1. TERUEL, capital. Monumento al Torico.
2. TERUEL, capital. Edificio modernista en la plaza del Torico.
3. TERUEL, capital. Torre de la igl. de San Martín.
4. TERUEL, capital. Torre de la igl. de San Salvador.
5. TERUEL, capital. Escaleras de la torre de la igl. de San Salvador.
6. TERUEL, capital. Bóveda de una de las estancias de la torre de la igl. de San Salvador.
7. TERUEL, capital. Una de las estancias de la torre de la igl. de San Salvador.
8. TERUEL, capital. Interior de la igl. de San Salvador.
9. TERUEL, capital. Cristo de las Tres Manos en la igl. de San Salvador.
TERUEL* (I), capital de la provincia: 28 de junio de 2009.
Erigida en lo alto de un espolón y el punto de confluencia de los ríos Guadalaviar y Alfambra -que, unidos, a partir de aquí reciben el nombre único de Turia-, la capital turolense es la más joven de las tres cabeceras provinciales aragonesas, ya que su nacimiento como núcleo de importancia hay que datarlo en el momento preciso de la Reconquista. Hasta entonces había sido una modestísima aldea, poco atractiva por su altitud y su clima a los inquilinos musulmanes. Sin embargo, sus más directos herederos, los mudéjares, escribirían en ladrillo la más hermosa página de la historia turolense, ésa precisamente por la que la ciudad es hoy, con justicia, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Dado su frío clima, la visita a la capital debe realizarse, a poder ser, fuera de los meses invernales y, preferentemente, en primavera o verano. Su situación en alto enmascara considerablemente la fisonomía real de la ciudad, por lo que lo más aconsejable es aparcar el vehículo de motor en las proximidades de la ronda que circunvala el casco antiguo y adentrarse a pie en el centro de la ciudad. Ello puede hacerse por varios puntos, pero lo más oportuno es hacerlo por la entrada que prolonga el viaducto, del año 1929, sobre el Turia, en la parte sur de los arrabales. Una de las calles principales, a la vera de la ajardinada plaza de San Juan, conduce directamente al epicentro ciudadano: la plaza del Torico*, recoleta plazuela porticada, con algunos interesantes edificios modernistas y en cuyo centro se levanta la fuente y monumento al Torico, tratado en diminutivo dado su breve tamaño y erigido en honor del animal del que, según una peculiar leyenda, provendría el actual topónimo de Teruel. En su entorno se sitúa buena parte de los monumentos capitales de la ciudad.
Magníficos ejemplares del mudéjar aragonés son la torre de San Martín*, y la torre de San Salvador. La primera, situada junto al legendario portal de la Andaquilla y en las proximidades del famoso Seminario (centro neurálgico de los combates durante el frente de Teruel en la pasada guerra civil), es la parte más antigua e interesante de la iglesia, ya existente a finales del siglo XII. De planta cuadrada y portalón de arco apuntado para el paso, arquerías y ventanas con columnas. Data del año 1315, aunque el templo al que está adosada es, tal y como se presenta a los ojos del visitante, de finales del siglo XVII. La segunda, la de San Salvador, es coetánea y casi gemela de la anterior e, incluso, el templo a la que pertenece fue también reedificado en el siglo XVII, tras el hundimiento de la iglesia primitiva.
De la época de la primitiva fábrica del templo -principios del siglo XIV- se conserva en su interior el llamado Cristo de las Tres Manos, pieza escultórica segregada de un notable retablo mandado destruir por un obispo turolense que puso como pretexto razones estéticas.
Magníficos ejemplares del mudéjar aragonés son la torre de San Martín*, y la torre de San Salvador. La primera, situada junto al legendario portal de la Andaquilla y en las proximidades del famoso Seminario (centro neurálgico de los combates durante el frente de Teruel en la pasada guerra civil), es la parte más antigua e interesante de la iglesia, ya existente a finales del siglo XII. De planta cuadrada y portalón de arco apuntado para el paso, arquerías y ventanas con columnas. Data del año 1315, aunque el templo al que está adosada es, tal y como se presenta a los ojos del visitante, de finales del siglo XVII. La segunda, la de San Salvador, es coetánea y casi gemela de la anterior e, incluso, el templo a la que pertenece fue también reedificado en el siglo XVII, tras el hundimiento de la iglesia primitiva.
De la época de la primitiva fábrica del templo -principios del siglo XIV- se conserva en su interior el llamado Cristo de las Tres Manos, pieza escultórica segregada de un notable retablo mandado destruir por un obispo turolense que puso como pretexto razones estéticas.
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