1. RODA DE ISÁBENA, Huesca. La catedral.
2. RODA DE ISÁBENA, Huesca. Ábsides de la catedral.
3. RODA DE ISÁBENA, Huesca. Capiteles de la portada de la catedral.
4. RODA DE ISÁBENA, Huesca. Claustro de la catedral.
5. RODA DE ISÁBENA, Huesca. Inscripciones sobre un capitel del claustro de la catedral.
6. RODA DE ISÁBENA, Huesca. El llamado Palacio Episcopal.
7. RODA DE ISÁBENA, Huesca. Un rincón de la villa.
RODA DE ISÁBENA* (I), provincia de Huesca: 26 de junio de 2009.
Esta recóndita y hoy casi anónima villa ribagorzana fue, hasta la reconquista de la taifa musulmana de Lérida, uno de los más importantes y activos obispados de la España cristiana. La magnífica catedral y su entorno monumental certifican el glorioso pasado de esta modesta villa encaramada, entre olivares -de la rueda de su antiguo molino aceitero provendría, según algunos, el topónimo de Roda-, a orillas del Isábena, afluente del Esera y al que desemboca a la altura de Graus.
A la villa puede accederse o bien desde la N-230 de Lérida a Francia por el túnel de Viella -con desvío en Arén- o, preferentemente, desde Graus, siguiendo el curso del Isábena.
A poco más de 20 km de ésta última localidad, encaramada sobre un cerro a orilla del río, se levanta la villa, con su caserío apiñado en torno a su magnífica catedral*. El templo es de tres naves cuyos ábsides, del más característico estilo lombardo o catalán, son las partes más antiguas de la obra. También el claustro, adosado a la iglesia, es románico (s. XII), de un aspecto muy primitivo, y la portada es del siglo XIII, aunque a ella se sobrepuso la enorme fachada principal (siglo XVIII), de marcado corte neoclásico y que desentona claramente con todo el conjunto. También la torre corresponde a una profunda reforma del siglo XVIII.
Las criptas constituyen los elementos arquitectónicos más singulares. Fueron abiertas algo después de la construcción de la planta del templo y el sustrato rocoso dificultó la excavación, por lo que se dejó el suelo del templo en dos niveles. En su interior se conservan unas pinturas murales románicas, así como el sepulcro de San Ramón (s. XII) y algunos interesantes relieves. También en la pequeña capilla de San Agustín, adosada al claustro, pueden verse unas pinturas románicas, atribuidas al maestro de Sant Climent de Taüll. Junto a ella se encuentra el antiguo refectorio, donde todavía hoy se puede comer, pues se ha instalado un pequeño y muy agradable restaurante con entrada propia desde el exterior del templo.
La iglesia guarda en su interior una sillería de coro del siglo XVII, un retablo gótico y un clarecín del siglo XVII que todavía funciona. Del resto de sus riquezas artísticas queda muy poco: a los saqueos, destrucciones y ventas patrimoniales que ha sufrido el templo desde la desamortización del siglo XIX, se suma que en 1979 su Museo Catedralicio sufrió uno de los mayores y más famosos robos de piezas de arte que se han perpetrado en España, y del que únicamente se han recuperado algunas piezas, entre las cuales se encuentran algunas pinturas que, curiosamente, el propio ladrón devolvió a su lugar de origen en 1995, entre una fuerte polémica.
Completan el catálogo monumental de la villa algunos tramos de su primitiva muralla y el llamado Palacio Episcopal*, edificio bien conservado construido en el año 1532.
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