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miércoles, 31 de julio de 2019

2691. TOLEDO** (VII), capital: 15 de junio de 2018.

62. TOLEDO, capital. Vista del Alcázar.
63. TOLEDO, capital. Otra visión del Alcázar.
64. TOLEDO, capital. La iglesia de la Magdalena.
65. TOLEDO, capital. Portada de la igl. de la Magdalena.
66. TOLEDO, capital. Casino.
67. TOLEDO, capital. Corral de don Diego.
68. TOLEDO, capital. Plaza Mayor con el Mercado central a la izquierda, y el Hospital del Rey a la derecha.
69. TOLEDO, capital. Teatro de Rojas, en la plaza Mayor.
70. TOLEDO, capital. Fachada de la Posada de la Hermandad.
TOLEDO** (VII), capital de la provincia y de la comunidad: 15 de junio de 2018.
Alcázar*
   Sobre el punto más alto de la urbe, como uno de los elementos característicos de su personalidad, definiendo en la distancia la línea de cúpulas y torres, modulando el perfil de las tejas y el aire, se levanta, legendario y heroico, el Alcázar de Toledo.
   Es asombrosa la capacidad mostrada por este edificio para estar en todo momento renovándose y, al mismo tiempo, permanecer fiel a sí mismo. Hasta ahora, siempre ha sido capaz de surgir de sus cenizas para reconstruirse de nuevo. Un breve repaso de sus avatares históricos nos permitirá verificar lo expuesto.
   Pretorio romano, alcazaba islámica, castillo hasta que Carlos V inició su reforma para convertirlo en palacio. Fue incendiado en 1710 por las tropas del archiduque Carlos en un episodio de la Guerra de Sucesión, restaurado por el cardenal Lorenzana en 1774 para convertirlo en centro de caridad, destruido de nuevo en 1810 por las fuerzas napoleónicas y restaurado en 1867 para alojar dentro de sus muros la Academia de Infantería. Incendiado en 1887, fue rehabilitado de nuevo, derruido en la Guerra Civil, reconstruido a partir de 1940 y rehabilitado por último en 1998 para alojar la Biblioteca de Castilla-La Mancha. En estos días aún no se ha detenido este continuo  tejer y destejer, pues se encuentra sometido a obras diversas para acoger el Museo del Ejército. Debe subrayarse que en todas las reconstrucciones y rehabilitaciones siempre se ha tratado de mantener la traza original.
   El proceso constructivo del Alcázar se dilató en el tiempo (desde mediados del siglo XVI) hasta mediados de XVII), propiciando la intervención de varios arquitectos. Inició el proceso Alonso de Covarrubias, quien en 1537 fue nombrado maestro mayor del Alcázar, aunque no fue hasta 1545 cuando comenzó su construcción. Covarrubias trazó el primer proyecto, que consistía en un edificio de planta rectangular con torres en los ángulos y un patio central con doble galería. Le siguió Juan de Herrera, que realizó la fachada sur, terminó de construir la galería alta del patio e intervino en la escalera. Francisco de Villalpando trabajó en el patio y también en la escalera. Ventura Rodríguez participó en la restauración de 1774.
   Puede observarse a simple vista que todas las fachadas tienen distinta configuración. La norte, trazada por Covarrubias, muestra los elementos renacentistas de la construcción original y conserva el escudo imperial sobre el arco almohadillado de la puerta. La sur presenta la habitual sobriedad herreriana que organiza una orquestación de balcones y ventanas con sillares de granito y ladrillo visto. En la oriental se aprecian restos del castillo anterior al Alcázar (almenas y torreones), que le otorgan cierta apariencia medieval.
   El gran patio renacentista y la escalera imperial constituyen piezas sobresalientes del interior. El patio trazado por Covarrubias y construido por Francisco de Villalpando, sin duda uno de los más hermosos que ha deparado el renacimiento toledano, es una sucesión de columnas y arcos de medio punto ordenados alrededor de la estatua de Carlos V, que modula sinfonías de ritmos y piedras desde el centro. Doble galería. Escudos imperiales en las enjutas de los arcos.
   La escalera, imperial y grandiosa, se organiza en cinco tramos y se cubre con bóveda de cañón. Intervinieron en su construcción Covarrubias, Villalpando y Herrera.
   En la actualidad, el Alcázar alberga en la primera planta la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que presenta unas instalaciones modélicas. Entre sus fondos destaca la famosa biblioteca Borbón-Lorenzana. Finalmente el Museo del Alcázar se ha convertido en sede del Museo del Ejército.

Plaza de la Magdalena
   Por la calle del Horno de los Bizcochos se llega a la plaza de la Magdalena, espacio que en el Medievo constituía el centro del barrio conocido como Arrabal de Francos. Debe saberse que los francos, grupo de extranjeros formado principalmente por franceses, acompañaron al rey Alfonso VI en la conquista de Toledo recibiendo como recompensa casas en la zona, zona que, según los acuerdos de capitulación alcanzados con Al-Mamún, había pasado a ser propiedad del monarca castellano.
   En esta plaza y en sus proximidades (plaza y travesía del Rey) se desarrolló en el siglo XII un comercio muy activo, acogiendo en el XIII el zoco de cambistas. En el siglo XIV y según documenta Sebastián de Horozco, se conoce la existencia de tabernas, bodegones, hornos y tahonas.
   La iglesia de la Magdalena es uno de los elementos arquitectónicos principales de la plaza. Fundada en el siglo XI por los francos como parroquia de su propio arrabal, sufrió grandes reformas en los siglos XV y XVII. Destrozada en la Guerra Civil, fue reconstruida en 1946. Conserva una torre mudéjar y una mínima portada plateresca. En la torre se aloja una campana solitaria. Y en el muro de entrada, bajo ambicioso tejaroz, sobresale una reja llena de olvido, herrumbre y palomina.
   También en un lado se levanta, junto a la iglesia, un edificio airoso y grandilocuente que mezcla elementos arquitectónicos de los siglos pasados. Se trata del casino, inmueble construido en 1923 según la corriente historicista entonces imperante.
   En esta plaza abarrotada de coches se yergue melancólico, casi olvidado, el portalón de acceso al Corral de don Diego. Aquí hubo un palacio mandado edificar en el siglo XV por don Diego García de Toledo, señor de Miranda, que sufrió serios daños en 1467 y fue reconstruido en el XVI por la familia de los Toledo. En el lujoso edificio mudéjar se alojó el conde de Trastamara, que más tarde se habría de convertir en el rey Enrique II.
   El portalón guarda, muy deteriorados, los vestigios que se conservan del antiguo palacio. Dos columnas de mármol escoltan un dintel gótico con adorno de círculos vegetales enlazados. Encima, una ventana custodiada por reja. Al fondo del patio está siendo restaurado el único resto que se conserva del primitivo inmueble mudéjar: un salón con yeserías en el arco de entrada y un artesonado de madera decorado con mocárabes.
   Hoy el Corral de don Diego no acoge caballeros principales sino a los vecinos que tienen su vivienda al fondo del patio que se abre tras el portalón y a los comensales que, a la sombra de los árboles, degustan platos de la gastronomía toledana.
   Ya que de gastronomía hablamos, nada mejor que hacer un alto para restaurar las fuerzas. Se sugiere acudir a Casa Ludeña con la idea de probar las típicas carcamusas, nombre que en Toledo se le da al magro de cerdo picante con guisantes y tomate.

Plaza Mayor
   Siguiendo la Bajada del Corral de don Diego se desemboca en la calle de las Tornerías, que nos obliga a desembocar en la Plaza Mayor, que todavía hoy, al igual que en el pasado, sigue siendo el centro de abastecimiento de la ciudad intramuros.
   Si actualmente existe un mercado central, hasta la remodelación del recinto acometida a finales del siglo XVI había tres tipos de mercado, cada uno confinado en su propio edificio. En el lugar que hoy ocupa el teatro de Rojas se levantó en 1576 el Mesón de la Fruta; en el lado occidental se ubica la Red del Pescado, inmueble que se apoyaba en la fachada posterior del hospital del Rey; y en la zona sur, donde actualmente se asienta desde 1915 el mercado de abastos, se localizaban desde época medieval las Carnicerías Mayores. Era, pues, la Plaza Mayor el principal centro de víveres y alimentos de toda la ciudad.
   Este espacio urbano fue remodelado en 1593 por orden del corregidor Luis Fernández de Córdoba, y se amplió la superficie del mismo con el derribo de casas. En 1604 fue demolido el Mesón de la Fruta para levantar en su lugar un corral de comedias inspirado en el recinto de Almagro, siendo Jorge Manuel Theotocópuli el encargado del diseño. En el siglo XIX el corral de comedia fue sustituido por el edificio que alberga el actual teatro de Rojas, así llamado en homenaje al escritor dramático toledano del siglo XVII Francisco de Rojas Zorrilla, autor de obras tan conocidas como Del rey abajo ninguno y Entre bobos anda el juego.
   Puede subirse el visitante a la escalinata del teatro para gozar de la animación y el bullicio de la plaza, admirar la cúpula y la torre de la catedral, contemplar los vítores y, si dispone de tiempo para ello, examinar la programación que se expone en la fachada del centro teatral.
   Desde la Plaza Mayor la calle del maestro Pedro Pérez conduce a la calle Chapinería, en cuyo número 2 abre sus puertas el hospital del Rey. Levantado en 1603 por Nicolás de Vergara el Mozo en sustitución de un palacio anterior que se derribó para remodelar la plaza, era uno de los muchos centros dedicados a prestar servicios asistenciales, y estaba especializado en acoger enfermos incurables. Funciona en la actualidad como residencia de ancianos.
   Alrededor de un patio con columnas se sientan las personas que tienen muchos años y albergan pocas esperanzas. Unas puertas de madera, de apariencia gótica y dibujos geométricos, custodian el acceso. También las puertas encierran muchos años de vida y una belleza ya gastada.

Posada de la Hermandad
   La posada de la Hermandad, edificio gótico que acogió a los cuadrilleros de la Santa Hermandad, se sitúa en la calle Sixto Ramón Parro, tras el ábside de la catedral. Estos servidores del orden, que nacieron como institución en el siglo XIII con el fin de procurar la seguridad de los caminos y perseguir a los ladrones que pululaban por los Montes de Toledo, continuaron prestando sus servicios hasta finales del siglo XVIII. Fue en tiempos de los Reyes Católicos cuando se potenció la Hermandad con nuevas ordenanzas y cuando se construyó este edificio que servía de sede, tribunal y cárcel. Profundamente reformado en el siglo XVII, a comienzos del XIX se convirtió en posada para los comerciantes del mercado.
   Fachada gótica de finales del siglo XV. Sobre el dintel de la puerta y cobijados por un arco apuntado, hay una ventana y varios signos heráldicos. Bajo la reja, dos cuadrilleros armados con ballesta escoltan el escudo en madera de los Austrias. En el vértice del arco preside la portada el blasón de los Reyes Católicos.
   Un amplio zaguán de vigas barnizadas da paso a un interior de tres crujías, las mazmorras y un salón donde impartía justicia el tribunal. Desde su rehabilitación en 1986, la posada acoge actividades culturales y grupos de teatro y música relacionados con el municipio.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.

Enlace a la Entrada anterior de Toledo**:

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