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martes, 19 de mayo de 2020

2984. BARCELONA** (XXIV), capital: 1 de marzo de 2019.

363. BARCELONA, capital. El Castell dels Tres Dragons en el Parque de la Ciutadella.
364. BARCELONA, capital. El Passeig Lluís Companys con el Arc de Triomf al fondo.
365. BARCELONA, capital. El Arc de Triomf en el Passeig Lluís Companys.
366. BARCELONA, capital. El Arc de Triomf desde el otro lado.
367. BARCELONA, capital. Ante el Arc de Triomf.
368. BARCELONA, capital. En el Arc de Triomf.
369. BARCELONA, capital. Fachada de la Casa Calvet.
370. BARCELONA, capital. Ante la Casa Milà (La Pedrera).
371. BARCELONA, capital. La Casa Milà (La Pedrera).
372. BARCELONA, capital. En una de las famosas farolas del Passeig de Gràcia.
BARCELONA** (XXIV), capital de la provincia y de la comunidad: 1 de marzo de 2019.
LA DRETA DE L'EIXAMPLE
   El sector central del Eixample, estructurado en torno al Passeig de Gràcia y la Rambla de Catalunya, recibió enseguida la denominación de dreta (derecha) del Eixample, dado que se hallaba a la derecha del antiguo ferrocarril de la calle de Balmes (mirando hacia la montaña y de espaldas al mar). Más a la derecha de esta zona central, que fue donde se levantaron los primeros edificios del Eixample, se extendía un enorme espacio urbanizable que tardó más en ser ocupado, puesto que en gran parte era término municipal de Sant Martí de Provençals, hoy un distrito más de la ciudad. Este espacio es el que nosotros hemos acotado como la dreta o derecha del Eixample.
   Las dimensiones de este sector de la cuadrícula de Cerdà son muy considerables, aunque su interés se centra en tres puntos fundamentales: las joyas modernistas del sector norte (la Sagrada Familia y el hospital de Sant Pau), los alrededores de la plaza de les Glòries y el parque de la Ciutadella. Las distancias entre zonas son grandes, y para enlazar estos tres puntos se hace casi obligado acudir al transporte público.
Parque de la Ciutadella**
   Aunque Montjuïc y el Tibidabo son los mayores pulmones de la ciudad, éste es el parque por excelencia de Barcelona, el más antiguo y el que más tradición atesora. Además, su situación entre la Barcelona antigua, el Eixample, la Barceloneta y el Poble Nou le confiere una centralidad que no tiene ninguna de las otras grandes zonas verdes barcelonesas.
   Ya hemos visto que el parque ocupa un espacio que antaño fue militar, una gigantesca ciudadela abaluartada construida por orden de Felipe V entre 1717 y 1725, tras la guerra de Sucesión. Las ruinas en que la guerra había convertido un amplio sector del barrio de La Ribera fueron el lugar escogido para construir aquella fortaleza, sobre la que los barceloneses focalizaron su odio a la posterior represión militar y la monarquía borbónica.
   En 1868 la ciudadela perdió su función castrense y el espacio fue devuelto a la ciudad por el general Prim. Evidentemente, se tardó muy poco en comenzar el derribo de muros y baluartes.
   Poco después Barcelona se dispuso a albergar la Exposición Universal de 1888, lo que supuso la oportunidad de reconciliar a la ciudad con aquellos terrenos.
   Finalizada la Exposición, el recinto fue convertido definitivamente en el primer gran parque de Barcelona. Así, su diseño presenta la estampa romántica propia de los jardines decimonónicos, con evocadores rincones y una cierta aureola nostálgica. La intervención en 1917 del paisajista francés Forestier completó la urbanización de la Ciutadella.
   Perfectamente cuadrado, el parque está poblado de frondosos árboles, floreados parterres, amplios espacios de césped, estanques y monumentos. Pero también subsisten aún en su interior varios de los edificios levantados para la Exposición de 1888 e incluso algunos de los antiguos edificios que formaban parte de la ciudadela militar, sobre todo la zona del arsenal. Dentro del parque se halla asimismo el zoológico de la ciudad.
Castell dels Tres Dragons. Si se accede al parque desde el Passeig de Lluís Companys se puede iniciar el paseo por la avenida dels Til-lers, jalonada por las construcciones heredadas de la Exposición de 1888. La primera que se ve es un edificio diseñado por Lluís Domènech i Montaner, coronado por unas almenas que le otorgan cierto aspecto de castillo, por lo que es conocido como el Castell dels Tres Dragons (el título de una comedia teatral de Serfí Pitarra). Se construyó a toda velocidad entre 1887 y 1888 como café-restaurante para la Exposición, pero no se pudo acabar a tiempo. Sin embargo, es uno de los edificios pioneros del modernismo barcelonés.
   El edificio muestra sin disimulo su estructura de hierro y los muros exteriores de ladrillo visto de color rojizo, además de una ornamentación exterior de cerámica azul y blanca.
   Desde 1920 alberga el Museu de Zoologia, que a partir de 2001 se reconvirtió en Museu de Ciències Naturals al unirse al vecino Museu de Geologia. En su interior muestra la diversidad del mundo animal ordenada según los diversos grupos a los que pertenecen las especies. Destancan la anacrónica sala de animales disecados, en la primera planta, que se conserva igual que a principios del siglo XX para dar a conocer los métodos científicos de entonces, y también la sala de registros sonoros de animales, además del enorme esqueleto de ballena que cuelga del techo de la sala de exposiciones temporales.
Arc de Triomf
   En la parte más cercana al mar de este recorrido por la dreta del Eixample (y al NE del núcleo antiguo de la ciudad) se halla el parque de la Ciutadella. Ocupa el espacio en el que se encontraba la ciudadela militar (de ahí el nombre del parque) que hizo construir Felipe V tras la guerra de Sucesión. Al ser demolidas las instalaciones militares, el espacio fue urbanizado articulándose perfectamente con la cuadrícula del Eixample.
   Cuando la zona aún se hallaba en fase de construcción se decidió que el parque sería el escenario principal de la Exposición Universal de 1888, el primer gran acontecimiento internacional que acogió la ciudad. La exposición también supuso la urbanización de la parte baja del Passeig de Sant Joan, que actualmente recibe el nombre de Passeig de Lluís Companys. Este paseo constituye el principal acceso al parque y, por tanto, fue también la elegante antesala al recinto de la Exposición. Se concibió como un amplio paseo ajardinado, y en su parte alta, al principio de la avenida, se instaló el monumento que debía ser emblema y recuerdo de tan importante celebración: el Arc de Triomf.
   Diseñado por Josep Vilaseca, el arco es de imponentes dimensiones. Está realizado en obra vista, y en la parte superior destacan los relieves escultóricos tallados en piedra por Josep Reynés y Josep Llimona. Tanto el arco como estos relieves fueron pensados como un símbolo de la pujante sociedad civil de la época y, sobre todo, como alabanza de una burguesía industrial catalana que personificaba el progreso económico y la modernización política.
   Pero, sin duda, lo más curioso de la historia de este monumento es que en su lugar se debía haber levantado nada menos que la torre Eiffel. Efectivamente, el primer proyecto de la famosa torre parisina fue realizado para la entrada a la Exposición Universal de 1888 en Barcelona. Las autoridades barcelonesas lo desestimaron por considerarlo poco útil y demasiado caro (la torre debía ser desmontada al concluir el evento), y al año siguiente se levantó en la Exposición Universal de París.
   Del Passeig de Lluís Companys sólo cabe reseñar la presencia del monumental edificio del Palau de Justícia, diseñado por Enric Sagnier y Josep Domènech i Estapà, y construido entre 1887 y 1898. En el interior conserva pinturas murales de Sert.
EL CORAZÓN DEL EIXAMPLE
   A mediados del siglo XIX Barcelona aún vivía encorsetada dentro de sus viejas murallas. No fue hasta 1854 cuando la ciudad obtuvo el permiso gubernamental para derribarlas e iniciar una expansión urbana hacia los municipios cercanos (Sants, Les Corts, Sant Gervasi, Gràcia, Sant Andreu y Sant Martí), que fueron absorbidos y en la actualidad son barrios barceloneses.
   Ese crecimiento urbanístico no fue improvisado o anárquico. Al contrario, se basó en un proyecto  profundamente racionalista planteado por el ingeniero de caminos Ildefonso Cerdà y que recibió el nombre de Pla de'Eixample (plan de ensanche) de Barcelona.
   Rápidamente el proyecto de Cerdà pasó de los planos a la realidad. Se empezó a urbanizar y la burguesía barcelonesa decidió construir sus nuevas viviendas en ese espacio liberado de estrecheces.
   La pujanza económica del momento contribuyó a que las clases adineradas contaran para las nuevas edificaciones con los mejores arquitectos y, sobre todo, favoreció que éstos pudieran dar rienda suelta, sin límites, a su capacidad creativa. El momento coincidía con la eclosión en Europa de un nuevo movimiento artístico que abarcó muy diversas disciplinas (pintura, escultura, arquitectura...), y que en Cataluña se prodigó de la mano de numerosos artistas que le dieron un carácter propio, muy personal: el modernismo.
   El resultado de todo ello es una impresionante concentración de arquitectura y arte modernistas en el Eixample, con tres protagonistas principales: los arquitectos Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch y, muy especialmente, Antoni Gaudí.
Roger de Llúria*
   Aunque de menor empaque que las vecinas Rambla de Catalunya o Passeig de Gràcia, esta calle del Eixample, también orientada en sentido mar-montaña, alberga algunos destacables ejemplos del modernismo barcelonés.
Casa Calvet (Casp, 48). Nada más girar la esquina de la calle de Casp puede contemplarse la fachada de un edificio de viviendas diseñado por Antoni Gaudí y construido entre 1898 y 1900 por encargo del fabricante de tejidos Pere M. Calvet. No es de las obras más espectaculares de Gaudí, pero aun así muestra aspectos sorprendentes, como el contraste entre la fachada plana y las formas ondulantes de la tribuna, los balcones y los frontones. De todas formas, lo más bello debe buscarse en el detalle del diseño decorativo: las mirillas, los pomos de las puertas, el enlosado azul de vestíbulo, la puerta del ascensor, el picaporte del portal, la caja de escaleras... que ponen de manifiesto el concepto de arte total propio del modernismo.
Passeig de Gràcia**
   En paralelo a la Rambla de Catalunya se extiende una de las calles más famosas de Barcelona, el Passeig de Gràcia, que también arranca de la plaza de Catalunya y asciende asimismo en dirección a la montaña. Subiendo por sus amplias aceras, el perfil del Tibidabo aparece siempre como telón de fondo.
   El trazado de esta avenida data entre 1820 y 1827, y nació como un eje paralelo al viejo camino entre Barcelona y el pueblo de Gràcia (el actual barrio barcelonés del mismo nombre).
   Así, lo que hizo Ildefonso Cerdà fue incorporar la avenida en su plan del ensanche, dotándola de una anchura superior al resto de calles (60 metros) y concibiéndola como el eje central de la retícula.
   Ideada bajo este concepto de centralidad y mayor amplitud, no es de extrañar que inmediatamente se convirtiera en la calle preferida de las clases sociales pudientes para escapar de las estrecheces de la Barcelona antigua y levantar sus nuevas viviendas.
   El Passeig de Gràcia comienza a edificarse a partir de 1861. De aquella época inicial se conservan algunos edificios del eclecticismo imperante en la arquitectura del momento, como la Casa del Pirata (número 60), de 1885, así llamada por la escultura de Juan Sebastián Elcano que tiene dentro de una hornacina, y el Palau Marcet (1887), actualmente el cine Comèdia, ambas obras de Tiberi Sabater. Pero es evidente que lo que marca la personalidad estética del paseo es la arquitectura modernista que se impone a caballo de los siglos XIX y XX, y que incluye verdaderos iconos de la ciudad, como la Casa Lleó Morera, la Casa Amatller, la Casa Batlló o la Casa Milà. También hay otros interesantes edificios de épocas posteriores, como la colosalista construcción esquinera de la Unión y el Fénix (1930) o el edificio del Banco Vitalicio (1949), en la esquina con la Gran Via de les Corts Catalanes, de un monumentalismo de líneas clásicas.
   Edificios aparte, el Passeig de Gràcia cuenta con dos elementos que se han convertido en auténticos símbolos de la ciudad: las farolas modernistas diseñadas en 1906 por Pere Falqués, y las baldosas hexagonales con estriaciones onduladas de las aceras, que no suelen llamar especialmente la atención hasta que uno sabe que fueron diseñadas por Antoni Gaudí.
   Hay aún otro aspecto por el que el Passeig de Gràcia ha alcanzado una proyección más allá de las fronteras de nuestro país: en él se han ido instalando las más prestigiosas marcas de moda y joyería, de manera que esta avenida barcelonesa se ha convertido en un bulevar comercial de alto nivel que recibe turismo internacional especialmente interesado en el shopping.
Casa Milà (La Pedrera)** (número 92). Gaudí edificó entre 1905 y 1910 este inverosímil edificio esquinero de viviendas por encargo del acaudalado comerciante barcelonés Pere Milà. Si en la Casa Batlló Gaudí consiguió vencer la rigidez de la piedra, puede decirse sin exagerar que, con las suaves ondulaciones de sus tres fachadas, en este edificio el arquitecto presenta una creación que parece haber sido moldeada a mano a partir de materiales orgánicos; y, en cambio, la piedra es la protagonista absoluta, hasta tal punto que el edificio es popularmente conocido como La Pedrera (la cantera). Este revolucionario moldeado de la fachada fue posible en gran medida gracias al hecho de que no hay paredes de carga, sino que todo el edificio está soportado por pilares de ladrillo, grandes columnas de piedra y entibados de hierro, todo ello distribuido de una forma que hace pensar que el genial arquitecto iba improvisando soluciones técnicas a los problemas que iban surgiendo. Si además pensamos que el inmenso edificio de piedra, de 30 m. de altura, tiene una cimentación de apenas 30 cm, puede comprenderse que en su momento no sólo fuera motivo de burla por su "extraño" diseño, sino también de sarcástica incredulidad ante la posibilidad de que  se mantuviera en pie. Y aún hay más: la intención inicial del arquitecto era que la obra sirviera de pedestal par una monumental escultura de la Virgen y el arcángel Rafael, una idea que el propietario desestimó ante la atmósfera social y política del momento (la revuelta anticlerical de la Semana Trágica de 1909, que se saldó con el saqueo e incendio de numerosos edificios religiosos).
   Las fachadas están construidas con piedra calcárea de claras tonalidades grisáceas y, aparte de las sucesivas sinuosidades de las aberturas, el otro elemento decorativo destacado corresponde a las forjas de los balcones, exquisitamente trabajadas. El contraste entre estos dos materiales es sencillo en comparación a la profusión de cerámicas coloristas y de esculturas que caracteriza a la arquitectura modernista, pero le basta para lucir una indiscutible elegancia.
   Las estancias se disponen en torno a dos patios principales (uno circular y otro de planta ovalada) y a otros seis patios de ventilación. En ellas se reproduce la sinuosidad del exterior y se acentúa la sorpresa porque, una vez más, Gaudí no sólo se hizo cargo de la estructura, la organización de los espacios interiores y las fachadas, sino hasta del más insignificante detalle, como las chimeneas, los pasamanos, los tiradores de las puertas...
   El edificio, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 1984, es hoy propiedad de una entidad financiera, por lo que sólo pueden visitarse una de las viviendas y la parte superior del conjunto, donde se halla el denominado Espai Gaudí. En esta parte superior se visitan dos de de los espacios con mayor carácter del edificio: el desván y el tejado. El desván se extiende bajo 270 arcos de ladrillo que crean una estructura semejante al esqueleto de una ballena. Ocupa una planta completa del edificio, aproximadamente 800 m2, y en él se expone una muestra de maquetas y planos de diversas obras de Gaudí. Y en cuanto al tejado, en él se pueden ver las famosas chimeneas y conductos de ventilación que Gaudí convirtió en guerreros futuristas, y que de tan fotografiados se han convertido en símbolo de las genialidades del arquitecto catalán.
Textos de:
Xavier Martínez i Edo, Barcelona, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2009.
José Angel Cilleruelo y Xavier Martínez i Edo, Cataluña, Guía Total. Ed. Anaya Touring. Madrid, 2006.

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2983. BARCELONA** (XXIII), capital: 1 de marzo de 2019.

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