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lunes, 18 de mayo de 2020

2983. BARCELONA** (XXIII), capital: 1 de marzo de 2019.

341. BARCELONA, capital. Patio del Pal. del Marquès de Llió.
342. BARCELONA, capital. Detalle de una de las puertas del Pal. Aguilar (Museu Picasso).
343. BARCELONA, capital. Detalle de una de las ventanas del Pal. Meca (Museu Picasso).
344. BARCELONA, capital. Detalle de otra de las ventanas del Pal. Meca (Museu Picasso).
345. BARCELONA, capital. Uno de los patios del actual Museu Picasso.
346. BARCELONA, capital. La Igl. de Sta. Mª del Mar.
347. BARCELONA, capital. Portada lateral de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
348. BARCELONA, capital. La otra portada de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
349. BARCELONA, capital. Rosetón y tímpano de la portada principal de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
350. BARCELONA, capital. En la portada principal de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
351. BARCELONA, capital. Detalle de un bastaixo (cargador de muelle) en la portada principal de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
352. BARCELONA, capital. Interior de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
353. BARCELONA, capital. El rosetón de la fachada principal, desde el interior, de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
354. BARCELONA, capital. Otra vista del interior de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
355. BARCELONA, capital. Girola de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
356. BARCELONA, capital. Bóvedas de la girola de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
357. BARCELONA, capital. Una última visión del interior de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
358. BARCELONA, capital. Ábside de la Igl. de Sta. Mª del Mar.
359. BARCELONA, capital. El Paseo del Born.
360. BARCELONA, capital. El Mercado del Born.
361. BARCELONA, capital. Vista del yacimiento arqueológico del Mercado del Born.
362. BARCELONA, capital. Bajo la cúpula central del Mercado del Born.
BARCELONA** (XXIII), capital de la provincia y de la comunidad: 1 de marzo de 2019.
Calle de Montcada**
   Aproximadamente hacia la parte central de la calle de la Princesa, junto a la capilla d’en Marcús, arranca la calle de Montcada, que se adentra en el barrio de la Ribera.
   La calle fue abierta a partir de 1148, cuando Guillem Ramon de Montcada obtuvo del conde Ramon Berenguer IV el derecho a poder edificar en la zona como premio a su contribución en la conquista de Tortosa. A partir del siglo XIII y hasta el XVII, nobles y mercaderes fueron edificando en ella sus casonas y palacios, convirtiéndola en una vía de marcado carácter señorial. En el siglo XIX, en cambio, la calle quedó sumida en una profunda decadencia; los propietarios abandonaron la zona y convirtieron muchos de los palacios en viviendas y locales comerciales, desfigurándose sensiblemente. No fue hasta 1930 cundo la iniciativa ciudadana, con el apoyo municipal, consiguió iniciar una lenta pero efectiva recuperación de la zona, que hoy es un auténtico museo de arquitectura civil catalana.
   Efectivamente, la calle de Montcada es hoy un compendio de valiosa y variada arquitectura de diversas épocas que obliga a un paseo casi reverencial. Estrecha y oscura, es, sin embargo, fascinante.
   Iniciando un paseo desde la calle de la Princesa, el primer edificio al que debe prestarse atención es el palacio gótico-renacentista del Marquès de Llió (número 12), del siglo XVI, en el que destaca una vistosa torre cuadrada con ventana lobulada y balcones abiertos con posterioridad a su construcción original. Su patio acoge actualmente una pequeña terraza que permite cenar o tomar un café en un escenario plenamente medieval y en medio de una atmósfera especialmente acogedora.
   El Palau Nadal (número 14) es otro magnífico palacio gótico-renacentista construido entre los siglos XV y XVI, con posteriores reformas neoclásicas. En la actualidad alberga el Museu Barbier-Mueller d’Art Precolombí.
   En el otro lado, los números 15, 17 y 19 corresponden a tres palacios: el Palau Aguilar, el del Baró de Castellet y el Palau Meca. El primero es un edificio gótico del siglo XV levantado sobre una anterior casa del XIII, y en el que fueron halladas unas excelentes pinturas medievales sobre la conquista de Mallorca, también del siglo XIII, que hoy pueden verse en el Museu Nacional d'Art de Catalunya; este palacio tiene el que para muchos es uno de los mejores patios góticos de Barcelona, muy similar al del palacio de la Generalitat por su doble galería de arcos ojivales; no en balde son obra del mismo arquitecto: Enric Safont. El contiguo palacio del Baró de Castellet también es de origen medieval, pero ampliado y reformado hasta el siglo XVIII; contiene una notable sala neoclásica ampulosamente decorada con mármoles, dorados y tapices. Estos tres palacios albergan una de las instituciones más visitadas de la ciudad: el Museu Picasso, inaugurado en 1963 en el primero de los edificios y extendido posteriormente a los otros dos. En 1999 se añadieron al espacio museístico otras dos casonas contiguas, la Casa Mauri y el Palau Finestres.
   En el número 18 de la calle puede verse un palacio del siglo XVI con fachada que alterna elementos góticos (el portal con arco de medio punto adovelado) y renacentistas (la galería superior al estilo de las logias). En su interior conserva un patio gótico con escalera descubierta.
   Contiguo al anterior, en el número 20 se halla el Palau Dalmases, del siglo XVII pero con una pequeña y notabilísima capilla flamígera del XV. Está considerado una obra maestra del barroco barcelonés del XVII, y en él destaca muy especialmente el magnífico patio, con un pórtico de columnas salomónicas ornadas con espumillones cubriendo la escalera. El antepecho del balaustre de la parte superior de la escalera muestra también un excepcional trabajo decorativo, con un cúmulo de figuras alegóricas: ninfas, tritones, danzantes, músicos... En los bajos, el Espai Barroc ofrece la oportunidad de cenar o tomar una copa entre sus viejos muros y su elegante decoración barroca. Es uno de tantos establecimientos que permiten que el patrimonio monumental de la ciudad no sólo pueda contemplarse sino que también pueda vivirse.
   Poco más allá, en el número 25, se levanta el palacio dels Cervelló o Casa dels Giudice, que tras haber pertenecido a la noble familia de los Cervelló paso a manos de los Giudice, comerciantes genoveses establecidos en Barcelona en el siglo XVII. El edificio data del siglo XVI y cuenta con otro de los atractivos patios de la calle, además de una bien conservada fachada renacentista. Hoy alberga en sus bajos una prestigiosa galería de arte. Adosada a éste, en el número 23, se halla la casona más antigua de la calle, que data del siglo XIV y aún conserva uno de los elementos característicos de los edificios de esta singular vía, el miramar, la torre de escasa altura que permitía avistar todos los movimientos de los barcos mercantes frente a la playa.
   Aún podrían citarse otras nobles y bellas casonas que asoman a la calle y conservan patios y detalles arquitectónicos de los siglos XIV al XVII, pero que resulta difícil conocer más allá de sus fachadas. Todas tienen una estructura similar: patio central descubierto al que se accede desde la calle a través de un gran arco; del patio arranca la escalera que sube hasta la planta principal, y en lo más alto, un elemento muy importante (aunque pocos lo conservan), el miramar.
   La calle termina, en su parte baja, haciéndose más espaciosa en la placita de Montcada, de la que arranca el callejón de las Moscas, al parecer el más estrecho de la ciudad.
Iglesia de Santa Maria del Mar**
    La iglesia de Santa Maria del Mar es para muchos la obra más perfecta del gótico catalán. Se erigió para conmemorar la conquista de Cerdeña, que prácticamente culminaba el dominio de la Corona de Aragón sobre el Mediterráneo occidental un siglo después de la conquista de Mallorca por Jaume I. Fueron los armadores, los bastaixos de ribera (descargadores del puerto), quienes impulsaron su construcción, junto al resto de corporaciones representativas de este barrio marinero, como los ganapanes y mozos de cuerda, cuya imagen quedó perpetuada en algunos capiteles del templo. De notables dimensiones, el edificio es una perfecta manifestación de la pujanza económica y política de la época, protagonizada fundamentalmente por mercaderes, armadores y marineros, y claramente ligada al Mediterráneo; el templo llegó incluso a conocerse como "la catedral del mar", reconocimiento que mucho más tarde daría título al exitoso best seller de Ildefonso Falcones.
   Las obras se iniciaron en 1329, y sesenta años más tarde la iglesia ya estaba completamente terminada, algo insólito en tan enormes construcciones medievales, cuya culminación solía demorarse incluso varios siglos. Ello explica también su uniformidad arquitectónica, sin mezcla de estilos y absolutamente fiel a las catacterísticas esenciales que diferencian al gótico catalán del gótico europeo: dominio de las líneas horizontales (esbeltez), sobriedad decorativa, cubierta con terrado, contrafuertes macizos y sin arbotantes, y torres octogonales culminadas en terrazas.
   En la portada principal destacan las imágenes esculpidas de San Pedro y San Pablo, y sobre ella hay un enorme rosetón flamígero que data de 1459, pues el original sucumbió al terremoto de 1428. Flanquean esta fachada principal dos altas torres octogonales que acentúan la esbeltez del edificio, tan propia del gótico catalán. Esta torres fueron terminadas en fechas mucho más tardías que el templo -la del lado norte en 1496 y la otra en 1902-, pero ambas fueron levantadas siguiendo estrictamente los planos originales.
   De todas formas, lo verdaderamente impactante está en el interior, donde se aprecian plenamente sus líneas esbeltas, con altas columnas octogonales que sólo en su parte más alta se convierten en los haces de nervios típicos del gótico y sobre los que se reparte el peso de la cubierta. Consta de una amplia nave central (13 metros) y dos laterales mucho más estrechas (6,5 metros), aunque las tres de altura muy similar. Tiene capillas laterales entre los contrafuertes y ábside con girola y siete capillas radiales. El incendio que sufrió en 1936 supuso la pérdida de su mobiliario y decoración interior, incluido su enorme retablo barroco y un monumental órgano, pero la restauración posterior fue muy acertada, puesto que dejó a la vista toda la pureza de sus líneas arquitectónicas originales. Su luminosidad es excepcional gracias al enorme rosetón de la fachada principal y a los ventanales que se abren en cada tramo de las naves. Lo que suele pasar más desapercibido es su sonoridad; merece la pena informarse sobre los conciertos que se programan.
   Frente a la fachada principal del templo se abre la irregular plaza de Santa María, un espacio de limitadas dimensiones pero de agradable evocación medieval. Destacan en ella una fuente gótica de 1402 y los aguantadores de teas en los ángulos de la iglesia, que refuerzan la estampa medieval del lugar. De la plaza parte la calle de l'Argenteria, que antaño recibía el nombre de calle del Mar porque fue el primer eje que unió la ciudad antigua, a través del Portal Major, con el mar. Poco queda en la calle de aquel origen medieval, pero sí conserva numerosas casas del siglo XVIII. Los plateros (argenters) que otorgan el nombre a la calle se instalaron aquí a finales del XIX.
   Frente al muro lateral de Santa Maria del Mar se abre otra plaza, el Fossar de les Moreres, con un significado político y sentimental muy marcado para los barceloneses y para el conjunto de los catalanes: aquí fueron enterrados los miembros de la milicia gremial que en 1714 defendieron la ciudad durante el sitio de las tropas de Felipe V, en la Guerra de Sucesión. Aquella derrota, que hoy los catalanes conmemoran con la celebración de la Diada cada 11 de septiembre, fue decisiva para la pérdida de los derechos políticos de Cataluña, y convirtió la actual plaza en lugar significativo para el catalanismo.
Paseo del Born*
   Del entorno de la iglesia de Santa Maria del Mar podrían citarse un buen número de estrechas callejuelas cuyo origen se remonta al desarrollo medieval de este núcleo marinero de la Barcelona histórica. Calles como la de la Barra de Ferro, la de l'Arc de Sant Vicenç, la del Cremat Gran, etcétera, conservan un aire arcaico y evocador, con interesantes detalles arquitectónicos, rincones sorprendentes y algunos restaurantes y cafeterías que ocupan locales históricos.
   No cabe duda, sin embargo, de que la más vistosa herencia urbanística del medievo en este sector de la ciudad es el paseo del Born, que arranca junto al ábside de Santa Maria del Mar: Hoy se define como un paseo o avenida, pero en su origen era una plaza de planta rectangular muy estirada, en forma de palestra. En ella se celebraron desde el siglo XIII y hasta el XVII torneos, justas, fiestas populares, ferias y hasta actos inquisitoriales. Fue pues, históricamente, un centro neurálgico y muy vital de la ciudad. De la arquitectura medieval conserva poco, tan sólo uno de los grandes palacios del siglo XIV (número 17), cuyas ventanas góticas delatan su antigüedad.
   El dinamismo del paseo no decreció cuando, a partir del siglo XVIII, se convirtió en lugar de mercado. Esa utilidad se vio reforzada a partir de 1876 con la construcción del mercado del Born, situado en el extremo oriental del paseo. Bajo su enorme estructura metálica funcionó hasta 1971 el principal mercado de abastos de la ciudad, que posteriormente fue trasladado a las modernas instalaciones de Mercabarna, en la Zona Franca. El mercado constituye un interesante ejemplo de ingeniería de estructura metálica, tan característica de las obras públicas de finales del siglo XIX. Hace algunos años se iniciaron las obras para su restauración y la posterior ubicación en el edificio de una gran biblioteca pública, pero los trabajos debieron interrumpirse porque en el subsuelo aparecieron los restos de un amplio y significativo sector de la ciudad destruido tras la Guerra de Sucesión.
   Aquella plaza en la que los caballeros de la Edad Media mostraban su destreza en el manejo de las armas, luego ocupada por tiendas y puestos de venta, debe su actual bullicio y vitalidad a la oferta de ocio. Los amantes de la diversión nocturna no deben pasar por alto esta zona. Imprescindible.
   Al sur del paseo del Born se entrecruzan una serie de callejuelas que conservan  los nombres de los oficios que en ellos se practicaron: Vidreria, Esparderia, Espaseria... También es muy agradable dar un paseo por este sector, donde se puede encontrar desde llamativos bares de tapas y restaurantes hasta numerosas galerías de arte y tiendas vanguardistas.
Textos de:
Xavier Martínez i Edo, Barcelona, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2009.
José Angel Cilleruelo y Xavier Martínez i Edo, Cataluña, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2006.

Enlace a la Entrada anterior de Barcelona**:
2982. BARCELONA** (XXII), capital: 1 de marzo de 2019.

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