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jueves, 14 de mayo de 2020

2979. BARCELONA** (XIX), capital: 1 de marzo de 2019.

284. BARCELONA, capital. El Mon. de Sant Pau del Camp.
285. BARCELONA, capital. Fachada de la Igl. del Mon. de Sant Pau del Camp.
286. BARCELONA, capital. El claustro del mon. de Sant Pau del Camp.
287. BARCELONA, capital. Capiteles del claustro del mon. de Sant Pau del Camp.
288. BARCELONA, capital. Otra visión del claustro del mon. de Sant Pau del Camp.
289. BARCELONA, capital. En el claustro del mon. de Sant Pau del Camp.
290. BARCELONA, capital. El claustro, desde la sala capitular del Mon. de Sant Pau del Camp.
291. BARCELONA, capital. Interior de la Igl. del Mon. de Sant Pau del Camp.
292. BARCELONA, capital. Bóveda sobre el crucero de la igl. del mon. de Sant Pau del Camp.
293. BARCELONA, capital. El Gran Teatre del Liceu.
294. BARCELONA, capital. Decoración modernista del Cafè de l'Òpera.
295. BARCELONA, capital. Un rincón de la Plaça Reial.
296. BARCELONA, capital. En la Plaça Reial.
297. BARCELONA, capital. Las famosas farolas de Gaudí en la Plaça Reial.
298. BARCELONA, capital. Ante la Fuente de les Tres Gràcies, en la Plaça Reial.
299. BARCELONA, capital. Detalle de las farolas de Gaudí en la Plaça Reial.
300. BARCELONA, capital. Tomándonos una cervecita en la Plaça Reial.
301. BARCELONA, capital. El Palau Güell.
302. BARCELONA, capital. Detalle de la fachada del Palau Güell.
BARCELONA** (XIX), capital de la provincia y de la comunidad: 1 de marzo de 2019.
Monasterio de Sant Pau del Camp*
   Desde el Pla de la Boqueria, la calle de Sant Pau se adentra en el barrio del Raval. Prácticamente al final de esta calle se encuentra el antiguo monasterio benedictino de Sant Pau del Camp, el más interesante edificio románico que conserva la ciudad.
   No se sabe mucho sobre su origen, pero la existencia de dos capiteles visigóticos de mármol reaprovechados en la fachada y la tumba del conde Guifré (897-911), le suponen una respetable antigüedad. Sí se conoce que fue destruido por Almanzor en el año 985 y por los almorávides en 1108, y que hacia el 1117 se rehizo la iglesia, que precisamente es la parte que hoy se conserva íntegramente en estilo románico lombardo. Presenta destacables elementos escultóricos en la portada y el tímpano, además de los citados capiteles visigóticos, y en su interior también pueden verse algunos sarcófagos del siglo XII. Pero quizás lo más destacable es el diminuto claustro anejo, del siglo XIII, con parejas de columnas que soportan arcos trilobulados, unas formas bastante impropias de la arquitectura románica. La sala capitular es de 1315, con portada gótica.
Rambla del Centre o dels Caputxins*
   El lugar donde confluyen la Rambla, la calle de l'Hospital, la calle de Sant Pau, la calle del Cardenal y la calle de la Boqueria, constituye el denominado Pla de l'Os o Pla de la Boqueria. En este punto del paseo central de la Rambla suele pasar desapercibido a la mayoría de transeúntes el hecho de estar caminando sobre un mosaico nada menos que de Joan Miró, implantado en el pavimento en 1976. La calle que da nombre al conjunto es la de la Boqueria, que desde la Rambla se adentra hacia el Barri Gòtic y en cuyo extremo se hallaba una de las puertas de la antigua muralla. Frente a esa puerta existió el primer lugar extramuros que se dotó de pavimento, y en que se instalaban los puestos de venta de los carniceros; al parecer, el nombre de "boqueria" proviene de aquel mercado de carne.
   A partir de aquí se desciende por el sector central de la Rambla, que recibe el nombre de Rambla dels Caputxins debido a un antiguo convento de monjes capuchinos que entre 1718 y 1822 ocupaba el lugar donde hoy se encuentra la Plaça Reial.
   No cabe duda de que el edificio más destacable de esta parte de la Rambla es el Gran Teatre del Liceu, icono de la vida cultural barcelonesa y ensalzado como uno de los más prestigiosos centros operísticos del mundo. El Liceu se construyó bajo el impulso de un grupo de miembros de la burguesía local y fue inaugurado en 1847. Era un edificio de cinco plantas y platea, con capacidad para 3.500 personas. Un incendio obligó a restaurar aquella primera obra en 1861, pero conservó el aire lujoso y suntuoso propio de los teatros de ópera de la época, que constituían importantes centros de reunión de la burguesía. Lamentablemente, otro incendio, en enero de 1994, destruyó completamente el interior. El edificio fue totalmente restaurado y ampliado, y en 1999 la famosa ópera de Puccini Turandot fue la escogida para inaugurar una nueva etapa.
   La fachada del teatro era, y es, más bien austera, tal vez en consonancia con un cauto proceder muy propio de la burguesía catalana, pero en el interior no faltaban las enormes lámparas de araña, los espejos, los tapices y los dorados, la mayoría perdidos en el último incendio.
   Donde sí se conserva completamente la pomposa, burguesa y rancia decoración interior es en los locales del Cercle del Liceu y el Conservatori del Liceu, anexos al teatro. El Cercle del Liceu es un club recreativo privado fundado en 1847, en cuya sede aún pueden verse el mobiliario y los elementos decorativos originales, entre los que destacan los doce plafones modernistas realizados en 1902 por Ramon Casas que decoran el salón de la Rotonda. El Gran Teatro del Liceu ha sido tradicionalmente administrado por este círculo privado, cuyos estatutos prohibían, al estilo de los viejos clubes británicos, la participación de las mujeres; por extraño que pueda parecer en una ciudad que se jacta de vanguardista en materia social, no fue hasta el año 2001, y tras fuertes controversias (sobre todo a raíz de la aportación de dinero público en la reconstrucción del teatro), cuando las primeras mujeres pudieron incorporarse a a institución.
   De hecho, el Liceu no sólo ha supuesto para Barcelona una importante manifestación de su empuje cultural, sino también de su evolución social. Tradicionalmente ha constituido un símbolo del selecto y selectivo círculo social de la burguesía catalana y, ciertamente, mucho contribuyó al concepto elitista y poco popular que aún hoy se suele tener de la ópera. No es de extrañar, pues, que fuera escenario del famoso episodio de 1893 en el que el anarquista Santiago Salvador lanzó dos bombas sobre la platea y causó veinte muertos y medio centenar de heridos entre los asistentes. Una de las dos bombas no estalló y hoy puede verse en el Museu d'Història de la Ciutat. Afortunadamente, la estructura social barcelonesa ha cambiado mucho, y el Liceu ya no es, ni mucho menos, aquella exclusivista y anacrónica institución decimonónica.
   Frente al teatro, el Cafè de l'Òpera es un buen punto para un breve descanso. Se trata de uno de los establecimientos más antiguos de la ciudad, que aún conserva los valiosos espejos y algunos vestigios de la decoración de mediados del siglo XIX, cuando era una afamada chocolatería de estilo vienés y punto de encuentro de la aristocracia y la alta burguesía barcelonesas. En 1929 fue reformado en el estilo modernista que aún hoy lucen sus salas, e inaugurado como Cafè de l'Òpera. Entre los clientes con que ha contado se encuentran desde el rey Alfonso XIII hasta las prostitutas de la Rambla; no cabe duda, pues, de que ha sido y es un escenario privilegiado de la historia de Barcelona.
   Pasada la calle de la Unió se halla el hotel Oriente. Fue construido en el lugar que ocupaba el antiguo colegio franciscano de Sant Bonaventura, expropiado por la desamortización y convertido en fonda en 1842. En 1882 se construyó el hotel, cuyo salón de fiestas conserva la estructura del antiguo claustro del siglo XVII.
   Este sector de la Rambla finaliza en el Pla del Teatre (o de las Comèdies), así denominado por encontrarse frente al Teatre Principal de Barcelona. El origen del teatro se remonta al siglo XVI, pero sucesivos incendios y las consiguientes reformas le hicieron perder su estampa original.
Plaça Reial*
   Fue creada a partir de 1848 sobre el solar que hasta la desamortización de 1835 ocupaba un convento de capuchinos. Se optó por una gran plaza rectangular cuya estética acompañase el ambiente elegante y burgués que en el siglo XIX respiraban la Rambla y la vecina calle de Ferran.
   La plaza fue diseñada por el arquitecto Francesc Daniel Molina, quien consiguió crear un o de los espacios más equilibrados, simétricos y uniformes hoy existentes dentro del abigarrado casco histórico, a la vez que dotó a Barcelona de la que prácticamente es su única plaza porticada. El arquitecto adaptó perfectamente la plaza al entorno urbano ya existente mediante los pasajes cubiertos que la conectan con la Rambla y con el resto de las calles que la flanquean. Cabe destacar un pequeño detalle de la plaza: las dos farolas de hierro forjado y bronce que fueron diseñadas en 1878 por un entonces jovencísimo Antoni Gaudí. Su diseño rompe completamente con las líneas rectas y la verticalidad del conjunto, e introduce las tendencias que posteriormente tanto caracterizaron la obra de Gaudí: los seis brazos de las farolas se desprenden del fuste a distintas alturas, como las ramas de un árbol, y no faltan las líneas curvas y los detalles inspirados en la naturaleza.
   La fuente central de la plaza, conocida como de les Tres Gràcies, fue incorporada a finales del siglo XIX.
   Bajo las arcadas de los edificios se suceden las terrazas de cafeterías y restaurantes, la mayoría muy orientados al disfrute de los turistas, por lo que la plaza presenta siempre un ambiente muy animado y cosmopolita. Los domingos por la mañana acoge un concurrido mercado de filatelia y numismática. Pero los establecimientos más emblemáticos del lugar abren sus puertas durante la noche: el Jamboree y el Pipa Club (con música de jazz y blues en directo), el Karma (rockero y alternativo), el Glaciar, el Sidecar o la mítica sala Tarantos (el tablao más antiguo de Barcelona), son referentes de la diversión nocturna.
   También algunas de las estrechas callejas del entorno  de la Plaça Reial han adquirido relevancia por su vitalidad nocturna. Es el caso de la calle de Escudellers o de la plaza de George Orwell (popularmente "la plaza del tripi"), donde establecimientos como la discoteca New York, el bar Bahía (exponente emblemático de la estética kitsch) o el Oviso (una antigua casa de alterne) otorgan a la zona un ambiente entre decadente y bohemio.
Palau Güell*
   La calle Nou de la Rambla fue abierta en el siglo XVIII y comunica directamente la Rambla con la avenida del Paral-lel. Fue en su origen una calle en la que se levantaron numerosas casonas de la burguesía local, y entre ellas destaca por encima de todas el Palau Güell, una de las principales creaciones de Antoni Gaudí en Barcelona. Gaudí trabajó en esta ocasión para quien fue su principal mecenas, Eusebi Güell, y el palacio está concebido como una ampliación de la casa que ya poseía la familia Güell.
   Es una obra plenamente modernista, construida entre 1885 y 1889 y catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, en 1984. Gaudí aplicó en ella algunas de las soluciones arquitectónicas que en su momento fueron revolucionarias, como los arcos parabólicos, pero también incorporó elementos historicistas (de estética gótica y musulmana).
   Sobre su amplia fachada de piedra blanca se aprecian una balaustrada superior y alguna de las chimeneas de formas caprichosas que tanto caracterizan el gusto gaudiniano, además de una torre con chapitel, también con singular ornamentación. De la entrada, el elemento más vistoso es el fabuloso trabajo de forja, otra de las señas de identidad de la obra de Antoni Gaudí, en cuyo diseño destacan las cuatro barras de la bandera catalana rematadas con un casco y un aguilón.
   Desde el vestíbulo, y tras cruzar la cochera, se baja a través de una rampa helicoidal a las cuadras o sótano, donde impresionan las gruesas columnas de obra vista que sostienen toda la estructura Ya en las plantas superiores, se visitan diversas estancias, entre las que destaca el gran salón de la planta noble, cubierto por una cúpula de líneas parabólicas en forma de bóveda. También es impactante la fachada posterior, que combina la madera, el hierro y la cerámica vidriada, y que incluye una tribuna con un balcón superior y una pérgola.
Textos de:
Xavier Martínez i Edo, Barcelona, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2009.
José Angel Cilleruelo y Xavier Martínez i Edo, Cataluña, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2006.

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2978. BARCELONA** (XVIII), capital: 1 de marzo de 2019.

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