41. CÁCERES, capital. Torre del Bujaco.
42. CÁCERES, capital. Ermita de la Paz.
43. CÁCERES, capital. Arco de la Estrella.
44. CÁCERES, capital. Torre de los Púlpitos.
45. CÁCERES, capital. Igl. concatedral de Sta. Mª la Mayor.
46. CÁCERES, capital. Interior de la igl. concatedral de Sta. Mª la Mayor con el retablo mayor a la derecha.
47. CÁCERES, capital. Fachada del palacio de Mayoralgo.
48. CÁCERES, capital. Fachada del palacio de Hernando de Ovando.
49. CÁCERES, capital. Plaza de Sta. Mª, con la casa de los Carvajal, al fondo.
50. CÁCERES, capital. Fachada del palacio de la Diputación.
51. CÁCERES, capital. Fachada de la casa de los Golfines de Abajo.
52. CÁCERES, capital. Igl. y cvto. de la Compañía de Jesús.
53. CÁCERES, capital. Fachada del cvto. de San Jorge.
54. CÁCERES, capital. Interior de la igl. de San Jorge.
55. CÁCERES, capital. Igl. de San Mateo.
56. CÁCERES, capital. Fachada del cvto. de San Pablo.
57. CÁCERES, capital. Fachada de la casa de las Veletas.
58. CÁCERES, capital. Fachada de la casa del Sol.
59. CÁCERES, capital. Torre de Sande.
CÁCERES** (IV), capital de la provincia: 2 de noviembre de 2009.
En Cáceres conviven, perfectamente identificables, tres núcleos urbanos sucesivos que son un claro exponente de su evolución a lo largo de la historia: el recinto medieval amurallado, la zona que creció extramuros a partir de la Edad Moderna y la nueva urbe de extensas avenidas surgida en los últimos años. Las dos primeras, y en especial la almendra urbana del llamado Barrio Monumental, reúnen todo el interés artístico, que, como se ha de ver, es considerable. En consecuencia, centran también el itinerario aquí propuesto, cuya inevitablemente densa brevedad debe tomarse sólo como guión básico para abordar una ciudad que, como pocas, incita a perderse en el laberinto medieval de sus calles y plazuelas, bajo arcos, torres y murallas, entre iglesias y hermosos, innumerables, palacios.
El Barrio Monumental: en torno a la plaza de Santa María
Un recorrido ordenado puede iniciarse desde la Plaza Mayor, amplio espacio que se extiende ante la muralla y donde la llamada torre del Bujaco, corrupción popular del nombre árabe Abu Yacub, preside y anticipa el interior del recinto monumental. Erigida sobre una fortificación romana durante el período almohade (siglo XII), fue la última posición defendida por los fratres de Cáceres ante las tropas del califa Abu Yacub Yusuf y acabó convirtiéndose en escenario de la ejecución de los caballeros supervivientes. En su interior acoge un centro de interpretación sobre la historial cacereña en tres aspectos (romano, árabe y Edad Media), además de permitir el acceso a un tramo de la muralla y al impresionante mirador en la parte alta de la torre. Adosada a ella, la ermita de la Paz, con pórtico de tres arcos de medio punto, del siglo XVII, aunque se reedificó en la segunda mitad del XVIII en estilo barroco.
El acceso al recinto monumental se realiza por la escalinata que precede al arco de la Estrella, reconstruido por Manuel Lara Churriguera (1727) en sustitución de una de las puertas de la muralla defendida por la contigua torre de los Púlpitos, así llamada por los matacanes cilíndricos de los ángulos. El arco, rebajado, se dispone en un original esviaje para permitir el paso de las mercaderías y muestra al exterior el escudo de la ciudad.
Un recorrido ordenado puede iniciarse desde la Plaza Mayor, amplio espacio que se extiende ante la muralla y donde la llamada torre del Bujaco, corrupción popular del nombre árabe Abu Yacub, preside y anticipa el interior del recinto monumental. Erigida sobre una fortificación romana durante el período almohade (siglo XII), fue la última posición defendida por los fratres de Cáceres ante las tropas del califa Abu Yacub Yusuf y acabó convirtiéndose en escenario de la ejecución de los caballeros supervivientes. En su interior acoge un centro de interpretación sobre la historial cacereña en tres aspectos (romano, árabe y Edad Media), además de permitir el acceso a un tramo de la muralla y al impresionante mirador en la parte alta de la torre. Adosada a ella, la ermita de la Paz, con pórtico de tres arcos de medio punto, del siglo XVII, aunque se reedificó en la segunda mitad del XVIII en estilo barroco.
El acceso al recinto monumental se realiza por la escalinata que precede al arco de la Estrella, reconstruido por Manuel Lara Churriguera (1727) en sustitución de una de las puertas de la muralla defendida por la contigua torre de los Púlpitos, así llamada por los matacanes cilíndricos de los ángulos. El arco, rebajado, se dispone en un original esviaje para permitir el paso de las mercaderías y muestra al exterior el escudo de la ciudad.
De frente, por una estrecha callejuela se alcanza la plaza de Santa María**, en cuyo irregular espacio se suceden diversos palacios en torno a la iglesia concatedral de Santa María la Mayor**. Este templo, de los siglos XII y XVI, es obra de transición del románico al gótico y abre al exterior dos portadas con apuntadas arquivoltas bajo un pequeño tejaroz o alero. Consta de tres naves con bóveda de crucería, cabecera poligonal y capillas absidiales. En su interior posee un retablo plateresco, realizado por Guillén Ferrant y Roque Balduque (1550), y otras obras destacables como el púlpito, las pilas bautismales de alabastro y la puerta de la sacristía, también plateresca. Como tradicional lugar de enterramiento de la nobleza cacereña, el pavimento ofrece una amplia muestra de la heráldica local. La concatedral dispone de un Museo Religioso donde se pueden apreciar piezas de toda la provincia.
El palacio de Mayoralgo, próximo a la concatedral y de interior gótico, con fachada del siglo XVI, fue reconstruido tras los daños sufridos en la Guerra Civil (1937). En su portada, de grandes dovelas, conserva el escudo de los Blázquez, que era el apellido de los mayoralgos.
En el lado opuesto de la misma plaza, el palacio de Hernando de Ovando, de 1519, muestra una bella portada en la que aparecen representadas, sobre las enjutas del arco de medio punto, las efigies del titular de la casa y de su esposa, Mencía de Ulloa. El escudo esgrafiado de la parte superior es del siglo XVIII.
La casa de los Carvajal, al inicio de la calle Tiendas, aunque erigida en el siglo XV, hubo de ser reedificada a finales del siglo XIX, tras quedar destruida por un incendio. Su torre cilíndrica data de la época musulmana (siglo XII).
Tras retornar a la plaza de Santa María, el recorrido puede proseguir a través de la plaza de los Golfines, enlazada con la anterior por el palacio de la Diputación, edificio de origen renacentista muy restaurado. Próximo a él, la casa de los Golfines de Abajo*. Su construcción, comenzada a finales del XV, se prolongaría hasta 1535 con la decoración de la fachada principal, flanqueada por dos torres de distinta altura que dan al conjunto un carácter de casa-fortaleza.
La rica ornamentación de la portada y la crestería que corona la parte superior evocan la influencia del plateresco salmantino. Fue residencia de los Reyes Católicos durante su estancia en la villa, y conserva en el interior el llamado salón de Linajes y un bello patio con arcos escarzanos que se alzan sobre columnas elípticas.
La iglesia y convento de la Compañía de Jesús, puestos bajo la advocación de San Francisco Javier, ocupan la inmediata plaza de San Jorge, y rompen con su presencia barroca la línea medieval-renacentista dominante en el entorno. El templo, cuya construcción finalizó durante 1755, poco antes de la expulsión de la orden, guarda en su interior un retablo barroco con imágenes de bulto redondo y un cuadro de Paolo Manfei.
La plaza de San Mateo y sus alrededores
Por la calle Compañía se sube hasta la plaza de San Mateo, presidida por la iglesia del mismo nombre. Se trata de un templo iniciado en el siglo XVI y concluido en el XVIII, en que se culminó la torre. Dentro de su predominante aspecto gótico se suceden los distintos estilos en la portada (plateresca), la capilla (renacentista), y el retablo (rococó). En el interior, de una sola nave, merece atención al coro, sobre atrevida bóveda plana, y los sepulcros de rancios linajes extremeños. Frente a ella, el convento de San Pablo*, de fines del siglo XV, posee en el interior un sobrio claustro de galerías porticadas y un pequeño templo del gótico tardío, con ábside semipoligonal e interesantes retablos.
Por la calle Compañía se sube hasta la plaza de San Mateo, presidida por la iglesia del mismo nombre. Se trata de un templo iniciado en el siglo XVI y concluido en el XVIII, en que se culminó la torre. Dentro de su predominante aspecto gótico se suceden los distintos estilos en la portada (plateresca), la capilla (renacentista), y el retablo (rococó). En el interior, de una sola nave, merece atención al coro, sobre atrevida bóveda plana, y los sepulcros de rancios linajes extremeños. Frente a ella, el convento de San Pablo*, de fines del siglo XV, posee en el interior un sobrio claustro de galerías porticadas y un pequeño templo del gótico tardío, con ábside semipoligonal e interesantes retablos.
Al fondo de la plaza contigua se construye durante el siglo XVI, sobre el solar que ocupaba el alcázar árabe, la casa de las Veletas. Aunque reformada en el siglo XVIII, conserva en los subterráneos el aljibe* de la primera época musulmana (siglo IX), un espacio rectangular cubierto por bóvedas de medio cañón peraltado que descansan sobre un conjunto de arcos de herradura. En el palacio se encuentra instalado el Museo Provincial. En este edificio se puede visitar una interesante colección de piezas arqueológicas y etnográficas, mientras que las tres salas de la colección de Bellas Artes, una contemporánea, otra con una muestra que abarca del siglo XIII al XIX y cuya pieza clave es el Jesús Salvador de El Greco, y una última sala para exposiciones temporales, se hallan en la contigua casa de los Caballos.
También a partir de la plaza de San Mateo, rodeando la iglesia, se ven otros edificios destacados (torre de los Plata, casas del Águila y del Sol).
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