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domingo, 17 de mayo de 2020

2982. BARCELONA** (XXII), capital: 1 de marzo de 2019.

332. BARCELONA, capital. Sede de la Caixa de Pensions en la via Laietana.
333. BARCELONA, capital. Otro de los edificios emblemáticos de la via Laietana.
334. BARCELONA, capital. Uno de los edificios de la via Laietana.
335. BARCELONA, capital. La Casa del Gremi de Velers.
336. BARCELONA, capital. Detalle de la fachada de la Casa del Gremi de Velers.
337. BARCELONA, capital. Portada de la casa de la familia Guarro.
338. BARCELONA, capital. El mercado de Sta. Caterina.
339. BARCELONA, capital. Otra perspectiva de la cubierta del mercado de Sta. Caterina.
340. BARCELONA, capital. La plaza de Ramon Berenguer III.
BARCELONA** (XXII), capital de la provincia y de la comunidad: 1 de marzo de 2019.
Via Laietana
   Como ha quedado dicho, los barrios de Sant Pere y de la Ribera están separados del resto de la Barcelona histórica por la amplia y rectilínea Via Laietana, que baja desde el Eixample hasta el puerto en paralelo al trazado de la primitiva muralla romana. Sin embargo, hasta principios del siglo XX esta avenida no existía, y los dos barrios en cuestión constituían un continúo urbanístico con el Barri Gòtic, unidos por estrechas y laberínticas callejas de trazado medieval. A mediados del siglo XIX ya se habían abierto nuevas vías en toda esta maraña de edificaciones (calles de Ferran, de la Princesa, de Jaume I), pero se hacía necesario un amplio vial que permitiera el tránsito rápido entre la nueva zona del Eixample y el mar. Esta fue la función prevista para la Via Laietana.
   El proyecto de enlazar el Eixample con el puerto ya lo contempló Ildefonso Cerdà en 1859 y, a la postre, esta vía fue la única de sus propuestas para el casco histórico de la ciudad que llegó a realizarse. Las ideas de Cerdá fueron reformuladas en 1879 por Ángel Baixeras en el denominado Plan de Reforma Interior de Barcelona, y levantaron una gran controversia, por lo que el inicio de su ejecución se retrasó hasta 1907. La apertura de la calle lograba un gran esponjamiento en el hacinamiento de viviendas, pero también exigía derribar viviendas, iglesias, conventos, palacios góticos y renacentistas... algunos de los cuales fueron trasladados piedra a piedra hasta otros lugares de la ciudad, como la Casa Clariana Padellàs (actual sede del Museu d'Història de la Ciutat) o la casa del gremio de zapateros (hoy en la plaza de Sant Felip Neri). Precisamente en el cercano Museu d'Història puede verse una colección de dibujos al carbón de Dionís Baixeras, realizados en 1907, que retratan todas aquellas calles y edificios que la Via Laietana se llevó por delante.
   Así pues la obra se llevó a cabo, y supuso la apertura de una calle que ha sido definida como la más neoyorquina de Barcelona. Efectivamente, su mayor atractivo radica en haber adquirido la fisonomía, a pequeña escala, de los modelos norteamericanos de avenidas propios de las décadas de 1920 y 1930, configurados a modo de ejes de negocios transitados y bulliciosos. Rápidamente se instalaron en la nueva avenida las sedes de entidades bancarias y financieras, compañías de seguros y navieras. Así, el predominio de edificios de oficinas y servicios, con elementos de arquitectura modernista de carácter funcional, y la gran intensidad de tráfico en contraste con su entorno más inmediato otorgaban a la Via Laietana su peculiar fisonomía.
   La parte alta de la calle fue el primer sector que se abrió, y recibió inicialmente el nombre de calle de Bilbao. Adquirió una marcada función financiera, pues en ella se instalaron la sede de la Caixa de Pensions, la Banca Jover y más tarde el ya desaparecido Banco Condal. El edificio modernista de la Caixa de Pensions es una vistosa obra en la que Enric Sagnier trasladó su admiración por el arte gótico con la incorporación de esbeltas torres y pináculos. Cabe destacar también, en el número 37, el edificio que construyó en 1925 el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch para la familia Guarro, conocidos fabricantes de papel.
Sant Pere Més Alt
   El barrio de Sant Pere ocupa el sector septentrional de toda esta zona, el más cercano a la plaza de Catalunya y alejado del mar, hoy enmarcado entre la Via Laietana, la Ronda de Sant Pere y la calle del Comerç, y separado del barrio de la Ribera por la calle de la Princesa. En realidad comprende varios pequeños barrios o sectores que reciben sus respectivos nombres de antiguos asentamientos monacales, de los que hoy quedan escasos indicios. Uno de estos sectores es del de Sant Pere Més Alt, estructurado alrededor de la calle del mismo nombre.
   La calle de Sant Pere Més Alt conserva un buen número de viviendas construidas en el siglo XVIII que sustituyeron a las anteriores edificaciones medievales. Quizás la más llamativa es el Casal dels Dou (número 27), un notable ejemplo de arquitectura civil neoclásica de principios del siglo XIX, con un monumental patio interior.
   Las construcciones dieciochescas en el barrio no fueron sólo viviendas, porque desde mediados del siglo XVIII se levantaron también fábricas de indianas, aprovechando las aguas de un antiguo canal que cruzaba la zona. Fue, por tanto, un barrio abocado a la industria textil hasta bien entrado el siglo XX, y aún hoy manifiesta claramente esa vocación con la presencia de numerosas tiendas y almacenes. Ello es visible, sobre todo, en la calle de Trafalgar, repleta de tiendas de moda, de tejido y de ropa del hogar. Desde Sant Pere Més Alt se puede acceder a la calle de Trafalgar a través del singular pasaje de Sert, que antaño formaba parte de una fábrica de tejidos y hoy es un centro de venta al mayor del sector del textil y la moda. Son descendientes de los propietarios de aquella antigua fábrica el pintor Josep Maria Sert y el arquitecto racionalista Josep Lluís Sert.
   Ya casi en la Via Laietana se observa la Casa del Gremi de Velers, construida entre 1758 y 1763 como sede gremial de los fabricantes de seda. Se trata de un vistoso edificio barroco que sobrevivió al planta de reforma de la apertura de la avenida; los esgrafiados de sus fachadas están considerados los mejores del siglo XVIII que se conservan en Barcelona, con atlantes, cariátides, angelotes, pilares, columnas, guirnaldas y demás repertorio ornamental propio del barroco más recalcitrante. La hornacina esquinera, que alberga una imagen de la Inmaculada Concepción, es también bellísima. Y prácticamente frente a este edificio se halla el punto más destacado de la calle: el Palau de la Música.
Sant Pere de les Puelles
   En la misma calle de Sant Pere Més Alt, pero en el extremo opuesto al del Palau de la Música, se halla la iglesia de Sant Pere de les Puelles. Este templo formaba parte de un antiguo convento benedictino femenino fundado en el siglo X y que pervivió, como tantos otros en la ciudad, hasta la desamortización de 1835. La comunidad de monjas se trasladó a la calle de Anglí, en Sarrià, donde aún continúa. El barrio creció alrededor de aquel monasterio, y de él hereda el nombre de barrio de Sant Pere.
   La iglesia constituye uno de esos escasos y desperdigados testimonios del románico que conserva la ciudad. En este caso la obra original se encuentra muy reformada, aunque conserva incluso algunos elementos arquitectónicos prerrománicos pertenecientes a la iglesia de Sant Sadurní, predecesora de la de Sant Pere. Precisamente, la capilla de Sant Sadurní y unas columnas coronadas por capiteles claramente románicos son prácticamente lo único que queda de la obra original; la nave, la cubierta y el ábside son el resultado de reformas realizadas en los siglos XV y XVII.
Sant Pere Més Baix
   Como su hermana superior (Sant Pere Més Alt), también esta calle se halla jalonada de edificios residenciales levantados durante los siglos XVIII y XIX, cuando la actividad industrial de la zona llevó a sustituir las anteriores construcciones medievales por nuevas viviendas y edificios fabriles. En el número 7-9 destaca un caserío del siglo XVI con el típico interior con escalera resguardada por una logia. También son notables el palacio del marqués de Dou (número 31) y los esgrafiados de la fachada del número 46, ambas obras del siglo XVIII. Y poco más adelante, en el número 52, está la farmacia Pedrell, que no sólo conserva su decoración modernista sino que tiene el honor de ser la más antigua de Barcelona, instalada en este lugar en el siglo XVI.
Plaza de Antonio Maura
   De nuevo en la Via Laietana, el cruce que conforma esta calle con la avenida de la Catedral por un lado y con la avenida de Francesc Cambó por el otro define una especie de plazoleta que fue dedicada al político conservador del primer tercio del siglo XX.
   La plaza aglutina diversos edificios que la convierten en el núcleo más monumental de la Via Laietana. En la esquina con la avenida de la Catedral destaca un gran edificio que desde 1955 es sede de la Caixa de Catalunya, pero que fue construido entre 1929 y 1933 por los arquitectos José Yarnoz y Luis Menéndez Pidal para albergar la delegación barcelonesa del Banco de España. Muestra un aspecto exterior neoclásico muy severo y monumental, pero lo más interesante está en el interior, en especial la sorprendente decoración art déco que luce el amplio vestíbulo. El otro gran edificio de la plaza se encuentra en la esquina opuesta, junto a la avenida de Francesc Cambó. Se trata de la sede de Fomento del Trabajo Nacional, la principal agrupación patronal catalana. Es un edificio de líneas sobrias construido entre 1931 y 1934 e inspirado en los preceptos de la escuela de arquitectura de Chicago, que contribuye muy especialmente a otorgar ese aire de avenida estadounidense que destila la Via Laietana.
   Junto a este último edificio se halla la llamada Casa Cambó, construida entre 1921 y 1925 para el político y financiero catalán Francesc Cambó.
   Poco más abajo se abre la plaza de Ramon Berenguer III, cuya visita ya hemos recomendado en el itinerario por el Barri Gòtic dado que desde ese lugar se contemplan la fachada lateral de la capilla de Santa Àgata y un buen tramo de la muralla romana. Esta perspectiva es uno de los méritos de la apertura de la Via Laietana, pues a pesar de la pérdida de patrimonio monumental medieval que supuso la construcción de la avenida, también permitió poner al descubierto algunas importantes edificaciones. La plaza está presidida por una estatua ecuestre del conde Ramon Berenguer III, realizada en bronce por Josep Llimona.
Sant Agustí Vell
   Aprovechando el solar que quedó libre tras la demolición del antiguo convento dominicano de Santa Caterina, en 1847 fue construido el mercado del mismo nombre, una obra de líneas neoclásicas. Este mercado de Santa Caterina no ha alcanzado la fama del de la Boqueria, pero aun así no desmerece un paseo por su animado interior. Fue profundamente remodelado a principios del presente siglo, cuando se realizó la colorida, vistosa y también polémica cubierta que luce actualmente, un diseño de los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue.
   Entre el mercado y la Via Laietana se halla la calle dels Mercaders, que desde el siglo XV está ocupada por casonas y palacios de ricos mercaderes de la Barcelona medieval.
   Las callejas de la parte posterior del mercado conforman el sector de San de Sant Agustí, así llamado por haber crecido en torno al antiguo convento de Sant Agustí. Fundado en 1309 y destruido durante el asedio que sufrió Barcelona en la Guerra de Sucesión (1714), del convento sólo quedan en pie una nave lateral, algunas capillas y una parte del claustro de los siglos XIV y XV, todo ello englobado actualmente dentro del edificio de la Academia Militar; también es herencia del viejo convento el portal barroco del siglo XVII que se abre a la plaza de la Acadèmia.
   Curiosamente, buena parte de la vieja Academia Militar es hoy utilizada para menesteres más dulces: desde el año 2000 para albergar el singular Museu de la Xocolata, sin duda el menos aburrido para los niños cuando se trata de ir a visitar algún museo. Su intención, muy bien resuelta, es dar a conocer los orígenes del chocolate, su difusión y llegada a Europa, los procesos de elaboración tradicionales y modernos, y sus propiedades alimenticias, medicinales y afrodisíacas, siempre situadas entre el mito y la realidad. En la Sala Barcelona pueden verse los edificios más emblemáticos de la ciudad reproducidos a escala en chocolates. Y, evidentemente, el museo cuenta con una irresistible tienda.
   Junto a la plaza de la Acadèmia se abre la antigua y pintoresca plaza de Sant Agustí Vell, a la que asoman una vieja casona gótica del siglo XIV con torre esquinera y ventanal de arcos trilobulados, y los soportales (siglo XV o XVI) que continúan por la calle del Portal Nou.
   Un paseo por las calles del entorno de la plaza, como la citada calle del Portal Nou o de les Basses de Sant Pere, permite también contemplar notables edificios de los siglos XVII y XVIII. En esta última se conserva un caserón del siglo XIV (número 4) con torreón, barbacana y ventanal bíforo de perfil lobulado.
Capilla d’en Marcús y plaza de la Llana
   Desde la plaza de Sant Agustí, la calle de Carders baja hasta la plaza de la Llana. En el recorrido pueden verse diversas viviendas de los siglos XVII-XVIII, como las de los números 18-20 y 12. Justo cuando la calle enlaza con la de Montcada, se encuentra la capilla d’en Marcús, otro de los templos románicos que salpican la ciudad.
   El ciudadano Benet Marcús, consejero del conde Ramon Berenguer IV, cedió parte de sus propiedades para que se construyera un hospital, obra de la que sólo queda esta diminuta capilla del siglo XII. El hospital atendía a los viajeros que llegaban a la ciudad en horas en las que los portales de la muralla estaban ya cerrados, puesto que se hallaba junto al paso de la antigua vía romana que daba acceso a la ciudad por este sector.
   Más tarde la capilla fue escogida como local de la Cofradía de Correos a Caballo, gremio que durante dos siglos (XVII y XVIII) fue responsable del intercambio de correo entre España y el resto de Europa.
   La pequeña capilla conserva la fachada y muros laterales románicos, del siglo XII, decorados con arcos de tradición lombarda.
   La calle de Corders conduce hasta la plaza de la Llana. Se trata de un espacio de dimensiones reducidas y trazado irregular, de indiscutible personalidad. Asoman a ella varias casas levantadas en el siglo XVIII sobre unos grandes arcos que dan entrada a las callejuelas que confluyen en la plaza, y que ponen de manifiesto la importancia que tuvo el aprovechamiento de cualquier espacio cuando la ciudad todavía estaba obligada a crecer encorsetada dentro de sus murallas. Pasando bajo estos arcos se puede ver la estructura de madera que sostiene las antiguas casas.
   El barrio de Sant Pere tiene su límite meridional en la calle de la Princesa, transversal a la Via Laietana y cuyo trazado completamente rectilíneo se explica porque fue abierta en 1853 Es desde entonces una calle de carácter comercial, con establecimientos hoy más que centenarios alternándose con nuevas tiendas regentadas por hindúes y pakistaníes. Al sur de esta calle está ya el barrio de la Ribera.
Textos de:
Xavier Martínez i Edo, Barcelona, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2009.
José Angel Cilleruelo y Xavier Martínez i Edo, Cataluña, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2006.

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2981. BARCELONA** (XXI), capital: 1 de marzo de 2019.

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