245. TOLEDO, capital. Torre-fachada del cvto. de la Purísima Concepción o de las Gaitanas. |
246. TOLEDO, capital. El palacio Lorenzana. |
247. TOLEDO, capital. Portada de casa-palacio de la c/ de la Plata. |
248. TOLEDO, capital. Portada de la Oficina de Correos. |
249. TOLEDO, capital. Portada de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
250. TOLEDO, capital. Restos de la anterior mezquita, en la fachada de la igl. de las Stas. Justa y Rufina. |
251. TOLEDO, capital. Pila bautismal en el interior de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
252. TOLEDO, capital. Descendimiento en la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
253. TOLEDO, capital. Detalle de la baranda en la capilla del Descendimiento de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
254. TOLEDO, capital. Cap. mayor de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
255. TOLEDO, capital. Capilla de la Piedad en la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
256. TOLEDO, capital. La capilla de la Soledad, en la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
257. TOLEDO, capital. Artesonado de la nave de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
258. TOLEDO, capital. Zona absidal de la igl. de Stas. Justa y Rufina. |
TOLEDO** (XXI), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de junio de 2018.
Convento de la Purísima Concepción o de las Gaitanas
El primer nombre con el que se conoce este convento se debe al gran lienzo de Francisco Rizi dedicado a la Inmaculada Concepción que alumbra la capilla mayor. El segundo, al hecho de haber sido fundado el año 1459 en unas casas cedidas por doña Guiomar de Meneses, esposa de Lope Gaitán.
En 1630, el convento de agustinas calzadas se instaló definitivamente en el actual emplazamiento gracias a una nueva donación. Hiciéronla esta vez los dueños del palacio adosados a su fachada, que no eran otros sino los descendientes de los mercaderes conversos que en el siglo XVI vivían en ella. La familia de la Palma cedió tres casas, cada una con su correspondiente patio: dos construidas en la segunda mitad del siglo XVI y la tercera en el XVII.
Fachada con una mínima cruz y un escuálido blasón en el primer cuerpo, un gran arco ciego en el segundo y, en el último, cuatro ventanas ocultas tras una celosía. Capilla trazada por el fraile agustino fray Lorenzo de San Nicolás. El presbiterio sirve de lecho funerario a los donantes.
El gran cuadro de Francisco Rizi ocupa por completo el ábside. Encajado dentro de un exuberante marco barroco, el lienzo concentra la atención del feligrés que, en cuantía muy escasa, acude en las horas de culto. En el centro, domina la composición la imagen de la Inmaculada, a quien acompañan en diversos planos y posturas varios coros de ángeles.
En el torno se pueden adquirir los dulces típicos toledanos que elaboran las monjas.
Palacio Lorenzana
Sobre las antiguas casas donde tenía su sede la Inquisición, el cardenal Lorenzana finalizó en 1799 la construcción de un nuevo centro para la Universidad. El arquitecto Ignacio Haan diseñó un edificio de dos plantas, con dos escaleras laterales de acceso a la puerta principal desde la calle, solución arquitectónica que suplía la falta de espacio.
El mencionado cardenal dotó a la Universidad de una rica colección de láminas e instrumentos científicos que hoy no es posible encontrar en este lugar. La biblioteca neoclásica ha perdido el esplendor que tuvo antaño, desempeñando hogaño tareas de archivo. No le sucede lo mismo al paraninfo, que luce una espléndida bóveda adornada con motivos florales. Se utiliza actualmente como salón de actos de las celebraciones académicas.
El patio interior del palacio Lorenzana es un prodigio de equilibrio y belleza. Parece el peristilo de un templo. Las columnas de orden jónico delimitan un espacio cuadrado y trazan en los bordes un estrecho pasillo por el que deambulan los silencios. Ante la esbeltez de las columnas y recorriendo el perímetro del patio, se advierte la dimensión exacta de la estatura humana.
Plaza de Amador de los Ríos
Antes de entrar en la calle de la Plata conviene acercarse a la plaza de Amador de los Ríos. De la antigua parroquia de San Juan Bautista que hubo en ella sólo queda la capilla de San Felipe Neri, que en el siglo XVI fue adosada al primitivo edificio religioso. Traemos a colación esta capilla para recordar que en ella fue enterrado el dramaturgo madrileño Agustín Moreto, autor que tiene dedicado un callejón en Toledo.
Otros elementos de interés guarda la plaza: unas termas romanas descubiertas en los sótanos de la casa que luce el número 6 y un atractivo patio toledano que se esconde tras la portada del que fue hospital del Nuncio Viejo. Las termas han sido restauradas para que se puedan visitar públicamente. El patio pertenece a la casa que se encuentra al fondo del adarve. Perteneció a don Francisco Ortiz, nuncio del papa Sixto IV, además de canónigo de la catedral primada y arcediano de Briviesca. Este eclesiástico fundó, a finales del siglo XV y en el edificio citado, un hospital para dementes, que en Toledo fue conocido como hospital del Nuncio a pesar de que su nombre verdadero era hospital de la Visitación de Inocentes. Se accede al interior después de dejar atrás una fachada todavía maltratada por cables telefónicos, cajas de luz y canalones. Amplio patio adintelado, con esbeltas columnas de granito, olores y sonidos domésticos, y una belleza rescatada. La restauración ha conseguido salvaguardar en las crujías las pinturas originales (siglo XVI). En el primer piso se aprecian particularmente bien los motivos florales que adornan la techumbre.
En el número 19 de la calle Nuncio Viejo han sido rehabilitados y puestos en valor unos restos arqueológicos romanos de época altoimperial (sigloI-II d.C.) que pertenecían a la red de distribución de agua. Realizadas en opus caementicium sobre unas cimentaciones carpetanas, se muestran tres estructuras abovedadas paralelas que alojan una canalización y dos cisternas.
Calle de la Plata
En esta calle, que desde el medievo concentraba los gremios de plateros, se instalaron en el siglo XVI ricos comerciantes que habitaron mansiones suntuosas. Hoy podemos admirar algunas de las fachadas que todavía se conservan. Inspiradas en los modelos gótico-mudéjares, suelen presentar una portada adintelada, con el escudo familiar cobijado por una arquivolta semicircular que, a su vez, se encaja entre flameros.
La actual oficina de Correos y Telégrafos es una de las mejores casas. Construida en la primera mitad del siglo XVI por el obispo de Ávila don Francisco Ruiz, luce en su portada el cordón franciscano labrado en el dintel y las jambas, que se acompaña de un friso de ornamentación renacentista. Columnas acabadas en flameros y arquivolta sin blasón. Quizás lo tuvo y ha sido borrado por el tiempo.
En la llamada travesía de la Plata se levanta una mansión de mucho empaque y evidentes necesidades de restauración. Viste trazas neoclásicas la que se sitúa al fondo de la citada travesía. Haciendo esquina con el callejón de los Usillos se yergue otro edificio notable, de puertas grandes y claveteadas, portal con azulejos y patio muy frondoso.
Especial mención requiere la casa que se alza al final del citado callejón y que perteneció al señor de Usillos, judío converso, regidor de Toledo en el siglo XV y progenitor del padre Rivadeneyra. La mansión, construida en el siglo XIII, pasó a ser propiedad de la familia Usillos, que la reedificó a finales del siglo XV. Recibió el premio Europa Nostra en 1991 por su excelente rehabilitación. Sótano con bóvedas de ladrillo y sillares romanos. Patio de tres pisos, con alfiz de yeserías en algunas ventanas y puertas. Numerosas estancias, que concentran el máximo interés artístico en un salón luminoso que se asoma a la catedral y se cubre con artesonado de tablas pintadas con dibujos.
Al final de la calle de la Plata se ubican algunos locales comerciales que todavía conservan cierto regusto del pasado. Sobresale entre ellos la farmacia que perteneció al doctor Santos. Muestra unas puertas que, aunque colocadas a finales del siglo XIX, quizás fueran talladas un par de siglos antes.
Frente a la farmacia citada, al final de la calle de Santa Justa, hubo hasta el año 1990 un hotel que se llamaba del Lino y hoy es una sucursal bancaria. En una lápida se recuerda que allí vivió Galdós y escribió parte de su obra.
Parroquia de Santa Justa y Santa Rufina
Encajada entre las casas, con fachadas a dos calles, sin espacios ni márgenes para la contemplación, muestra en sus muros los vestigios arqueológicos que ha ido acumulando a lo largo del tiempo: una inscripción árabe escrita con caracteres cúficos (que seguramente pertenece a una mezquita islámica anterior), una pilastra visigoda exquisitamente decorada y parte de un robusto arco de herradura del siglo X. Todo ello visible desde la calle de Santa Justa. En la otra calle, casi paralela, llamada de Cordonerías, se ve un ábside mudéjar y el muro exterior de una capilla, pintado en el siglo XVII.
Como tantas en Toledo, la iglesia de Santa Justa arrastra una larga historia. Tanto el hecho de haber sido fundada el año 555 por el rey Atanagildo como los restos arqueológicos hallados certifican su origen visigodo. Tras la invasión musulmana, el edificio primitivo fue mezquita y, a finales del siglo XII, templo mudéjar, con un ábside que guarda semejanza con el del Cristo de la Luz. Entonces la orientación del edificio respondía a un eje este-oeste: la cabecera (ábside mudéjar) en el este y la entrada (arco visigodo) en el oeste.
En 1530 como consecuencia de un incendio, la iglesia sufrió reformas muy profundas que afectaron incluso a su orientación, que pasó a situarse en un eje perpendicular al anterior, es decir, norte-sur; el ábside se convirtió en la capilla de la Soledad. De nuevo por causa de otro incendio, en 1783 se llevó a cabo una nueva remodelación. En 1990 se inició la restauración. La iglesia de Santa Justa es una de las parroquias más mozárabes de Toledo.
En el exterior, además de lo citado, destaca la portada atribuida a Covarrubias. Interior con un interesante artesonado mudéjar del siglo XVI, descubierto en los años 90 tras eliminar la capa de yeso que lo recubría. La capilla de la Soledad, que se ubica en el ábside del siglo XII, luce una hermosa bóveda renacentista y conserva restos pictóricos de distintas épocas. Capilla barroca de la Piedad, que recibe la luz por una linterna casi de juguete.
Parroquia de Santa Justa y Santa Rufina
Encajada entre las casas, con fachadas a dos calles, sin espacios ni márgenes para la contemplación, muestra en sus muros los vestigios arqueológicos que ha ido acumulando a lo largo del tiempo: una inscripción árabe escrita con caracteres cúficos (que seguramente pertenece a una mezquita islámica anterior), una pilastra visigoda exquisitamente decorada y parte de un robusto arco de herradura del siglo X. Todo ello visible desde la calle de Santa Justa. En la otra calle, casi paralela, llamada de Cordonerías, se ve un ábside mudéjar y el muro exterior de una capilla, pintado en el siglo XVII.
Como tantas en Toledo, la iglesia de Santa Justa arrastra una larga historia. Tanto el hecho de haber sido fundada el año 555 por el rey Atanagildo como los restos arqueológicos hallados certifican su origen visigodo. Tras la invasión musulmana, el edificio primitivo fue mezquita y, a finales del siglo XII, templo mudéjar, con un ábside que guarda semejanza con el del Cristo de la Luz. Entonces la orientación del edificio respondía a un eje este-oeste: la cabecera (ábside mudéjar) en el este y la entrada (arco visigodo) en el oeste.
En 1530 como consecuencia de un incendio, la iglesia sufrió reformas muy profundas que afectaron incluso a su orientación, que pasó a situarse en un eje perpendicular al anterior, es decir, norte-sur; el ábside se convirtió en la capilla de la Soledad. De nuevo por causa de otro incendio, en 1783 se llevó a cabo una nueva remodelación. En 1990 se inició la restauración. La iglesia de Santa Justa es una de las parroquias más mozárabes de Toledo.
En el exterior, además de lo citado, destaca la portada atribuida a Covarrubias. Interior con un interesante artesonado mudéjar del siglo XVI, descubierto en los años 90 tras eliminar la capa de yeso que lo recubría. La capilla de la Soledad, que se ubica en el ábside del siglo XII, luce una hermosa bóveda renacentista y conserva restos pictóricos de distintas épocas. Capilla barroca de la Piedad, que recibe la luz por una linterna casi de juguete.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.
Enlace a la Entrada anterior de Toledo**:
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