40. SORIA, capital. Vista general del mon. de San Juan del Duero.
41. SORIA, capital. Parte del claustro del mon. de San Juan del Duero.
42. SORIA, capital. Una vista más del claustro del mon. de San Juan del Duero.
43. SORIA, capital. Aspecto del interior de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
44. SORIA, capital. Uno de los baldaquinos de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
45. SORIA, capital. Cúpula del baldaquino anterior, de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
46. SORIA, capital. Exterior del mon. de San Polo.
47. SORIA, capital. Vista de la ermita de San Saturio.
48. SORIA, capital. Interior de la ermita de San Saturio.
SORIA* (IV), capital de la provincia: 23 de junio de 2009.
A orillas del Duero
Con ser interesante el casco histórico de Soria, el otro lado del río, tras atravesar el puente de piedra recientemente consolidado, ofrece al viajero no sólo las más evocadoras imágenes paisajísticas, sino también un recinto monumental de visita imprescindible. Se trata de las ruinas del monasterio de San Juan del Duero*, fundado en el siglo XII por la orden de los monjes hospitalarios de San Juan de Acre. Las arquerías entrelazadas del claustro**, de trazado y desarrollo diferentes en cada uno de sus lados, se alzan desnudas en medio del paisaje como un impresionante repertorio de maestría decorativa y sentido de la belleza. Constituyen una obra cimera de la arquitectura románica mudéjar, con indudable influencia oriental. La iglesia anexa, de una sola nave y ábside rectangular y con dos baldaquinos con originales cúpulas en su interior, acoge un pequeño museo. El poder de encantamiento que tiene este lugar, vigilado desde la cima del Mirón y la ermita barroca que se alza en ella, se prolonga a través del paseo bordeado de álamos que discurre junto a las aguas del Duero y a la vista del monte de las Ánimas. Es un camino cuyo recorrido permite disfrutar de la apacible armonía que crean el sonido del agua, el colorido de la vegetación y el transcurrir de la vida ribereña.
Pronto se alcanza la iglesia del antiguo monasterio templario de San Polo, del siglo XIII, en el que Bécquer ambientó algunas de sus más románticas leyendas. La senda continúa a través del paraje descrito con exacta belleza por Machado:
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
en versos que están reproducidos al final del camino, en las proximidades de la ermita de San Saturio. Este templo barroco, enclavado sobre un promontorio rocoso, se alza sobre la cueva donde transcurrió la vida del santo patrón de la ciudad. Sus reliquias se veneran en el interior, decorado con frescos del pintor soriano del siglo XVIII Antonio Zapata. El paisaje circundante, propicio a la melancolía, se impone, siempre machadianamente, como un "verde sueño / del suelo gris y de la parda tierra".
Enlace a la Entrada anterior de Soria*:
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