71. TOLEDO, capital. Exterior de la Mezquita de las Tornerías. |
72. TOLEDO, capital. Detalle de la fachada de la Mezquita de las Tornerías. |
73. TOLEDO, capital. El Ayuntamiento. |
74. TOLEDO, capital. Otra visión del Ayuntamiento. |
75. TOLEDO, capital. Fachada del Palacio Arzobispal. |
76. TOLEDO, capital. Portada del Palacio Arzobispal. |
77. TOLEDO, capital. Portada del Palacio de Justicia. |
78. TOLEDO, capital. Portada del palacio de los condes de Oñate. |
79. TOLEDO, capital. Portada de la cap. de la Inmaculada. |
80. TOLEDO, capital. Presbiterio de la cap. de la Inmaculada. |
81. TOLEDO, capital. Fachada de la igl. de San Marcos. |
82. TOLEDO, capital. Ábside del cvto. de Sta. Úrsula. |
TOLEDO** (VIII), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de junio de 2018.
Mezquita de las Tornerías*
En la calle Tornerías se alza la mezquita de las Tornerías. Construida en la segunda mitad del siglo XI, mantuvo el culto islámico hasta el siglo XV. En 1505 los Reyes Católicos suprimieron definitivamente el carácter sagrado del edificio, pasando éste desde entonces por diversos usos: desde casa de vecindad hasta fábrica de velas de sebo. Iniciados en 1981 los trabajos de recuperación del inmueble y de su entorno, la mezquita fue inaugurada en 1991 como Centro de Promoción de la Artesanía.
Tres naves paralelas se cruzan perpendicularmente con otras tres para configurar el espacio en nueve compartimentos cuadrados que se cubren con bóvedas vaídas, a excepción de la central. Éste lleva bóveda de nervaduras, que dividen la superficie en nueve partes decoradas con motivos cruciformes.
Diversos arcos de herradura –unos exentos y otros empotrados en las paredes de los edificios anexos- sostienen el peso de las bóvedas. Cuatro columnas de mármol definen el centro de la estancia. Sobre ellas se sitúan los capiteles, sin ornamentación ni labra, que sujetan los arcos.
La mezquita se apoya sobre arcos romanos y galerías que aparecieron en los trabajos de rehabilitación. Formaban parte del abastecimiento de aguas a la ciudad y hoy integran, junto a la sala de la mezquita, la superficie destinada a exposiciones.
Plaza del Ayuntamiento
La plaza del Ayuntamiento es el centro urbano que acoge las grandes celebraciones religiosas, populares y festivas. Tuvo su origen en la decisión tomada en 1339 por el cardenal Gil de Albornoz, quien mandó derribar las viviendas que había junto a la catedral. Otro derribo efectuado en 1554 (esta vez del granero, de la residencia de los escribanos y de once pares de casas propiedad de la mitra) le permitió a Alonso de Covarrubias dirigir la reforma urbanística que, con escasas modificaciones, iba a aportar la fisonomía definitiva a este espacio. Tras la reorganización de Covarrubias, la plaza queda definida y limitada por las fachadas de los tres grandes edificios que a ella se asoman: la catedral, el Ayuntamiento y el palacio Arzobispal.
Considerando el laberinto de calles estrechas que conforman el tejido urbanístico y los espacios mínimos que a veces se abren cuando confluyen en el mismo punto dos o más calzadas, éste es un escenario de dimensiones extraordinariamente generosas. Ello quizás se deba a que aquí se asientan los símbolos del poder eclesiástico y del poder municipal. Y dichos símbolos necesitan distancia y perspectiva para ser contemplados, admirados y temidos.
El edificio del Ayuntamiento* es fruto de los trabajos realizados por Juan de Herrera (autor del proyecto y de la arquería interior), Nicolás de Vergara el Mozo (responsable de los nueve arcos de medio punto que contiene el primer piso) y de Jorge Manuel Theotocópuli, que hizo la segunda planta y las torres hasta el tercer piso. En 1703 Teodoro de Ardemans acabó de añadir el cuarto piso de las torres y los chapiteles. El tiempo, en el palacio, ha ido conformando un equilibrio de líneas verticales y horizontales, que se ofrecen armoniosamente conjugadas a quien las desee contemplar.
Una escalera solemne nace del zaguán y conduce a la segunda planta, donde se halla el archivo y la sala capitular de invierno. Esta última hace una pequeña capilla barroca, adorna su bóveda con frescos y recubre sus paredes con una tapicería de bandas. En la sala capitular de verano, situada en la primera planta, hay un interesante zócalo de cerámica talaverana y pinturas del siglo XIX en el techo. Entre ambas plantas se sitúa una pared mudéjar de ladrillo, descubierta en las obras de remodelación de 1983. Según las últimas de investigaciones, era la puerta del hospital del Corpus Christi, institución benéfica que desapareció en el siglo XV.
A pesar del desdén y la penumbra, florecen en la escalera dos quintillas del corregidor, caballero, autor dramático y poeta Gómez Manrique, que recuerdan a todos los munícipes las reglas de buen gobierno que deben observar. Aunque estos versos se lean con dificultad en la lápida que los recoge, no resistimos la tentación de reproducir los dos primeros de la segunda estrofa: “Por los comunes provechos / dexad los particulares”. Esta exhortación a situar el bien común por encima del privado debería ser tenida en cuenta por todos los políticos. No sería del todo descabellado editar un opúsculo con las dos estrofas de la lápida y entregárselo a cada responsable antes de ocupar su cargo.
La larga y austera fachada del palacio Arzobispal queda interrumpida en su centro por una portada atribuida a Covarrubias. Dos pares de columnas custodian la puerta de sillares almohadillados y sostienen la cornisa que sujeta la ventana y los grupos heráldicos. Dos figuras tenantes, de notable tamaño, sostienen el escudo catedralicio y el bonete arzobispal. Desde que, en el siglo XIII, el arzobispo Jiménez de Rada mandara construir el palacio primitivo, han sido numerosas las reformas que ha sufrido, siendo la última la introducida en el siglo XVIII por el cardenal Lorenzana, que afectó a la fachada que se asoma a la calle Arco de Palacio. Pocos visitantes imaginan que, tras la desnudez y altura de los muros exteriores, se esconde un conjunto de galerías, estancias y patios.
Completa la geometría de la plaza la moderna fachada del palacio de Justicia, levantado en el lugar que ocupaba la casa del Deán, dignidad catedralicia que presidía el cabildo. Sobre unos ladrillos que no atesoran una especial carga de memoria histórica, justo en el chaflán de entrada, se muestra una portada de estilo gótico florido y una sutil ventana germinada también del mismo estilo, ambas traídas a este inmueble tras haber sido rescatadas de palacios desaparecidos.
Desde la plaza del Ayuntamiento conviene acercarse a la calle Hombre de Palo. En esta arteria urbana concurrida desembocan las calles que acogen restaurantes famosos. Abre, además, aquí las puertas la Casa Cuartero, establecimiento fundado en 1920, que expone en sus escaparates una selección de productos gastronómicos: vinos, quesos, azafrán, cecina, embutidos de caza, mazapanes. En un pizarrín colgado de la puerta se indica el vino semanal de la región elegido por la tienda.
Calle de la Trinidad
Desde la plaza del Ayuntamiento se accede a la del Consistorio siguiendo la fachada del palacio Arzobispal. Allí nos encontramos con un edificio neogótico de finales del siglo XIX y, en el número 3, con una casa singular. Perteneció al cabildo catedralicio hasta que, a mediados del siglo XIX, fue adquirida por un particular, de nombre Francisco Esteban. Se la conoce popularmente como casa del “conde Esteban” y conserva parte de un patio. Si no está abierta, por el ojo de la cerradura se pueden vislumbrar sus yeserías, aunque no apreciar con detalle toda su riqueza ornamental.
Siguiendo la cuesta de la Ciudad se llega a la calle de la Trinidad. En el número 8 de la misma se alza el palacio de los condes de Oñate, que conserva una buena portada renacentista y un interior al parecer utilizado como recinto teatral. Actualmente es la sede de la Consejería de Cultura del gobierno autonómico. En el número 10 se ubica el Archivo Histórico Provincial, instalado en lo que fue el convento de dominicas de Jesús y María, fundado en 1559 por doña Juana de Castilla. Se puede ver parte de un patio del siglo XVI. En la iglesia monacal hay una sala de exposiciones que gestiona la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
En la acera opuesta, frente al antiguo convento, aparece una portada barroca. Pertenece a la capilla de la Inmaculada, que forma parte del palacio Arzobispal.
En la misma acera levanta su fábrica grandiosa la iglesia de San Marcos, único resto existente del que fuera convento de trinitarios calzados. Este convento, fundado en 1220, se convirtió en cuartel tras la Desamortización, y fue demolido en 1960 por su estado ruinoso. Sólo se salvó la capilla monástica, terminada de construir en 1630, que conserva una portada de Juan Bautista Monegro. Convertida en parroquia mozárabe desde la exclaustración hasta 1975, se dedica actualmente a mostrar las claves necesarias para entender la complejidad de Toledo. Concebida como un centro de interpretación realizado con rigor y abundancia de imágenes (instalaciones audiovisuales, escenografías, piezas arqueológicas, maquetas, reproducciones facsimilares, etc.), resulta un vehículo muy útil para sumergirse en el conocimiento de esta ciudad apasionante.
Convento de Santa Úrsula
Detrás del edificio del Ayuntamiento se encuentra el convento de monjas agustinas descalzas recoletas conocido con el nombre de Santa Úrsula. Fundado alrededor de 1260 como beaterio, en el siglo XIV cuando se erige la iglesia, costeada a expensas del benefactor y arcediano de Calatrava don Diego González. La vida monástica se desarrolla en dependencias que se articulan en torno a dos claustros, antiguos patios de las viviendas que dieron origen al recinto monástico. Además de su ábside mudéjar, la iglesia conserva artesonados, entre los que destaca el que recubre la sacristía, del siglo XV y estilo mudéjar, que presenta la peculiaridad de ser plano.
En el siglo XVI se incorporó la capilla de San Nicolás de Tolentino, que aportó dos piezas artísticas de mucho interés: el retablo de la Visitación, obra maestra tallada por Alonso Berruguete alrededor de 1546 y La Anunciación, óleo del siglo XVI.
En la calle de Santa Úrsula, frente a la entrada al convento por el torno, la tienda Simian exhibe una amplia colección de joyas del arte toledano (grabados, cincelados, damasquinados). En el espacioso local se puede contemplar cómo un artesano realiza trabajos de damasquinado.
Ya que nos hallamos aquí, podemos traspasar el umbral del convento de monjas agustinas para examinar y adquirir los dulces que elaboran. Dentro del título genérico de mazapán artesano, se esconden bocaditos de santa Rita, pastas de almendras, marquesitas y bollos.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.
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