz se alzan sendas fachadas, la del Nacimiento al este y la de la Pasión al oeste, las dos únicas levantadas hasta el momento. En la cara sur estaba prevista una tercera fachada monumental, la de la Gloria, puerta principal del templo. La nave central estaría coronada por una inmensa cúpula que Gaudí quería elevar hasta 170 m, rodeada por cinco torres más, símbolos de la Virgen y los Cuatro Evangelistas. Si se compara esta cifra con los 107 m que alcanzan las torres construidas, se comprenderá las espectaculares dimensiones del primer proyecto.
En la Sagrada Familia que en la actualidad se contempla cabe distinguir, por lo tanto, la parte directamente dirigida por Gaudí (la cripta, el muro del ábside, la puerta del Nacimiento) de la que ha sido construida después bajo la orientación del grupo de arquitectos que trató de interpretar los confusos bocetos y complicadas maquetas que su creador dejó como única herencia.
La polémica sobre la conveniencia o no de seguir con las obras ha llegado a ser incluso agria. Resulta difícil conciliar los argumentos de partidarios y detractores; pero lo cierto es que la zona firmada por Gaudí ofrece al visitante un diálogo vivo con lo que fue su evolución arquitectónica, sus deslumbrantes descubrimientos formales y, en suma, el desarrollo de un pensamiento artístico a lo largo de toda una vida.
El observador perspicaz distinguirá las diversas etapas que, como sustratos, testifican los distintos momentos por los que atravesó Gaudí, en primera instancia, y la arquitectura modernista en general. Así la cripta y el ábside muestran el neogoticismo de partida, aunque en éste el estilo da un paso inusitado con la ornamentación de tipo naturalista (formas vegetales y animales labradas en la piedra); el naturalismo escultórico se repite en el pórtico del Nacimiento, pero aparecen también formas simbolistas y delicuescentes que culminan en la esbelta estructura de las torres y sus pináculos polícromos, prodigio de belleza geométrica. La continuación de las obras, sin embargo, carece de esa emoción artística al imponer unos planos -por otra parte inexistentes- estáticos.
Entre 1953 y 1976 se construyeron, mimetizando el gaudinismo, las torres de la fachada de la Pasión, cuya ornamentación ha sido encargada a un escultor contemporáneo, Subirachs, con la intención de devolver a la construcción del templo el pálpito de un artista. Las obras de la fachada de la Gloria y el recubrimiento de la nave central, también según los proyectos y estudios realizados por Gaudí, continúa adelante. La visita al conjunto monumental incluye, como atracción singular, el ascenso por las cuatro torres de levante hasta un mirador situado a más de 60 m de altura, desde el que se contempla una vistosa panorámica de la ciudad.
En la Sagrada Familia que en la actualidad se contempla cabe distinguir, por lo tanto, la parte directamente dirigida por Gaudí (la cripta, el muro del ábside, la puerta del Nacimiento) de la que ha sido construida después bajo la orientación del grupo de arquitectos que trató de interpretar los confusos bocetos y complicadas maquetas que su creador dejó como única herencia.
La polémica sobre la conveniencia o no de seguir con las obras ha llegado a ser incluso agria. Resulta difícil conciliar los argumentos de partidarios y detractores; pero lo cierto es que la zona firmada por Gaudí ofrece al visitante un diálogo vivo con lo que fue su evolución arquitectónica, sus deslumbrantes descubrimientos formales y, en suma, el desarrollo de un pensamiento artístico a lo largo de toda una vida.
El observador perspicaz distinguirá las diversas etapas que, como sustratos, testifican los distintos momentos por los que atravesó Gaudí, en primera instancia, y la arquitectura modernista en general. Así la cripta y el ábside muestran el neogoticismo de partida, aunque en éste el estilo da un paso inusitado con la ornamentación de tipo naturalista (formas vegetales y animales labradas en la piedra); el naturalismo escultórico se repite en el pórtico del Nacimiento, pero aparecen también formas simbolistas y delicuescentes que culminan en la esbelta estructura de las torres y sus pináculos polícromos, prodigio de belleza geométrica. La continuación de las obras, sin embargo, carece de esa emoción artística al imponer unos planos -por otra parte inexistentes- estáticos.
Entre 1953 y 1976 se construyeron, mimetizando el gaudinismo, las torres de la fachada de la Pasión, cuya ornamentación ha sido encargada a un escultor contemporáneo, Subirachs, con la intención de devolver a la construcción del templo el pálpito de un artista. Las obras de la fachada de la Gloria y el recubrimiento de la nave central, también según los proyectos y estudios realizados por Gaudí, continúa adelante. La visita al conjunto monumental incluye, como atracción singular, el ascenso por las cuatro torres de levante hasta un mirador situado a más de 60 m de altura, desde el que se contempla una vistosa panorámica de la ciudad.
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