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259. TOLEDO, capital. Crucero del Hospital de Tavera. |
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260. TOLEDO, capital. Fachada del Hospital de Tavera. |
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261. TOLEDO, capital. Portada en la fachada principal del Hospital de Tavera. |
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262. TOLEDO, capital. Los patio del Hospital de Tavera. |
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263. TOLEDO, capital. Otra vista del patio del Hospital de Tavera. |
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264. TOLEDO, capital. Otra perspectiva del patio del Hospital de Tavera. |
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265. TOLEDO, capital. La panda central del patio del Hospital de Tavera. |
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266. TOLEDO, capital. Portada de la igl. del Hospital de Tavera. |
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267. TOLEDO, capital. En el interior de la igl. del Hospital de Tavera. |
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268. TOLEDO, capital. El retablo mayor de la igl. del Hospital de Tavera. |
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269. TOLEDO, capital. La cúpula sobre el crucero de la igl. del Hospital de Tavera. |
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270. TOLEDO, capital. El sepulcro del cardenal Tavera en el crucero de la igl. del Hospital homónimo. |
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271. TOLEDO, capital. El mismo sepulcro del cardenal Tavera, desde otra perspectiva, en el crucero de la igl. del Hospital homónimo. |
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272. TOLEDO, capital. El Bautismo de Cristo, de El Greco, en la igl. del Hospital de Tavera. |
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273. TOLEDO, capital. Baldaquino de Cristo Resucitado, en la sacristía de la igl. del Hospital de Tavera. |
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274. TOLEDO, capital. Cristo Resucitado en el baldaquino de la sacristía de la igl. del Hospital de Tavera. |
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275. TOLEDO, capital. La Sgda. Familia con Sta. Ana, de El Greco, en la sacristía de la igl. del Hospital de Tavera. |
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276. TOLEDO, capital. Retrato, máscara funeraria y libro del cardenal Tavera, en la sacristía de la igl. del Hospital de Tavera. |
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277. TOLEDO, capital. Detalle del patio del Hospital de Tavera. |
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278. TOLEDO, capital. La farmacia histórica del Hospital de Tavera. |
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279. TOLEDO, capital. Otra perspectiva de la farmacia histórica del Hospital de Tavera. |
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280. TOLEDO, capital. Uno de los salones del palacio del Hospital de Tavera. |
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281. TOLEDO, capital. La biblioteca de palacio del Hospital de Tavera. |
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282. TOLEDO, capital. Detalle de uno de los salones de palacio del Hospital de Tavera. |
TOLEDO** (XXII), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de junio de 2018.
Hospital de Tavera**
El hospital de Tavera, también llamado de Afuera por haber sido edificado extramuros, y de San Juan Bautista por ser el santo a quien está dedicado, fue promovido por el cardenal don Juan Pardo de Tavera, quien quiso emular a su predecesor en la silla arzobispal –el gran cardenal Mendoza- cuando éste construyó el hospital de Santa Cruz para dedicarlo al socorro de niños expósitos y huérfanos.
Empeñado el prelado en levantar un “hogar de caridad, templo de la fe y sepultura para él y su familia”, obtuvo las licencias preceptivas y, tras conseguir la cesión de terrenos por parte del Concejo, se dispuso a edificar un gran centro benéfico que, con capacidad para más de 300 pacientes, cubriera las necesidades asistenciales no abarcadas por el hospital de Santa Cruz. El centro, cuyo proyecto inicial duplicaba la grandiosa fábrica que ha llegado a nuestros días, estaba destinado a todo tipo de enfermos, menesterosos y desvalidos.
La duración de las obras (comenzaron en 1540 y terminaron en 1626) facilitó la participación de los arquitectos más importantes que trabajaron en Toledo durante ese periodo de tiempo. Fue Alonso de Covarrubias quien diseñó el proyecto general del edificio. Intervino Hernán González en la traza de la iglesia y en la construcción de la planta, terminada por Nicolás de Vergara el Mozo (muros y cubierta). Juan Bautista Monegro colaboró en aspectos ornamentales y de remate.
El hospital presenta una fachada principal de inspiración italiana que sorprende por su simetría y sencillez. Los sillares de granito conforman unas ventanas diferenciadas para cada piso. Portada de 1760.
Al cruzar el umbral se penetra en un espacio mágico. Arcos y columnas se suceden con voluptuosa precisión. Los dos patios gemelos se hallan separados por una galería central que conecta la puerta de entrada con la puerta de la iglesia. Un total de 112 columnas y 96 arcos integran esta ingrávida sinfonía de granito. Pocas veces se le presenta al viajero la oportunidad de acceder a una belleza semejante.
La iglesia, comenzada en 1562 y terminada en 1603, tiene como elemento sobresaliente, en el terreno arquitectónico, la gran cúpula octogonal que, sobre pechinas, se yergue en el crucero. Joya destacada de la misma es el sepulcro del cardenal Tavera, obra en mármol blanco que esculpió Alonso Berruguete. Por la expresividad de las figuras, la perfección anatómica y la belleza de los rostros, se considera que esta manifestación postrera del artista (murió en este hospital, poco después de terminarla) constituye uno de sus mejores trabajos. En el centro de la nave reposa el eclesiástico vestido de pontifical, con la mitra apoyada en el cuerpo, las manos cruzadas sobre el pecho y la cabeza sustentada en un doble almohadón. En los ángulos, imágenes representan las virtudes cardinales. En los costados, dos calaveras escoltan la figura yacente. Rostro con los párpados caídos y aliento mortecino, que roza el umbral del adiós último. La faz de la imagen, que el artífice plasmó a partir de la mascarilla mortuoria, refleja con notable realismo los rasgos del prelado, en cuya expresión ya desolada se anuncia la inminencia de la muerte. Quizás la misma proximidad que también ya sentía aleteando el propio Berruguete.
Sin salir de la iglesia, puede contemplarse el cuadro de El Greco El bautismo de Jesús, donde el pintor muestra un visible alargamiento de las figuras y un arrebato inusitado. En la sala aneja hay un curioso San Sebastián, de pechos abultados como si fueran de mujer, que surge en la penumbra llenando el lienzo de sensual ambigüedad. También dentro de la iglesia puede visitarse la cripta donde están enterrados los miembros de la Casa Ducal de Medinaceli. Quizá debido a la perfección de la bóveda semiesférica que la recubre, la estancia esconde propiedades acústicas. Colocándose en el centro, el visitante oye su propia voz, con un eco y resonancia que le sobrecoge; situado en cualquier otro punto, percibe con nitidez las palabras del interlocutor.
Es preciso salir de la iglesia y acudir al vestíbulo de entrada para acceder al Museo de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, que se encuentra instalado en una serie de dependencias amuebladas con la intención de recrear el ambiente de los palacios renacentistas y barrocos. A lo largo del recorrido se puede admirar una vasta y rica colección de obras de arte. Señalaremos las más sobresalientes: de Ribera cabe destacar La mujer barbuda, excelente pintura que ocupa un lugar especialmente preparado para ella y El filósofo, lienzo que se representa a san Jerónimo leyendo. De El Greco, La Virgen de la buena leche, donde aparece una Virgen de rostro angelical, el Retrato del cardenal Tavera y-lo que es poco frecuente- la talla de Cristo resucitado en madera policromada. De Caravaggio, un Sansón y Dalila mal iluminado. De Tiziano, Carlos V a caballo. Finalmente, reseñaremos una interesante tabla flamenca, pintada en 1450 por el Maestro de Bruselas, que guarda semejanza con el mundo fantástico del Bosco.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.
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