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viernes, 28 de agosto de 2015

1258. SANTES CREUS** (I), Tarragona: 20 de agosto de 2011.


1. SANTES CREUS, Tarragona. Igl. de Sta. Llúcia.

2. SANTES CREUS, Tarragona. Puerta de l'Assumpta del recinto del Real Monasterio.

3. SANTES CREUS, Tarragona. Plaça de Sant Bernat Calvó.

4. SANTES CREUS, Tarragona. Fachada del Palau de l'Abat.

5. SANTES CREUS, Tarragona. Patio del Palau de l'Abat.

6. SANTES CREUS, Tarragona. Portada de la igl. del Real Monasterio.

7. SANTES CREUS, Tarragona. Nave central de la igl. del Real Monasterio.

8. SANTES CREUS, Tarragona. Detalle de los pilares de la nave central de la igl. del Real Monasterio.

9. SANTES CREUS, Tarragona. Retablo mayor de la igl. del Real Monasterio.

10. SANTES CREUS, Tarragona. Rosetón del ábside desde el exterior de la igl. del Real Monasterio.

11. SANTES CREUS, Tarragona. Sepulcros reales de la igl. del Real Monasterio.

12. SANTES CREUS, Tarragona. Una de las alas del claustro del Real Monasterio.

13. SANTES CREUS, Tarragona. Decoración figurativa del claustro del Real Monasterio.

14. SANTES CREUS, Tarragona. Otro ejemplo de la decoración figurativa del claustro del Real Monasterio.

15. SANTES CREUS, Tarragona. Interior del templete románico del claustro del Real Monasterio.

16. SANTES CREUS, Tarragona. Acceso a la Sala Capitular del Real Monasterio.

17. SANTES CREUS, Tarragona. Sala capitular del Real Monasterio.

18. SANTES CREUS, Tarragona. Dormitorio de los monjes del Real Monasterio.

19. SANTES CREUS, Tarragona. Claustro posterior del Real Monasterio.

20. SANTES CREUS, Tarragona. Zona del palacio real del Monasterio.

21. SANTES CREUS, Tarragona. Torre del Real Monasterio.

SANTES CREUS** (I), provincia de Tarragona: 20 de agosto de 2011.
   El Real Monasterio de Santes Creus, rodeado de olivos, almendros y viñas, está situado a orillas del río Gaià, dentro del término municipal de Aiguamúrcia, en la comarca del Alt Camp.
   Fue fundado el día 26 de enero de 1158. Ocho años antes la familia Montcada había cedido a favor de los monjes del hábito blanco unas tierras en Cerdanyola del Vallès que no fueron ocupadas. Los monjes se desplazaron entronces por el territorio catalán hasta asentarse definitivamente en el paraje de Santes Creus, en la ribera del río Gaià.
   El nombre procede, según cuenta la leyenda, de unas extrañas fosforescencias nocturnas que, avistadas por los pastores, fueron atribuidas a almas en pena. Los pastores se apresuraron entonces a colocar una pequeña cruz en los lugares de donde procedían los resplandores. 
   En su conjunto el cenobio se adapta perfectamente a la norma de vida benedictina tal y como la concibió San Bernardo. Está protegido, en primer lugar, por un doble recinto murado que desempeña, además de la función defensiva, un papel eminentemente simbólico, pues representa el límite entre ambos mundos, el interior completamente separado del exterior.
   Las obras más antiguas se iniciaron en 1168, aunque en el curso de los siglos se han ido acumulando modificaciones y ampliaciones que dan fe de la técnica y el gusto artístico de cada periodo. Esta convivencia de estilos es la primera impresión que se obtiene tras el acceso al primer recinto.
   En la plaza que se forma se encuentra la iglesia de Santa Llúcia, una sencilla nave, con fachada esgrafíada, construida sobre un primitivo templo románico. Junto a ella, la puerta que da acceso al segundo recinto, la puerta de l'Assumpta. Ambas construcciones datan de mediados del siglo XVIII y los esgrafiados, los frontones partidos y las líneas retorcidas son de inspiración claramente barroca. Una hornacina alberga una escultura de la Virgen.
   Franqueada esta puerta se llega a una segunda plaza, dedicada a Sant Bernat Calvó, abad en el siglo XIII, cuya efigie preside el recinto. Entre las casas que asoman a ambos lados destaca, a la derecha, el Palau de l'Abat, edificado en el siglo XVI cuando el papel político del abad había trascendido los muros monásticos y exigía dependencias de mayor lujo, al margen, claro, del espíritu original de San Bernardo.
   En esta plaza se alza la fachada principal de la iglesia. De la primitiva construcción, iniciada en 1174, queda el pórtico románico y las dos ventanas laterales con arcos de medio punto. Sobre la puerta se abre un gran ventanal gótico de finales del siglo XIII. Las almenas que fortifican la fachada fueron mandadas colocar en el siglo XIV por el rey Pere el Cerimoniós.
   El interior de la iglesia consta de tres naves cubiertas con crucería y planta de cruz latina. Los muros despojados de ornamentación evocan el espíritu cisterciense de líneas de pureza geométrica que simbolizaban la comunión de la fe con la naturaleza. En el ábside cuadrado destaca, no obstante, un magnífico rosetón de ocho radios con un pequeño óculo central. Como panteón real que fue Santes Creus, su iglesia alberga varios sepulcros monumentales. Los restos de Pere el Gran descansan en un sarcófago de pórfido rojo, traído de Egipto, sobre dos leones de mármol, que corona un hermoso templete gótico. A sus pies queda la tuma de Roger de Llúria. Al otro lado del crucero están los sepulcros de Jaume II y su mujer Blanca d'Anjou, cuyas estatuas yacentes, obra del maestro Bertrán de Riquer en 1315, comunican un gran sosiego.
   A la derecha del altar parte una escalera hacia el dormitorio de los monjes, ésta era uno de los dos accesos a la sala, la otra daba al claustro. En la plaza de Sant Bernat Calvó se encuentra también la puerta real que da al ala sur del claustro. El claustro es una pieza capital de la vida monástica, tanto por su uso funcional, centro común de las distintas dependencias, como por su valor simbólico, al estar abierto en forma de perfecto cuadrado únicamente hacia el cielo.
   El claustro de Santes Creus, erigido en el siglo XIV, permitió la introducción del gótico flamígero en Cataluña gracias a la aportación del maestro inglés Reinard Fonoll. En contra de lo que es norma en el Císter, los capiteles aparecen profusamente tallados con temas diversos (bíblicos, pero también existes satíricos, costumbristas, florales y fantásticos), muy lejos del originario espíritu de depuración natural. En el centro se conserva un magnífico templete románico.
   En torno al claustro se organizan las distintas dependencias de la vida monástica. Particular relieve tiene la sala capitular, habitación donde se reunían los monjes con el abad para leer un capítulo de la norma benedictina, tratar de los asuntos del cenobio y elegir, en su caso, nuevo abad. Cuatro columnas centrales reparten el espacio de la sala capitular de Santes Creus, que destaca por su elegancia y austeridad. En esta sala fueron enterrados, como consta en las losas sepulcrales, algunos rectores del monasterio.
   Otra dependencia interesante es el dormitorio (siglo XII) de los monjes, al que se puede acceder desde la iglesia o desde el claustro. El descanso nocturno era considerado como una actividad colectiva, aunque San Bernardo aconsejaba que cada monje disfrutara de su propia cama. La sala del dormitorio, rectangular, está cubierta por un envigado a doble vertiente que sostiene once arcos de diafragma apuntados. La nave tiene 10 m de anchura y casi 50 m de longitud.
   La visita continúa a través del curioso claustro posterior y de los diversos anexos: la sala de los monjes, la prisión, las cocinas y el refectorio, y las estancias del palacio real.

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