101. BARCELONA, capital. Torre Agbar.
102. BARCELONA, capital. Casa de les Punxes.
103. BARCELONA, capital. Detalle de la casa de les Punxes.
104. BARCELONA, capital. Medallón del Park Güell a la entrada del mismo.
105. BARCELONA, capital. Puerta de acceso al Park Güell.
106. BARCELONA, capital. Uno de los pabellones de la entrada del Park Güell.
107. BARCELONA, capital. Los dos pabellones que flanquean la entrada al Park Güell.
108. BARCELONA, capital. Escalinata principal del Park Güell.
109. BARCELONA, capital. La famosa salamandra del Park Güell.
110. BARCELONA, capital. Detalle de la salamandra de la escalinata principal del Park Güell.
111. BARCELONA, capital. Columnata de la plaza inferior del Park Güell.
112. BARCELONA, capital. Detalle de la cubierta de la plaza inferior del Park Güell.
113. BARCELONA, capital. La gruta del Park Güell.
114. BARCELONA, capital. Banco corrido de la plaza superior del Park Güell.
115. BARCELONA, capital. Otra perspectiva desde el banco corrido de la plaza superior del Park Güell.
104. BARCELONA, capital. Medallón del Park Güell a la entrada del mismo.
105. BARCELONA, capital. Puerta de acceso al Park Güell.
106. BARCELONA, capital. Uno de los pabellones de la entrada del Park Güell.
107. BARCELONA, capital. Los dos pabellones que flanquean la entrada al Park Güell.
108. BARCELONA, capital. Escalinata principal del Park Güell.
109. BARCELONA, capital. La famosa salamandra del Park Güell.
110. BARCELONA, capital. Detalle de la salamandra de la escalinata principal del Park Güell.
111. BARCELONA, capital. Columnata de la plaza inferior del Park Güell.
112. BARCELONA, capital. Detalle de la cubierta de la plaza inferior del Park Güell.
113. BARCELONA, capital. La gruta del Park Güell.
114. BARCELONA, capital. Banco corrido de la plaza superior del Park Güell.
115. BARCELONA, capital. Otra perspectiva desde el banco corrido de la plaza superior del Park Güell.
BARCELONA** (VIII), capital de la provincia y de la comunidad: 18 de agosto de 2011.
Paseo por el Eixample
Frente a la Sagrada Familia nace la avinguda Gaudí, que conduce hasta la puerta principal del hospital de Sant Pau* (1912), conjunto proyectado por Domènech i Montaner con una orientación radicalmente opuesta al plano de Cerdà que tanto detestaba. De hecho esta avenida es el único vestigio de un plan urbanístico que, dirigido por el francés Léon Jaussely, pretendía en la primera década del siglo XX modificar las líneas dominantes en el Eixample.
Cerrando el Eixample por el este se encuentra la plaça de les Glòries Catalanes, dominada por la controvertida e imponente figura de la torre Agbar, obelisco futurista obra de Jean Nouvel destinado a marcar el perfil ubano de la Barcelona del siglo XXI.
La avinguda Gaudí divide por su diagonal cuatro manzanas de la cuadrícula; a la altura de la primera de éstas se puede girar a la izquierda por el carrer del Rosselló y seguir por ella hasta su confluencia con la avinguda Diagonal. Este punto aparece dominado por otro edificio único, la casa Terrades (1905), popularmente conocida como casa de les Punxes* (casa de las puntas), magnífica construcción de Puig i Cadafalch que ocupa por completo una isla irregular. En estilo neogótico sobresale el trabajo artesanal de sus ricos elementos ornamentales así como la presentación desnuda del ladrillo, que en la época solía cubrirse con un revestimiento que imitaba la piedra, y las inmensas posibilidades decorativas de este material.
El Parque Güell**
Uno de los atractivos de Barcelona es el barrio residencial que proyectó Antoni Gaudí sobre una pequeña elevación que en su época se encontraba a las afueras de la urbe, aunque en el presente ya ha quedado completamente absorbido por el casco urbano barcelonés. El término inglés Park que luce en un medallón cerámico de la entrada principal del parque, en el carrer Olot, proporciona una clara idea de lo que Gaudí -como arquitecto- y Güell -como empresario- pretendieron hacer en la ladera de uno de los montes que se elevan en el llano barcelonés: una ciudad-jardín, alejada del bullicio urbano pero enclavada en sus inmediaciones, al estilo de las que se construyeron en Inglaterra durante el siglo XIX.
En las 60 parcelas que se pusieron a la venta para que las buenas familias barcelonesas instalaran su residencia habitual, sólo se construyeron tres casas, y si restamos la de Güell y la del propio Gaudí, la respuesta comercial no pudo ser más desastrosa. Este rotundo fracaso económico ha permitido, sin embargo, que la ciudad disfrute desde 1922 de un extenso parque en el que la frondosidad forestal enmarca los accesos e instalaciones comunes que Gaudí proyectó para la urbanización.
Esta ciudad-jardín estaba concebida como un espacio cerrado y protegido, para lo cual trazó un muro que cercaba su perímetro por completo, y en un alarde medievalista alzó en la puerta principal dos pabellones a modo de torres defensivas. En uno de éstos vivía el guarda y en el otro se instaló la recepción. La cubierta de ambos edificios luce un espectacular revestimiento cerámico que anticipa la técnica del collage o trencadís, es decir, la utilización de fragmentos de azulejos irregulares, que domina en la ornamentación de las distintas áreas del parque.
Especial importancia revisten las formas de la naturaleza, que Gaudí supo interpretar de un modo original y brillante. En esta entrada principal existen dos espléndidos ejemplos: las setas que culminan, a modo de cúpula, la cubierta de los pabellones, y la salamandra polícroma que divide en dos la escalinata principal, modelo de la integración entre los distintos artes -escultura, pintura y arquitectura- a la que aspiraba el Modernisme.
La zona central de la finca está formada por dos plazas con una concepción casi inverosímil. La primera es una sala de columnas que sostiene parte de la segunda plaza, descubierta. Las noventa y seis columnas que forman este curioso espacio que, en principio, estaba pensado como el mercado de la ciudad residencial, presentan rasgos dóricos aunque convenientemente alterados. Esta descontextualización de los elementos históricos va a constituir una de las características más innovadoras del arte de Gaudí. La portentosa columnata acaba en una suerte de cornisa de formas sinuosas y decorada con cerámica polícroma, que no es otra cosa que el repaldo del banco corrido que cierra la plaza superior.
El genial arquitecto proyectó tambíén las vías de comunicación interior del parque, los viaductos, y los pórticos de piedra rústica que salvan los desniveles del terreno, integrándose de un modo natural en ellos al seguir las líneas y el trazado de la propia montaña. Aunque las obras de Gaudí son reacias a las comparaciones entre sí, pues cada una de ellas resulta fascinante y única, el Park Güell tal vez sea la que ofrezca un derroche mayor de imaginación artística.
En las 60 parcelas que se pusieron a la venta para que las buenas familias barcelonesas instalaran su residencia habitual, sólo se construyeron tres casas, y si restamos la de Güell y la del propio Gaudí, la respuesta comercial no pudo ser más desastrosa. Este rotundo fracaso económico ha permitido, sin embargo, que la ciudad disfrute desde 1922 de un extenso parque en el que la frondosidad forestal enmarca los accesos e instalaciones comunes que Gaudí proyectó para la urbanización.
Esta ciudad-jardín estaba concebida como un espacio cerrado y protegido, para lo cual trazó un muro que cercaba su perímetro por completo, y en un alarde medievalista alzó en la puerta principal dos pabellones a modo de torres defensivas. En uno de éstos vivía el guarda y en el otro se instaló la recepción. La cubierta de ambos edificios luce un espectacular revestimiento cerámico que anticipa la técnica del collage o trencadís, es decir, la utilización de fragmentos de azulejos irregulares, que domina en la ornamentación de las distintas áreas del parque.
Especial importancia revisten las formas de la naturaleza, que Gaudí supo interpretar de un modo original y brillante. En esta entrada principal existen dos espléndidos ejemplos: las setas que culminan, a modo de cúpula, la cubierta de los pabellones, y la salamandra polícroma que divide en dos la escalinata principal, modelo de la integración entre los distintos artes -escultura, pintura y arquitectura- a la que aspiraba el Modernisme.
La zona central de la finca está formada por dos plazas con una concepción casi inverosímil. La primera es una sala de columnas que sostiene parte de la segunda plaza, descubierta. Las noventa y seis columnas que forman este curioso espacio que, en principio, estaba pensado como el mercado de la ciudad residencial, presentan rasgos dóricos aunque convenientemente alterados. Esta descontextualización de los elementos históricos va a constituir una de las características más innovadoras del arte de Gaudí. La portentosa columnata acaba en una suerte de cornisa de formas sinuosas y decorada con cerámica polícroma, que no es otra cosa que el repaldo del banco corrido que cierra la plaza superior.
El genial arquitecto proyectó tambíén las vías de comunicación interior del parque, los viaductos, y los pórticos de piedra rústica que salvan los desniveles del terreno, integrándose de un modo natural en ellos al seguir las líneas y el trazado de la propia montaña. Aunque las obras de Gaudí son reacias a las comparaciones entre sí, pues cada una de ellas resulta fascinante y única, el Park Güell tal vez sea la que ofrezca un derroche mayor de imaginación artística.
Enlace a la Entrada anterior de Barcelona**:
1248. BARCELONA** (VII), capital: 17 de agosto de 2011.
1248. BARCELONA** (VII), capital: 17 de agosto de 2011.
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