1. MONTSERRAT, Barcelona. Vista desde el mirador.
2. MONTSERRAT, Barcelona. Vista general del monasterio.
3. MONTSERRAT, Barcelona. Plaça de Sta. Mª, con dos alas del antiguo claustro gótico.
4. MONTSERRAT, Barcelona. Fachada contemporánea del monasterio.
5. MONTSERRAT, Barcelona. Fachada de la Basílica del monasterio.
6. MONTSERRAT, Barcelona. Uno de los sepulcros renacentistas.
7. MONTSERRAT, Barcelona. El otro sepulcro renacentista.
8. MONTSERRAT, Barcelona. Capilla Mayor de la Basílica del monasterio.
9. MONTSERRAT, Barcelona. Camarín de la Virgen.
10. MONTSERRAT, Barcelona. Mare de Déu de Montserrat.
2. MONTSERRAT, Barcelona. Vista general del monasterio.
3. MONTSERRAT, Barcelona. Plaça de Sta. Mª, con dos alas del antiguo claustro gótico.
4. MONTSERRAT, Barcelona. Fachada contemporánea del monasterio.
5. MONTSERRAT, Barcelona. Fachada de la Basílica del monasterio.
6. MONTSERRAT, Barcelona. Uno de los sepulcros renacentistas.
7. MONTSERRAT, Barcelona. El otro sepulcro renacentista.
8. MONTSERRAT, Barcelona. Capilla Mayor de la Basílica del monasterio.
9. MONTSERRAT, Barcelona. Camarín de la Virgen.
10. MONTSERRAT, Barcelona. Mare de Déu de Montserrat.
MONTSERRAT* (I), provincia de Barcelona: 19 de agosto de 2011.
La montaña de Montserrat es sorprendente, y sus atractivos son de índole muy diversa. En primer lugar están sus insólitas características naturales y la belleza paisajística, tanto del conjunto del macizo en el camino de acercamiento como de las panorámicas sobre el territorio catalán que se logran ver desde sus cimas. A estos factores hay que añadir el recuerdo histórico y también el legendario, el importante valor artístico conservado y, sobre todos ellos, el ancestral simbolismo religioso de la montaña.
La visita a Montserrat se inicia en el santuario. En primer lugar, al pie de la escolanía, hay un mirador que permite disfrutar de una extraordinaria panorámica.
Se entra por la plaça de la Creu, que luce una cruz de piedra de Josep María Subirachs, escultor del que se pueden contemplar varias obras en el recorrido.
Un poco más arriba está la plaça del Abat Oliba, presidida por una escultura que evoca la emprendedora personalidad del fundador, obra en bronce realizada por el escultor Manuel Cusachs.
Finalmente se alcanza la la plaça de Santa María, con la monumental fachada del monasterio (1968). A la derecha, y antes de llegar a la basílica, queda la entrada del Museu de Montserrat, que guarda una importante pinacoteca y una colección de objetos bíblicos. A la izquierda se conservan dos alas del antiguo claustro gótico del siglo XV. A través del pórtico de la fachada se accede al atrio de la basílica. A la derecha hay dos sepulcros del siglo XVI y también el pórtico de la antigua iglesia románica (siglo XII). Enfrente se alza la basílica, levantada durante el siglo XVI, aunque muy reformada tras los daños sufridos en la invasión napoleónica.
Por una puerta lateral se accede directamente al camarín de la Virgen. La basílica consta de una única nave con capillas laterales. La adornan un buen número de lámparas votivas, ofrecidas al monasterio por instituciones catalanas. En la ornamentación de la iglesia destacan las esculturas de los profetas en los contrafuertes centrales, así como la capilla de Sant Martí, con obras del escultor Josep Llimona (1864-1934).
Se entra por la plaça de la Creu, que luce una cruz de piedra de Josep María Subirachs, escultor del que se pueden contemplar varias obras en el recorrido.
Un poco más arriba está la plaça del Abat Oliba, presidida por una escultura que evoca la emprendedora personalidad del fundador, obra en bronce realizada por el escultor Manuel Cusachs.
Finalmente se alcanza la la plaça de Santa María, con la monumental fachada del monasterio (1968). A la derecha, y antes de llegar a la basílica, queda la entrada del Museu de Montserrat, que guarda una importante pinacoteca y una colección de objetos bíblicos. A la izquierda se conservan dos alas del antiguo claustro gótico del siglo XV. A través del pórtico de la fachada se accede al atrio de la basílica. A la derecha hay dos sepulcros del siglo XVI y también el pórtico de la antigua iglesia románica (siglo XII). Enfrente se alza la basílica, levantada durante el siglo XVI, aunque muy reformada tras los daños sufridos en la invasión napoleónica.
Por una puerta lateral se accede directamente al camarín de la Virgen. La basílica consta de una única nave con capillas laterales. La adornan un buen número de lámparas votivas, ofrecidas al monasterio por instituciones catalanas. En la ornamentación de la iglesia destacan las esculturas de los profetas en los contrafuertes centrales, así como la capilla de Sant Martí, con obras del escultor Josep Llimona (1864-1934).
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