153. TOLEDO, capital. Portada antigua de la Casa-Museo de El Greco. |
154. TOLEDO, capital. En los sótanos de la Casa-Museo de El Greco. |
155. TOLEDO, capital. Otra de las salas en el sótano de la Casa-Museo de El Greco. |
156. TOLEDO, capital. Una última imagen de los sótanos de la Casa-Museo de El Greco. |
157. TOLEDO, capital. En los jardines de la Casa-Museo de El Greco. |
158. TOLEDO, capital. En la entrada a la Casa-Museo de El Greco. |
159. TOLEDO, capital. Interior de la Casa-Museo de El Greco. |
160. TOLEDO, capital. El Apostolado del Greco, en la Casa-Museo de El Greco. |
161. TOLEDO, capital. Jesucristo del Greco, en la Casa-Museo de El Greco. |
162. TOLEDO, capital. Vista y plano de Toledo, del Greco, en la Casa-Museo de El Greco. |
163. TOLEDO, capital. Vista de la capilla, en la Casa-Museo de El Greco. |
164. TOLEDO, capital. Artesonado de la capilla, en la Casa-Museo de El Greco. |
165. TOLEDO, capital. Una última vista de la Casa-Museo de El Greco. |
TOLEDO** (XV), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de junio de 2018.
Casa y Museo de El Greco**
La estrecha calle de Samuel Leví conduce a una placilla en la que se abren las puertas de entrada y de salida de la Casa y el Museo de El Greco. Una franja de ladrillos en espiga otorga una pincelada medieval a las calles estrechas y sombrías.
En pleno barrio judío, en lo que probablemente fueron casas de Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla, el marqués de Vega-Inclán compró, a comienzos del siglo XX, unos inmuebles ruinosos del XVI. Tras rehabilitarlos como vivienda típica del último siglo citado, los donó al Estado para que ese constituyera en ellos el Museo de El Greco. Se concentraron en la casa cuantas obras de arte se pudieron reunir del artista cretense y cuantos objetos se pudieron rescatar de la vivienda realmente ocupada por El Greco, que se situaba en el cercano palacio del marqués de Villena. El Museo, inaugurado y abierto al público en 1911, se amplió en 1945 con la casa adyacente. Tras sufrir en los últimos años una remodelación completa, en la actualidad se encuentra sometido a un nuevo proceso de reforma que, además de renovar la exposición permanente, persigue mostrar cómo era una casa toledana de la época de El Greco.
Como detalle curioso, debe señalarse que en uno de los sótanos se descubrió, en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas, el que probablemente fuera baño privado del tesorero del rey, baño cubierto con una hermosa bóveda de ladrillo que, tras la muerte de su propietario, pasó a ser de uso público. Otras historias se cuentan de los sótanos: en ellos se sitúa la legendaria cueva de salas circulares que llegaba hasta el nivel del río, lugar donde el célebre Enrique de Villena, gran aficionado a los saberes científicos y a los conocimientos esotéricos, realizaba prácticas de alquimia y ritos de hechicería. En el transcurso de sus experimentos se producían unos ruidos extraños que, nacidos del albur o de los conjuros mágicos, se transmitían por los subterráneos de la ciudad generando una atmósfera de confusión y misterio.
El museo propiamente dicho está formado por una colección de obras del artista cretense que estaban dispersas por varios lugares de la ciudad, algunas en condiciones deplorables. Se exhiben actualmente en la planta alta. En la baja se exponen lienzos del siglo XVII pertenecientes a la escuela toledana (Tristán, discípulo de El Greco; Jorge Manuel Theotocópuli, hijo suyo), a la escuela madrileña y a la sevillana. En 1921 se abrió la capilla en que se guarda el retablo de San Bernardino pintado por El Greco. Esta capilla se cubrió con un artesonado del siglo XV procedente de un convento de la provincia de Valladolid. Madera policromada, y dorada en algunos puntos. Dibujos geométricos de lazo y estrellas.
Situados ya en la planta alta, nos detendremos a examinar el Apostolado, conjunto de trece óleos (doce apóstoles y Cristo) que el artista pintó a comienzos del siglo XVII y que proceden del hospital de Santiago. Tras el de la catedral, es el segundo apostolado completo que se conserva en Toledo. Cada una de las figuras se puede identificar por el símbolo específico que porta.
El cuadro Vista y plano de Toledo requiere atención especial. Los especialistas se inclinan a pensar que en esta obra –y en otras donde también se representa la ciudad- se ponen de manifiesto los conocimientos cartográficos de El Greco. En el lienzo aparece un Toledo visto desde el hospital de Tavera, idealizado y minuciosamente descrito al mismo tiempo, que ocupa la mitad inferior. Se plasman con detalle mucho de los monumentos, hasta tal punto que el trabajo pictórico encierra un gran valor documental para verificar cómo era entonces la urbe. Además de la ciudad, que se ve en la distancia, se sitúa en primer término el hijo del pintor sosteniendo un plano con la relación de los edificios principales y un trazado de las calles; una nube sobre la que se asienta el hospital Tavera y una ninfa a la izquierda. Ocupa la mitad superior la presencia del cielo: un conjunto de nubes coloreadas, luminosas y etéreas. En lo alto, sobre las agujas y las cúpulas, la virgen María impone la casulla a San Ildefonso mientras los ángeles revolotean a su alrededor.
La faceta de El Greco como pintor de retratos se muestra en los cuadros colgados en la sala II. Destacaremos los correspondientes a los hermanos Covarrubias, de nombres Diego y Alonso. Denotan la sabiduría del artista, ávido de bucear en los rostros hasta la desnudez expresiva. Desde 400 años de distancia, Antonio de Covarrubias, humanista que poseía una de las bibliotecas más ricas del momento y formaba parte del círculo de amistades del cretense, mira al espectador actual con un punto de ironía y escepticismo.
Fuera ya del museo, de entre el aluvión de ofertas que asaltan al visitante elegiremos dos establecimientos situados en la calle San Juan de Dios. En el número 16 abre sus puertas la tienda A. Serrano, que tiene la peculiaridad de exponer sus productos (cerámica y artesanía) en unos sótanos del siglo XIV. Es recomendable recorrer las galerías subterráneas para admirar una magnífica colección de piezas de cerámica, fabricada en sus propios talleres, que presenta una gran abundancia de motivos, formas y colores. En el número 20-22 de la misma calle, L. Simón muestra y vende una variada colección de joyas de arte toledano. Además de trabajos de damasquinado, tiene una sección de bordados de Lagartera. Manteles, mantones, encaje de bolillos y tapices realizados en Cuenca.
La estrecha calle de Samuel Leví conduce a una placilla en la que se abren las puertas de entrada y de salida de la Casa y el Museo de El Greco. Una franja de ladrillos en espiga otorga una pincelada medieval a las calles estrechas y sombrías.
En pleno barrio judío, en lo que probablemente fueron casas de Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla, el marqués de Vega-Inclán compró, a comienzos del siglo XX, unos inmuebles ruinosos del XVI. Tras rehabilitarlos como vivienda típica del último siglo citado, los donó al Estado para que ese constituyera en ellos el Museo de El Greco. Se concentraron en la casa cuantas obras de arte se pudieron reunir del artista cretense y cuantos objetos se pudieron rescatar de la vivienda realmente ocupada por El Greco, que se situaba en el cercano palacio del marqués de Villena. El Museo, inaugurado y abierto al público en 1911, se amplió en 1945 con la casa adyacente. Tras sufrir en los últimos años una remodelación completa, en la actualidad se encuentra sometido a un nuevo proceso de reforma que, además de renovar la exposición permanente, persigue mostrar cómo era una casa toledana de la época de El Greco.
Como detalle curioso, debe señalarse que en uno de los sótanos se descubrió, en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas, el que probablemente fuera baño privado del tesorero del rey, baño cubierto con una hermosa bóveda de ladrillo que, tras la muerte de su propietario, pasó a ser de uso público. Otras historias se cuentan de los sótanos: en ellos se sitúa la legendaria cueva de salas circulares que llegaba hasta el nivel del río, lugar donde el célebre Enrique de Villena, gran aficionado a los saberes científicos y a los conocimientos esotéricos, realizaba prácticas de alquimia y ritos de hechicería. En el transcurso de sus experimentos se producían unos ruidos extraños que, nacidos del albur o de los conjuros mágicos, se transmitían por los subterráneos de la ciudad generando una atmósfera de confusión y misterio.
El museo propiamente dicho está formado por una colección de obras del artista cretense que estaban dispersas por varios lugares de la ciudad, algunas en condiciones deplorables. Se exhiben actualmente en la planta alta. En la baja se exponen lienzos del siglo XVII pertenecientes a la escuela toledana (Tristán, discípulo de El Greco; Jorge Manuel Theotocópuli, hijo suyo), a la escuela madrileña y a la sevillana. En 1921 se abrió la capilla en que se guarda el retablo de San Bernardino pintado por El Greco. Esta capilla se cubrió con un artesonado del siglo XV procedente de un convento de la provincia de Valladolid. Madera policromada, y dorada en algunos puntos. Dibujos geométricos de lazo y estrellas.
Situados ya en la planta alta, nos detendremos a examinar el Apostolado, conjunto de trece óleos (doce apóstoles y Cristo) que el artista pintó a comienzos del siglo XVII y que proceden del hospital de Santiago. Tras el de la catedral, es el segundo apostolado completo que se conserva en Toledo. Cada una de las figuras se puede identificar por el símbolo específico que porta.
El cuadro Vista y plano de Toledo requiere atención especial. Los especialistas se inclinan a pensar que en esta obra –y en otras donde también se representa la ciudad- se ponen de manifiesto los conocimientos cartográficos de El Greco. En el lienzo aparece un Toledo visto desde el hospital de Tavera, idealizado y minuciosamente descrito al mismo tiempo, que ocupa la mitad inferior. Se plasman con detalle mucho de los monumentos, hasta tal punto que el trabajo pictórico encierra un gran valor documental para verificar cómo era entonces la urbe. Además de la ciudad, que se ve en la distancia, se sitúa en primer término el hijo del pintor sosteniendo un plano con la relación de los edificios principales y un trazado de las calles; una nube sobre la que se asienta el hospital Tavera y una ninfa a la izquierda. Ocupa la mitad superior la presencia del cielo: un conjunto de nubes coloreadas, luminosas y etéreas. En lo alto, sobre las agujas y las cúpulas, la virgen María impone la casulla a San Ildefonso mientras los ángeles revolotean a su alrededor.
La faceta de El Greco como pintor de retratos se muestra en los cuadros colgados en la sala II. Destacaremos los correspondientes a los hermanos Covarrubias, de nombres Diego y Alonso. Denotan la sabiduría del artista, ávido de bucear en los rostros hasta la desnudez expresiva. Desde 400 años de distancia, Antonio de Covarrubias, humanista que poseía una de las bibliotecas más ricas del momento y formaba parte del círculo de amistades del cretense, mira al espectador actual con un punto de ironía y escepticismo.
Fuera ya del museo, de entre el aluvión de ofertas que asaltan al visitante elegiremos dos establecimientos situados en la calle San Juan de Dios. En el número 16 abre sus puertas la tienda A. Serrano, que tiene la peculiaridad de exponer sus productos (cerámica y artesanía) en unos sótanos del siglo XIV. Es recomendable recorrer las galerías subterráneas para admirar una magnífica colección de piezas de cerámica, fabricada en sus propios talleres, que presenta una gran abundancia de motivos, formas y colores. En el número 20-22 de la misma calle, L. Simón muestra y vende una variada colección de joyas de arte toledano. Además de trabajos de damasquinado, tiene una sección de bordados de Lagartera. Manteles, mantones, encaje de bolillos y tapices realizados en Cuenca.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.
Enlace a la Entrada anterior de Toledo**:
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