360. TOLEDO, capital. La capilla mozárabe o del Corpus Christi de la catedral. |
361. TOLEDO, capital. Retablo de la capilla de la Epifanía de la catedral. |
362. TOLEDO, capital. Retablo de la capilla de la Concepción de la catedral. |
363. TOLEDO, capital. Retablo de la capilla de San Martín, en la catedral. |
364. TOLEDO, capital. Retablo de la capilla de San Eugenio, en la catedral. |
365. TOLEDO, capital. Retablo de la capilla del Cristo atado a la Columna, en la catedral. |
366. TOLEDO, capital. La capilla de San Pedro, en la catedral |
367. TOLEDO, capital. Algunas de las vidrieras de la catedral. |
368. TOLEDO, capital. Otra visión del interior de la catedral con las vidrieras en la parte superior. |
369. TOLEDO, capital. Rosetón de la fachada principal de la catedral. |
370. TOLEDO, capital. Interior de la puerta de los Leones. |
TOLEDO** (XXVIII), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de junio de 2018.
Catedal**
Interior
Otras capillas. Dada la gran abundancia de espacios para el culto y el cúmulo de obras de arte que encierran, trataremos de seleccionar lo más sobresaliente.
La capilla mozárabe o del Corpus Christi se encuentra a los pies de la basílica, justamente debajo de la torre que no se terminó. Fue fundada por el cardenal Cisneros en 1504 con el fin de mantener el rito con que se oficiaba la liturgia en época visigoda, rito que se siguió utilizando durante la dominación musulmana y que, en tiempos del citado prelado, estaba a punto de extinguirse. Rescatado por el eclesiástico, todavía hoy prosigue, en las horas señaladas para ello: a las 9 los días laborables y a las 9,45 los días de precepto.
Son reseñables, en el exterior de la capilla, la reja de Juan Francés (1524) y la Piedad de Enrique Egas. Esta última, enmarcada por figuras y pináculos, requiere cierta atención para ser vista, pues apenas recibe la caricia de la luz. En el interior, sobresale la cúpula trazada por Enrique Egas y reconstruida por Jorge Manuel Theotocópuli tras el incendio de 1622, así como los magníficos frescos de Juan de Borgoña que, realizados en 1514, relatan la conquista de Orán. No conviene olvidar el retablo situado frente al coro. En una mazonería de 1924 se han encajado las tablas del siglo XV que proceden de la sinagoga del Tránsito y presentan escenas de la Santa Cena y de varios santos. En la parte central de este retablo se encuentra el mosaico de la Virgen con el Niño, traído de Roma por deseo del cardenal Lorenzana. Es tanta su perfección artística que el visitante no advertido cree que contempla una pintura y no un conjunto de teselas.
Una reja moderna –pero muy historiada- separa el coro de los capellanes del resto de la capilla. En la sillería neoclásica se sientan los canónigos a cantar estrofas en latín o leer versículos. Clérigos ataviados con el hábito coral, que incluye una capa a modo de cogulla, de color rojo y negro con adorno de capucha, que recuerda las vestimentas monacales.
La capilla de la Epifanía, con reja atribuida a Juan Francés, posee un valioso retablo de Juan de Borgoña y el sepulcro en alabastro de don Luis Daza, canónigo catedralicio y capellán de Enrique IV. Fue quien reedificó la capilla años después de su fundación.
En la capilla de la Concepción, fundada en 1502 por don Juan Salcedo, protonotario, arcediano y canónigo de la catedral, se puede admirar su reja gótica rematada con el escudo del fundador, escudo que doblega su orgullo blasonado ante el humilde crucifijo que recibe la luz de la vidriera. Retablo atribuido a Domingo de Amberes, con tabla central que representa la Concepción de la Virgen. El fundador, en su sepulcro, parece concentrado en la lectura hasta después de la muerte.
Tras la excelente reja de la entrada, que conserva en la inscripción sobre la puerta la firma de su autor (Juan de Amberes), se abre la capilla de San Martín, fundada y restaurada por los canónigos catedralicios don Tomás González de Villanueva (sepulcro derecho) y don Juan López de León (sepulcro izquierdo). Retablo plateresco, con tablas de los siglos XV y XVI. Bultos yacentes bajo arcosolio renacentistas. Don Tomás González de Villanueva conserva las manos unidas en actitud orante.
La capilla de San Eugenio fue construida en el siglo XIII y restaurada en el XVI por don Fernando del Castillo, obispo y canónigo de la catedral, que yace en el sepulcro plateresco de la izquierda. Talla de San Eugenio en el centro del retablo, ejecutada por Copín de Holanda en 1517. Llama la atención el sepulcro mudéjar situado en el muro derecho, mandado hacer en 1278 por el caballero Fernando Gudiel, alguacil de la ciudad. Recubre la pared una artística capa de yeso, decorada con predominio de motivos geométricos y rematada con una cornisa de mocárabes. Exquisito trabajo mudéjar con influencias almohades.
La capilla de los Reyes Viejos posee una excelente reja en su entrada, forjada por Domingo de Céspedes en 1529, y un retablo de tablas hispano flamencas, con escenas de la vida de Cristo, que pintó Juan Alfón en 1418.
En la capilla del Cristo atado a la columna se puede contemplar un retablo, obra probable de Copín de Holanda, con las tallas de Jesús atado a la columna, San Pedro y San Juan Evangelista. Se aprecia la maestría del artista en estas buenas piezas de tamaño natural.
La capilla de la Virgen del Sagrario se halla incluida entre las obras nuevas que, promovidas por el cardenal Quiroga y continuadas por su sucesor, el también cardenal Sandoval y Rojas, supusieron la construcción de la sacristía, el ochavo y otras dependencias. Las obras, iniciadas en 1578, se prolongaron hasta 1673 y en ellas intervinieron los principales arquitectos de la época. La capilla propiamente dicha, que se cubre con bóveda de media naranja, tiene las paredes revestidas de mármol. Allí mora la Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad, representada en una imagen de madera forrada de plata que se talló en el siglo XIII. En una de las paredes se encuentra el sepulcro del cardenal Bernardo Sandoval y Rojas, prelado que nació en Aranda de Duero, fue inquisidor general, contribuyó a la expulsión de los moriscos, protegió a Cervantes y falleció en 1618. Pinturas de Eugenio Cajés y de Vicente Carducho.
La capilla de San Pedro fue levantada en 1415 por el maestro Alvar Martínez con una doble finalidad: servir de parroquia al barrio de la catedral y de recinto funerario al arzobispo Sancho de Rojas, que fue quien la mandó edificar. Portada gótica, con ornamentación de hojas de cardo en jambas y arquivoltas. Sobre la última arquivolta figura el bulto del eclesiástico de las catorce dignidades que entonces integraban el coro. Encima, la escultura policromada de San Pedro en cátedra, del siglo XVI, y frescos del mismo siglo atribuidos a Pedro Berruguete. Interior con cinco retablos neoclásicos.
En la capilla bautismal se puede examinar la notable reja de Domingo de Céspedes forjada en 1524 y la pila bautismal de bronce. Decorada con motivos gótico-renacentistas, presenta las figuras de Jesús y el Bautista en la parte central.
Vidrieras y puertas interiores. Las vidrieras de la catedral toledana se caracterizan por su abundancia y antigüedad, y por mezclar en sus motivos y colores elementos góticos y mudéjares. Un total de 750 vidrieras cubren otros tantos ventanales. Las más antiguas fueron colocadas a finales del siglo XIII o comienzos del XIV y las más modernas en el siglo XVI. Del XV son las que iluminan las capillas de la girola. Tras sufrir un serio deterioro en la Guerra Civil, fueron restauradas a mediados del siglo pasado.
El interior de la puerta de los Leones es una combinación de siglos y estilos. Gótico el cuerpo inferior, esculpido por Juan Alemán a mediados del siglo XV, en el que destacan la escultura del Salvador situada en el parteluz y el bajorrelieve del Árbol de Jesé en el tímpano. Renacentista es el resto de la puerta, dirigida por Alonso de Covarrubias. En el segundo cuerpo sobresale en el centro el medallón de la Coronación de la Virgen, obra de Gregorio Pardo o de Felipe Vigarny. En el tercer cuerpo se instaló el llamado órgano del Emperador, que sólo sonaba en las procesiones y acompañando al Te Deum. En el rosetón se muestran las armas del cardenal Quiroga.
En el interior de la puerta del Reloj se ve la máquina de medir el tiempo que le dan nombre, artilugio cuyos mecanismos pertenecen al siglo XVIII aunque ya existían otros al menos desde el XVI. Los dos maceros que tañían las campanas se deben a Diego Copín. En el tímpano hay una Anunciación, de mediados del siglo XVI, y el relieve circular de la Aparición de Santa Leocadia.
En el rosetón se encuentran las vidrieras más antiguas de la catedral, instaladas a finales del siglo XIII o comienzos del XIV.
Textos de:
GILES, Fernando de, y RAMOS, Alfredo. Guía Total: Castilla-La Mancha. Anaya Touring. Madrid, 2002.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Toledo. Anaya Touring. Madrid, 2008.
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