1. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Nave central de la igl. del conjunto monacal.
2. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Ábside de la igl. del conjunto monacal.
3. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Capilla barroca de la igl.
4. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Corredor del conjunto monacal.
5. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Claustro.
6. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Una de las pandas del claustro.
7. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Refectorio.
8. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Sala capitular.
9. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Salón de la biblioteca.
10. MONASTERIO DE PIEDRA, Zaragoza. Zona conventual adaptado a uso hotelero.
MONASTERIO DE PIEDRA* (I), provincia de Zaragoza: 28 de junio de 2009.
Se trata sin duda alguna del lugar más visitado y conocido de Aragón, junto al Pilar de Zaragoza y, quizás, algunas zonas del Pirineo. Frecuentemente, el visitante que acude por primera vez a este sorprendente lugar no sabe muy bien si lo que va a ver en realidad es un recinto monacal o un paraje insólito. Y es que se trata de las dos cosas a la vez, si bien la fuerza plástica y el casi inesperado impacto que produce el componente paisajístico hace que éste prevalezca sobre un reducto histórico-artístico, tan valioso e historiado como abandonado y escasamente restaurado.
Conviene no perder de vista que, aunque forman un solo conjunto, una cosa son las instalaciones artístico-monumentales monacales y otra el magnífico paisaje fluvial que las circunda, por lo que lo más conveniente es pasar a describirlos aparte.
Mudo testigo de un pasado esplendoroso
Aunque suele ser costumbre adentrarse en el paraje natural de las cascadas una vez satisfecha la cuota de entrada -no debe olvidarse que se trata de una propiedad particular y que, por ello, se cobra su visita-, lo aconsejable es visitar primero las instalaciones monacales para obtener así una cierta perspectiva histórica del entorno.
Antiguamente se accedía al recinto a través de la puerta de arco de medio punto abierta al pie de la llamada torre del homenaje*, que es, en realidad, el torreón de portazgo abierto en la muralla que cierra el monasterio, levantada en el año 1600. Se trata de una torre medieval almenada, con ventanas ajimezadas en su parte interior y un sólido matacán sobre los escudos y blasones que presiden la puerta la puerta en su parte exterior. Una vez dentro del recinto se presenta a los ojos del visitante el Palacio Abacial*, de curiosa fachada -sin duda, varias veces adulterada- en la que aparecen pilares y columnas adosados en cierto desorden.
Del palacio queda muy poco de interés en pie, a excepción de un pequeño oratorio con ciertos resabios mudéjares y decoración tardía de escasa calidad artística. A través del vestíbulo del edificio se accede a la plaza del recinto donde se levanta la iglesia*, de primitiva fábrica románica, muy deteriorada y enmascarada por diversos añadidos a lo largo de los siglos, especialmente en el momento del barroco. Aunque en mal estado, conserva la fachada con arquivoltas apuntadas y restos, tanto en el interior como en el exterior, de su primitiva ornamentación inmueble. De las dependencias monacales* las partes más antiguas corresponden a dos largos corredores con bóveda de cañón, ya que el apacible claustro gótico es más tardío. A este claustro se abre una magnífica sala capitular, cercana al refectorio y a la cocina. Una gran escalinata pone en comunicación el claustro bajo con el alto, muy reformado y adaptado a las exigencias de la moderna hostelería pero en el que subsiste el gran salón de la biblioteca, reformado en 1584.
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