1. SIMANCAS, Valladolid. Puente medieval.
2. SIMANCAS, Valladolid. Kiosco en la Plaza Mayor.
3. SIMANCAS, Valladolid. Igl. del Salvador.
4. SIMANCAS, Valladolid. Zona absidal de la igl. del Salvador.
5. SIMANCAS, Valladolid. Portada de la igl. del Salvador.
6. SIMANCAS, Valladolid. Interior de la igl. del Salvador.
7. SIMANCAS, Valladolid. Bóvedas de la igl. del Salvador.
8. SIMANCAS, Valladolid. Retablo mayor de la igl. del Salvador.
9. SIMANCAS, Valladolid. Uno de los retablos de la igl. del Salvador.
10. SIMANCAS, Valladolid. El Castillo.
11. SIMANCAS, Valladolid. Acceso al Castillo.
12. SIMANCAS, Valladolid. Una de las troneras del Castillo.
13. SIMANCAS, Valladolid. La igl. del Salvador desde el Castillo.
14. SIMANCAS, Valladolid. Portada del antiguo Hospital del Salvador.
15. SIMANCAS, Valladolid. Monumento a las Siete Doncellas.
SIMANCAS* (I), provincia de Valladolid: 11 de agosto de 2010.
A tan sólo 13 km de la capital, Simancas alberga en su castillo-fortaleza uno de los mayores tesoros documentales de España: el Archivo General de la Corona de Castilla.
A los pies de la ciudad, sobre el ancho cauce del Pisuerga, queda el puente medieval, heredero del que prestó servicio a la calzada romana.
Por el arco del Arrabal, puerta de la muralla, se accede al casco urbano, de estrechas y empinadas callejas empedradas, salpicadas de antiguos palacios con curiosos escudos y nobles mansiones.
La calle del Arrabal conduce, por un lado, al mirador, con espléndidas vistas sobre el nudo fluvial del Duero entre un espeso boscaje, y por el otro, a la Plaza Mayor, donde se encuentra el edificio neoclásico del Ayuntamiento.
Tras él se alza la iglesia parroquial del Salvador, obra tardogótica, aunque la torre, a los pies, aún conserva trazas del románico tardío (siglo XII). Su interior es de tres naves dispuestas sobre planta de salón y alberga interesantes retablos renacentistas y bellas piezas de platería del siglo XVI.
El castillo*, antigua fortaleza-palacio de los Enríquez -almirantes de Castilla- traspasada a la Corona en el siglo XVI, es sin duda el monumento más representativo de la localidad. Si bien su configuración data del siglo XV, tras su cesión a la realeza sufrió numerosas reformas para adecuarlo a su uso primero como prisión, y ya con Carlos I como Archivo Real, función que aún desempeña. El recinto interior, de robustas torres, buhardillas y techos de pizarra, muestra una indudable influencia escurialense, fruto de la intervención de Juan de Herrera y sus discípulos. No obstante, el ampio foso y la muralla almenada con torreones que lo protegen aún mantienen la impronta medieval. Sus dependencias han sido muy modificadas y, aunque se han reservado numerosas estancias para los trabajos de investigación, pueden visitarse el patio y algunas salas.
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